Jim Carrey: serio es mejor

JIM CARREY EN UNA ESCENA DE “I LOVE YOU PHILLIP MORRIS”

Por Amilcar Moretti

Esta noche, “La chica del sur”, una estupenda película argentina casi desconocida. Con el título en inglés en la programación (“The South Korean Girl”), a las 22.30 se estrena sin que se note esta peculiar pieza cinematográfica realizada por José Luis García. En febrero último se la vio apenas en el Festival de Cine Independiente porteño y llamó la atención. Es un intento por indagar en una trayectoria de vida juvenil hasta la adultez madura. Una muchacha llena de entusiasmo en un momento en que ciertas utopías mundiales aún tenían vigencia, y lo que ha sido de esa mujer que ahora parece querer refugiarse en el silencio tal vez para no revivir la decepción y dolor posteriores de la historia individual y social, con la consecuente pérdida de confianza en la existencia humana.

José Luis García es un argentino que hizo un apasionado y a la vez descriptivo primer documental sobre la vida del pintor de la guerra contra el Paraguay, “Cándido López, los campos de batalla”. Con sus pinturas siempre recordadas por el Museo de Bellas Artes argentino, este singular pintor que desde sus telas aún formula sugerencias estéticas a los nuevos creadores, Cándido López tuvo en el filme de García un planteo formal complejo y didáctico, de gran fuerza. Lo mismo logra en “La chica del sur”, que –creo- no debería dejar de verse, no ya por el contenido (que puede imaginarse una vez iniciada la proyección) sino por las sugerentes, a la vez distantes y dolorosas, evocaciones y reflexiones que suscita.

García cuenta una experiencia personal, política y cultural que tiene validez no solo por su aún actualidad sino porque refiere a una cuestión profunda: la posible trayectoria de la condición humana, o al menos de muchas formas de actuar dicha condición. En 1989, dado que su hermano -militante de izquierda- no puede concurrir a un congreso juvenil comunista internacional en Corea del Norte (nación que hoy todavía plantea diversidad de interrogantes humanos e ideológico-culturales), García aprovecha la oportunidad y marcha con una camarita al país asiático. Allí se cruza con una muchacha de la otra Corea, la del Sur, que como militante pacifista e igualitaria quiere que las dos Coreas se reunifiquen y brote el sueño de la armonía mundial. La joven cae presa en Corea del Norte y sufre tres años de cautiverio, para luego esfumarse. García la recupera dos décadas después, con la ayuda de un productor coreano –personaje esencial en el filme- que no está conforme con su tarea de remover esas sufrientes historias de su país.

El documental y también ficción de García (aclaro: ¿por qué no también “ficción”? ¿Quién puede asegurar que esa mujer que “viene del pasado” es la que parece ser frente a cámara, o bien actúa en escena algo que quiere mostrar a su manera, casi como si fuera un argumento a representar?), repito, la obra de García, casi inhallable, es una magnífica experiencia de y con el cine, con el lenguaje fílmico. Y por añadidura, como señalé, con las extrañas, ilusas y padecientes particularidades de la evolución de una vida humana que quiso (¿o quiere?) creer en algo. A las 22.30, por I-Sat.

Lo gay y otros asuntos

“Te amo Phillip Morris” (“I Love You Phillip Morris”) no es una película que yo subestimaría, como hizo buena parte de la crítica. Tampoco señalo que es un relato de construcción modélica. No hace falta esa supuesta perfección y profundidad para contar una historia interesante y seria que abra cuestiones al espectador o bien lo acerque a asuntos sexuales que nunca se tienen del todo claros, y que conviven con otras problemáticas de la vida. No me refiero a la homosexualidad sino la sexualidad en su sentido de máxima amplitud definitoria de lo humano.

Se sabe que Jim Carrey y Edward McGregor son las figuras principales del filme, que en rigor se inspira en la vida de la persona real que interpreta el primero. Carrey, en general asociado con la comicidad, –a mi entender, contrario a la marea- se muestra mejor actor dramático que para hacer gags o bromas. En todo caso, puede hacer reír seriamente cuando compone a personajes dramáticos, ya que es allí donde sale lo mejor de su expresión.

En la ficción Carrey es un estafador profesional –y, sobre todo, delirante- que en su vida azarosa –y quizás, frustrada- mantiene un vínculo sentimental duradero con el personaje de McGregor en un ambiente no frecuente en el cine de amor: una cárcel. Creo que el filme tiene lo suyo y que, si se le lima y lija toda esa falsía promocional habitual en Hollywood y el Oscar, queda con un relato que no está de más en la pantalla o en la existencia de cualquier común. Martes a las 22.30 por I.Sat.