Hace dos años la apuñalaron en un asalto y ahora la desvalijaron

EN 2012 NATALIA MIEHE FUE ATACADA POR UN LADRÓN QUE UN RATO ANTES HABÍA MATADO A OTRA VÍCTIMA

El 14 de diciembre de 2012, después de que la apuñalaran para robarle, Natalia Miehe (32) dijo: “Los médicos que me atendieron me dijeron que tuve suerte, que nací de nuevo. Y que tomara la fecha de hoy como nuevo día de mi cumpleaños”. Pero el tiempo pasó y la delincuencia le pegó una nueva cachetada, según ella todavía peor que la de hace un año y medio.

Lo que le pasó el fin de semana representa para ella una serie de trastornos de los que podrá reponerse sólo “después de mucho tiempo”.

El domingo a la madrugada la mujer salió de su casa de 116 entre 602 y 603. Cruzó la puerta, se tomó un remís que la estaba esperando enfrente y se fue a bailar al Centro.

“Alguien me vio saliendo”, especuló Natalia acerca de por qué los delincuentes eligieron su casa para entrar. Un factor más que colaboró con su fastidio fue que “ningún vecino vio nada. Siempre es así”, protestó.

Los delincuentes actuaron aprovechándose de la oscuridad de la noche y de la aparente falta de testigos. Barretearon la puerta de entrada y tuvieron la vivienda a su disposición.

SAQUEARON LA CASA

Los delincuentes arrasaron con cada objeto de valor que iban encontrando. Fueron dos teléfonos, una cámara de fotos, una notebook, un televisor, alhajas, ropa y la lista continúa.

Tal como sospecha un detective, los ladrones fueron con el objetivo principal de encontrar plata. De tanto revisar la casa, en un cajón se toparon con diez mil pesos, que era la suma del sueldo de la víctima más algunos ahorros.

Cuando Natalia regresó no lo pudo creer. Todo lo que se ganó con mucho esfuerzo (trabaja desde los 15 años) quedó en manos ajenas.

Por eso, el futuro es una incógnita para la mujer. “Ahora no sé cómo hacer. Tardé 10 años en conseguir lo que tengo. Me muero si vuelvo a tardar lo mismo en recuperarlo”, aseguró en diálogo con este diario.

Pero a Natalia no le quedó otra alternativa más retomar el lunes su rutina. “Fui al trabajo para sacarme la amargura. Cuando volví a casa fue como estar de nuevo en la normalidad y acordarme de lo que me pasó”, contó.

RECUERDO DEL SALVAJISMO

En aquel diciembre de 2012, Natalia también se dirigía a trabajar. Eran las 8 de la mañana, y la joven iba a la parada de uno de los dos micros que se toma cada día para llegar a una escribanía de Berisso.

A ella la increpó un delincuente con un arma blanca en 97 y 116. “Me agarró de un brazo y me pidió la cartera, mientras me decía que se la entregara o me mataba”, había relatado en ese entonces.

El ladrón, que venía de matar media hora antes a un hombre en una situación parecida (ver destacado), fue implacable. Como Natalia se resistió, le arrojó una cuchillada en el abdomen, que al final le dio en una pierna.

Fue una herida de seis puntos de sutura que estuvo cerca de cortarle en la vena femoral y provocarle una hemorragia fatal.

“Pero de eso me recuperé en un mes. Del robo del fin de semana no sé cuándo me voy a reponer”, reiteró la mujer.

A la dificultad de volver a equipar su casa y pagar las cuentas, se le suma el miedo. “El barrio está muy complicado. Ahora me quedé asustada pero de acá no me voy a ir. Me hice la casa a transpiración durante un año”, explicó.

Y, sobre la Policía, Natalia aportó una imagen que grafica las condiciones en las que la asistieron: “Vinieron rápido pero se tuvieron que ir al minuto. Tienen un solo patrullero para todo el barrio”.

Su conclusión fue gráfica: “Este robo me dolió más que la puñalada”.