Cuando parecía empate, Gimnasia festejó con un zapatazo increíble

Por WALTER EPÍSCOPO
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La presencia de Agustín Bolívar en la franja central, para auxiliar a Fabián Rinaudo, definió en Gimnasia un esquema inicial dirigido antes que nada a evitar el juego de River, lo cual se le complicó de todos modos por la dinámica de los encargados de manejar la pelota.

Cuatro en el fondo, dos recuperadores en una primera línea media, tres volantes más adelantados con la intención de agilizar los movimientos, y un punta. Así desparramó a sus jugadores Mariano Soso, aunque el propósito de hacerse cargo quedó postergado por las urgencias que aparecieron en terreno propio.

Hubo que esperar 23 minutos para que el partido ofreciera una emoción del tipo que se espera en cada cruce de estas características, y más allá de las actualidades de ambos equipos. Sorprendió Rinaudo apareciendo por el carril derecho, cruzando un centro que encontró libre a Omar Alderete.

Le entró a la pelota de cabeza el paraguayo, con todo a favor, porque tenía distancia suficiente de los marcadores. Pero la pelota salió junto al palo de la mano izquierda de Enrique Bologna. Increíble, verdaderamente. Una clara jugada de gol.

No fue una casualidad ese desembarco del Lobo en el arco de enfrente, porque a los 28 minutos, y en un ataque bien desarrollado, Nicolás Mazzola se abrió a la derecha para recibir con panorama, y los movimientos que acompañaron le dejaron abierta la variante de buscar a Facundo Oreja entrando en diagonal. Le pegó el lateral, bien. Claro que le faltó mayor precisión para encontrar el arco.

Encontró la pelota Brahian Alemán, por lo general recostado sobre la izquierda, y eso iluminó a un Lobo que desde los 20 minutos logró lo que había salido a buscar: dominar campo y pelota. Claro que enfrente tenía un rival con jugadores de nivel suficiente como para responder a fondo.

Eso pasó a los 36 minutos, cuando Nicolás De la Cruz le pegó desde afuera, y en el córner inmediato que otorgó la tapada de Martín Arias, el juvenil Marcelo Sarachi anticipó de cabeza en el primer palo y determinó otra atajada del arquero. Así reapareció el conjunto de Nuñez, que antes de completarse el primer tiempo volvió a llegar muy claro con un desprendimiento de Milton Casco, que recibió un pelotazo cruzado a espalda del marcador y cruzó un derechazo que desvió el dueño del arco albiazul.

Con los matices lógicos, seguro que la primera mitad del encuentro de anoche en el Bosque dejó a las dos partes con la sensación del deber cumplido.

En Gimnasia, porque si bien es cierto que había vuelto a fallar en la definición y atrás no había ofrecido las garantías mínimas, el crecimiento respecto a los partidos anteriores era evidente. Más por la calidad del adversario. En River, porque sin llegar a imponer condiciones, al menos había exhibido también un salto de calidad con respecto a los partidos más inmediatos, empezando por el de la eliminación de la Copa Libertadores frente a Lanús.

La dinámica se extendió al segundo tiempo, y de entrada nomás, porque se jugaban 6 minutos, una equivocación de Casco le permitió a Dibble encontrar la pelota e iniciar una corrida interminable, que lo dejó mano a mano con Bologna, quien tapó abajo, aunque sin poder evitar la inmediata entrada en acción de Nicolás Colazo, que acompañaba por la izquierda, y conectó al gol.

Este grito del Lobo causó una reacción inmediata de Marcelo Gallardo, porque dispuso el ingreso de Gonzalo Martínez, dejado en el banco para favorecer su recuperación de cara a la gran final de la Copa Argentina. Y el Pity revitalizó el juego de los Millonarios, que en pocos minutos trasladó el partido a terreno de Gimnasia.

El partido jugado de arco a arco la mayor parte del tiempo, sobre un terreno afectado por el agua caída en la previa, y hasta durante el juego, causó algunos efectos, aunque lejos estuvo de restarle velocidad en el ida y vuelta a un partido que, más allá de aquel tramo inicial donde los arcos estuvieron de más, resultó verdaderamente entretenido.

Los ingresos de Lorenzo Faravelli, por Mazzola, significó una movida curiosa en el Lobo, más que nada por la altura que perdió el equipo en las dos áreas, y con Carlos Auzqui y Tomás Andrade, la escuadra de Nuñez apostó fuerte por el empate.

Otro error en la salida, ahora de Leonardo Ponzio, significó otra corrida de Dibble, con las características de la anterior, y no definió el uruguayo de la mejor forma, pues con Bologna jugado, trató de definir abajo al segundo palo, y tapó el arquero.

No llegó el segundo, y el partido quedó abierto. Tanto que a los 32 minutos, y tras una falta de Rinaudo sobre Javier Pinola, que pudo evitar Fito, y le terminó costando la amonestación que por llegar al límite deberá pagar con una fecha, contra Racing, Ignacio Scocco levantó la pelota por arriba de la barrera y se le metió a Martín Arias.

No se conformaron, y fueron por todo. Los dos. Parecía más entero River, pero en el descuento, Alemán clavó un zurdazo increíble. Para un triunfo espectacular.