Conmoción en La Loma: le exigían la plata de un auto y le pegaron 2 tiros

LA CASA DE 32 ENTRE 15 Y 16, DONDE SE DESARROLLÓ EL ASALTO BRUTAL CONTRA LA PAREJA DE 68 Y 72 AÑOS. EN LA HABITACIÓN DEL JUBILADO, QUE SACÓ SU ESCOPETA, HUBO UNA BALACERA. NO ROBARON NADA

Eran tres. Tenían, por lo menos, un arma. Se metieron en una casa de La Loma por la puerta principal. Controlaron a un matrimonio de jubilados. Y al hombre le pegaron dos tiros que no lo mataron de casualidad. Todo, por el dinero para un auto que la víctima pretendía comprar y que ni siquiera tenía en la vivienda. Los ladrones escaparon. El hombre fue asistido en el policlínico San Martín, donde ayer continuaba internado en estado reservado, aunque estable y mejorando. Uno de los balazos le impactó en el abdomen y el otro en una pierna. “Está bien, pero no queremos decir nada más”, se limitaron a expresar sus familiares.

DISPUESTOS A TODO

Habían pasado unos pocos minutos de las 11 de la noche del viernes. Elsa Pecora, de 68 años, y su esposo Carlos Alberto Reynaldi, de 72, descansaban en su vivienda ubicada en 32 entre 15 y 16.

El barrio se veía tranquilo, pero la locura estaba a punto de estallar en ese chalet.

La mujer dormía en un departamento que tienen en los fondos de la propiedad, ya que por una operación no puede subir la escalera, explicó la Policía. Su marido descansaba en la habitación de la planta alta, que es un entrepiso.

En esa escena irrumpieron, de repente y al parecer por la puerta que da a la calle, tres jóvenes. Dicen las víctimas que seguramente eran menores y de contextura delgada, aunque el shock les impide recordar si usaban o no capuchas.

“Uno se fue para el departamento del fondo”, contó un jefe policial, donde entró pateando la puerta y redujo a Pecora ordenándole que se quedara quieta y no mirara. Para conseguir esto último “le tapó la cara”, agregó el vocero, aunque no pudo detallar con qué. Lo que sí aclaró es que no le pegaron.

Otro de los intrusos se quedó en el patio y el tercero, y probablemente el más violento, subió corriendo al entrepiso donde dormía Reynaldi. Se presume que para entonces el hombre ya había escuchado algunos ruidos y se predispuso a tomar la escopeta que guardaba en el placard y con la que intentó defenderse.

No está claro si lo hizo antes o después de que entró el intruso en su pieza. Lo cierto es que éste no cesó un instante en su insistencia de que le entregara “la plata del auto”.

“El dueño de casa había estado preguntando por un coche que quería comprar y al final no lo hizo”, dijo un pesquisa, completando que “ni siquiera tenía la plata en la casa” (ver aparte).

Después de unos cuantos segundos de ese forcejeo verbal, con el asaltante pidiendo el efectivo y el jubilado tratando de convencerlo de que no lo tenía, sobrevino lo peor.

Reynaldi habría llegado a tomar su escopeta, momento en que el atacante hizo nueve detonaciones con su pistola calibre 9 milímetros. Uno de esos disparos alcanzó el abdomen de la víctima, mientras que otro lo hirió en una pierna.

Después de la balacera los delincuentes escaparon sin llevarse nada, explicaron fuentes oficiales. La mujer del jubilado llamó al 911 y en minutos la cuadra se llenó de policías que salieron a buscar a los atacantes mientras Reynaldi era trasladado al hospital San Martín.

EL ESTADO

El jubilado ingresó consciente, aunque dolorido, y enseguida fue revisado por los médicos que establecieron que ninguno de los proyectiles “habían interesado órganos vitales”, explicó un jefe policial.

Después de pasar la noche en terapia intensiva, se lo derivó a la intermedia, donde anoche continuaba alojado. Su evolución era buena,

Mientras tanto, los investigadores seguían tratando de identificar a los responsables del brutal ataque, buscando rastros y analizando filmaciones de cámaras cercanas.