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La Ciudad |LOS MANUSCRITOS DE LEHMAN-NITSCHE

Una versión mapuche de la Campaña al Desierto retorna a nuestra ciudad

A principios del siglo pasado, un etnológo alemán recopiló en el Museo de La Plata relatos de aborígenes que sobrevivieron a la persecución. Tras permanecer inéditos durante décadas sus testimonios vuelven en forma de libro a la ciudad que los oyó por primera vez

11 de Agosto de 2013 | 00:00
TOMADA POR EL PROPIO LEHMANN-NITSCHE A PRINCIPIOS DEL XX, LA FOTO MUESTRA A UN GRUPO DE MAPUCHES QUE LLEGARON A LA PLATA TRAS LA CAMPAÑA AL DESIERTO. EL HOMBRE CON EL NIÑO ENTRE LAS PIERNAS ES KATRÜLEF, UNO DE LOS PRINCIPALES COLABORADORES DEL INVESTIGADOR.
TOMADA POR EL PROPIO LEHMANN-NITSCHE A PRINCIPIOS DEL XX, LA FOTO MUESTRA A UN GRUPO DE MAPUCHES QUE LLEGARON A LA PLATA TRAS LA CAMPAÑA AL DESIERTO. EL HOMBRE CON EL NIÑO ENTRE LAS PIERNAS ES KATRÜLEF, UNO DE LOS PRINCIPALES COLABORADORES DEL INVESTIGADOR.

POR NICOLAS MALDONADO

En 1899, Robert Lehmann-Nitsche, un antropólogo alemán que había llegado al Museo de La Plata para trabajar con Francisco Moreno, tomó contacto con un grupo de mapuches que trabajaban allí. Y a través de ellos, con otros aborígenes que se habían afincado en la Ciudad. De ese encuentro iba a surgir una colección de notas y grabaciones que permiten vislumbrar hoy el costado menos conocido de lo que en su momento fue una gesta nacional: el sometimiento de las poblaciones nativas que vivían en la Patagonia.

“Se llamaban Katrülaf, Nawelpì y Piche Nawel; y habían llegado a La Plata junto a otros mapuches a los que el Ejército Argentino desplazó de sus territorios durante la Campaña al Desierto. Y si bien se sabe que la sociedad de entonces les asignó trabajos en la policía y el cuerpo de bomberos, en aquel momento estaban en el Museo”, cuenta Gabriel Pozo Menares al describir al grupo original.

“Se llamaban Katrülaf, Nawelpì y Pichi Nawel; y habían llegado a La Plata junto a otros mapuches a los que el Ejército Argentino desplazó de sus territorios durante la Campaña al Desierto”

Chileno con sangre mapuche, Gabriel, que es profesor en Educación Intercultural, supo por primera vez de ellos estando en Berlín. Había viajado allí para consultar las notas de Lehmann-Nitsche sobre astronomía mapuche a fin de escribir su tesis doctoral cuando se enteró de aquellos extraños colaboradores suyos. Pero al intentar conocer un poco más acerca de ellos se encontró con una dificultad: gran parte de sus testimonios se encontraban escritos en mapuzungun y permanecían sin traducir.

“Cuando me contó de aquel archivo y lo que había allí decidimos que tenía que viajar”, cuenta Margarita Canio Llanquinao, quien también es profesora en Educación Intercultural, pero además es la mujer de Gabriel. De madre y padre mapuches, y hablante nativa de mapuzungun, Margarita se trasladó en 2010 al Instituto Iberoamericano de Berlín y estuvo siete meses hasta que terminó de traducir todo aquel material.

Fruto de su trabajo y el de su esposo es un libro de 730 páginas que acaba de salir de la imprenta y que, por una de esas cosas del destino, terminó siendo lanzado el viernes último en La Plata, la ciudad donde las voces que lo componen fueron escuchadas por primera vez.

MANUSCRITOS Y GRABACIONES

Aunque Lehmann-Nitsche comenzó recopilando relatos entre aquellos mapuches que tenía a mano en el Museo, con el paso del tiempo su trabajo se extendió a otras familias aborígenes que vivían por entonces en La Plata y ciudades de la Provincia, como Los Toldos y Azul. Pero además no se limitó sólo a tomar nota de lo que aquellos sobrevivientes le contaban, sino que también los fotografió y los grabó.

“El trabajo de registro que hizo es muy rico. Mientras que en el Instituto Iberoamericano de Berlín se encuentran apuntes, cartas, postales y fotografías, en el Museo Etnológico de la misma ciudad hay ocho grabaciones hechas en cilindros de cera, el primer soporte inventado para registrar sonido”, explica Gabriel.

“De esas ocho grabaciones cuatro corresponden a Pichi Nawel, que era originario de Villarrica y al que Lehman-Nitsche tenía como una suerte de criado. Las demás son de Regina, que había vivido en Azul, y era la mujer de Katrülaf. Se trata en su mayoría de cantos relacionados con ceremonias de machi (la chamán entre los mapuches), aunque no sabemos si ella lo fue. Entre esas canciones hay una particularmente valiosa porque expresa lo que sufrió su gente en los tiempos de la Campaña”, cuenta Margarita, quien la tradujo también.

Lo mismo se encuentra en muchos de los relatos anotados por el etnólogo alemán. En ello se habla de “las alianzas territoriales, de los intentos de los longkos (caciques) por negociar con los militares para que no continuaran matando a su gente, de cómo debían mudarse de un lugar a otro por el País de las Manzanas para huir de la persecución, de la forma en que fueron capturados y de cómo se los trasladó primero hasta Bahía Blanca y luego hasta aquí”.

“Katrülaf, que tenía unos 18 o 19 durante la Campaña al Desierto, cuenta que a ellos los tomaron prisioneros en un pueblo de Santa Cruz, cerca de un río, en un lugar donde los galeses tenían una pulpería y el Ejército había levantado un fortín. Según su relato, habían ido allí para participar de un parlamento con los jefes militares. Fueron con la idea de firmar un acuerdo o intercambiar prisioneros, y ya era tarde cuando se dieron cuenta de la traición”, relata Gabriel.

Se sabe que con aquellos “Textos Araucanos”, como se conoce a la colección de notas, Lehman-Nitsche tenía previsto escribir alguna vez un libro. Tal era por lo menos su intención al jubilarse del Museo en 1930 y llevarse los apuntes de regreso a su país natal. Murió ocho años más tarde sin haber escrito el libro, aunque sí su dedicatoria inicial. Estaba dirigida a su compatriota y amigo Rodolfo Lenz; y en ella dice: “Espero que se encuentren otros indígenas inteligentes que puedan servir para continuar mi trabajo“.

Al leer aquellas palabras resulta difícil no entrever hoy una misteriosa alusión a Margarita y Gabriel, quienes finalmente convirtieron las voces de los mapuches en ese libro que Lehmann-Nitsche nunca llegó a escribir.

Antecedentes
El libro de Canio Llanquinao y Pozo Menares no es el primero en recoger los testimonios mapuches compilados por Lehmann-Nitsche. Ya el año pasado, la investigadora argentina Marissa Malvestitti había publicado “Mongeleluchi Zungu”, un libro que aborda el mismo material.

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