Se reabrió el Reichstag, la sede del parlamento alemán en Berlín

BERLIN, Alemania (AP y REUTER).- El Reichstag de Berlín tuvo ayer su reapertura formal como sede del parlamento alemán, institución que ha sido testigo de la dolorosa historia del último siglo en esta nación. El edificio vio la victoria, la unidad, el militarismo y la derrota, la república y la tiranía, la devastación, la división y, finalmente, las esperanzas alemanas para la reunificación y la paz. Bajo el arquitecto británico Norman Foster, comenzó en 1995 una reconstrucción del Reichstag que ha costado 330 millones de dólares.
La imponente estructura barroca, que comenzó a construirse en 1884 y se completó 10 años más tarde, albergó primero a los representantes del pueblo de la primera Alemania unificada, que floreció bajo los kaisers prusianos.

Más tarde, el edificio fue el escenario de la declaración de la República en 1918, el régimen parlamentario que se desintegró 15 años después en medio de enconadas luchas partidarias, cuando el incendio del edificio en 1933 ayudó a introducir la dictadura nazi de Adolfo Hitler.
Esa era terminó en 1945, cuando los soldados soviéticos levantaron la bandera roja sobre las bombardeadas ruinas del edificio. El colapso de la zona este, comunista, de Alemania vio a la nación declararse de nuevo unida el 3 de octubre de 1990 a los pies del Reichstag. Foster retiró la modesta restauración interior del edificio realizada en la década de 1960 por Paul Baumgarten, para restaurar mucho de la grandiosidad original del arquitecto alemán Paul Wallot.
Sin embargo, impuso un desafiante aspecto moderno para la Alemania del nuevo milenio al coronar el salón central con un enorme domo de vidrio y acero que sustituyó al bombardeado original. Los interiores actuales son brillantes y austeros, con obras de artistas contemporáneos, tanto alemanes como de tres de las potencias que ocuparon el país después de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos, Francia y Rusia.
La contrapartida del histórico momento de gloria de BErlín lo vivió Bonn. Desestimada durante décadas como una de las capitales más aburridas del mundo, desde ayer se convirtió en una ciudad aún más somnolienta a medida que el gobierno desmantela su operación para volver a montarla en Berlín.
El momento temido sobrevino ayer cuando el Parlamento inauguró su nueva sede en el renovado Reichstag: este motivo de celebración en Berlín significó el comienzo del fin de Bonn como centro político. Los habitantes de esta ciudad se esmeran por sacar el mejor partido posible a la situación, buscando atraer negocios y organizaciones internacionales para reemplazar a las estructuras del gobierno que desde ayer ya no están.

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