No hay planes concretos para frenar la inflación

Por RAUL VIVES

L a única consigna cierta que se advierte por estos días en la Casa Rosada es “pasar las fiestas”, “luego se vera”.

La inflación es la razón excluyente de los reclamos policiales y sociales, pero en este terreno el Gobierno no tiene ningún plan conocido.

Por lo que se advierte hasta ahora, la política del dúo económico Kicillof-Capitanich, en esencia, no difiere de la anterior que protagonizó Guillermo Moreno: tratar de conseguir dólares para pagar deudas y frenar la caída de reservas internacionales, mandar a imprimir pesos al Banco Central para cubrir el fuerte rojo fiscal del Tesoro, reiterar los intentos de acuerdos de precios y mantener el cepo para el ingreso de las importaciones.

El recambio de Gabinete y la salida de Moreno habían generado alguna expectativa.

Pero el crédito duró poco: la impericia de los nuevos ministros volvió a generar desazón en los negocios y buena parte de la población.

El salariazo policial parece haber contenido la rebelión de las fuerzas de seguridad, pero ha colocado a las provincias en una situación de inviabilidad financiera.

¿Cómo asumirán el costo de los nuevos salarios? ¿Y cómo contendrán los reclamos que vienen de los otros trabajadores públicos, los maestros, los judiciales, los médicos y los administrativos?

Solo por la cuenta de mayores sueldos policiales se estima necesarios entre 20 y 25 mil millones de pesos.

ACUERDOS EN JAQUE

Los ajustes de salarios policiales también dan por tierra con los intentos de Capitanich y Kicillof de avanzar sobre un acuerdo de precios y salarios con una pauta del orden del 20%.

La gestión económica ingresó en un escenario de incoherencias difícil de comprender.

El dólar se ajusta a tasas crecientes: si se anualizan las correcciones de las últimas semanas, la tasa es del 50 a 60 por ciento.

“Los dólares que aportaría el campo, entre tanto, siguen sin llegar”

Pero la moneda norteamericana corre de atrás a la inflación.

También lo hacen los salarios y las tasas de interés.

Ni que hablar de las tarifas de los servicios públicos, gas, luz y transporte.

El gasto público sube al 46% mientras la recaudación en noviembre lo hace al 21%; incluso por debajo de la inflación real.

Con estos condimentos, el rojo fiscal es cada vez más grande y necesita de creciente emisión de billetes que aporta el Banco Central y la Anses.

AUTOMOTRICES

Y en la última semana el team económico sumó otro motivo de conflicto, esta vez con la industria automotriz.

El ministro Kicillof ordenó a las terminales y autopartistas que redujeran drásticamente las importaciones en el primer trimestre del 2014. Imagina de esa manera maquillar la baja de reservas, hasta que llegue hacia marzo el ingreso de dólares que proveería la cosecha de soja.

Pero esta decisión y el impuestazo a los autos colocan a la industria en puertas de un receso, probable suspensión de personal y complicaciones para cubrir compromisos de entregas en el exterior.

Los dólares que aportaría el campo, entre tanto, sigue sin llegar.

Según un informe del IERAL, existen 12,3 millones de toneladas retenidas por los productores, alrededor del 25% de la cosecha anterior.

¿Están dispuestos a vender esos granos?

El estudio indica que si la expectativa de devaluación fuera inferior al 3% mensual, los chacareros tendrían incentivos a vender sus posiciones en enero.

Pero si sus expectativas es que será mayor al 3%, la venta seria recién para mayo. ¿Cómo estarán las reservas en esa fecha?

Desde el mundo empresarial local advierten una “gran desorientación” en la gestión de la Casa Rosada.

Mientras, la presidenta Cristina Kirchner no quiere hablar de políticas de ajuste y se resiste a cualquier medida en esa dirección.

El tándem Capitanich-Kicillof apenas logra “administrar” el deterioro y se imagina que gana tiempo con medidas que “ahorren importaciones” aunque esto sea recesivo, tenga costos de empleo y producción.

¿Y la inflación? Sigue fuera del radio de acción oficial.