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La música fuerte crea adicción y afecta cada vez más a los chicos

Los adolescentes escuchan la música cada vez más fuerte y el motivo de este hábito juvenil es que como el volumen elevado genera adicción, crece entre los chicos la necesidad constante de subir los decibeles. Es, según sostienen los especialistas, un círculo vicioso del que si no se sale a tiempo termina en algún grado de sordera. Alertado por lo que advierte en los consultorios, un equipo de fonoaudiólogas que integra la comisión de Ecología del colegio que agrupa a ese sector de profesionales, insiste en abrir la entidad a la comunidad para que se conozcan las consecuencias de la contaminación sonora y el mal uso de la voz. Las profesionales no sólo se basan en su experiencia con pacientes sino también en estudios que vienen practicando sobre distintos grupos. Las conclusiones alarman, porque de la última evaluación resultó que un altísimo porcentaje de jóvenes platenses tiene problemas auditivos. Este miércoles, que se celebrará el Día Internacional de la Conciencia del Ruido, la comisión del Colegio de Fonoaudiólogas repetirá la sesión de "screening" auditivo (audiometría), abierto y gratuito, en la sede de la entidad. Igual que años anteriores, la tarea se realiza para detectar, en la población de mayor riesgo, que la constituyen los adolescentes, los problemas ocasionados por la contaminación sonora. Para las profesionales, los resultados que suele arrojar el estudio son una muestra significativa de lo que ocurre con los jóvenes, expuestos en forma diaria al volumen alto, que pasa muy por encima los 80 decibeles que el oído humano es capaz de tolerar sin sufrir trastornos serios. Las conclusiones de la última prueba efectuada por las fonoaudiólogas ayudan a entender tal preocupación: el 70 por ciento de adolescentes de entre 15 y 22 años que cursaban el año pasado estudios que requieren de un uso especial de la voz (teatro, locución), presentaba indicios de trauma acústico. Ese porcentaje mostró signos de padecer zumbidos en los oídos en forma esporádica. El 100 por ciento del grupo analizado admitió, a través de una encuesta que completa la evaluación, que disfruta en escuchar la música fuerte. El volumen de la música en los boliches (calculado en no menos de 130 decibeles), el sonido elevado que se escucha en los cines con la tecnología actual de los equipos de audio, el sistema MP3 cada vez más extendido entre los jóvenes. Todo contribuye a poner en peligro, a edades tempranas, el oído y la voz. La mayoría de los casos de pérdida en la audición y las disfonías se producen en forma frecuente, pero no son permanentes y coinciden con los momentos inmediatos posteriores a los que los chicos han estado expuestos a un sonido ambiente cuyo nivel de ruido es muy superior a lo que soporta el aparato auditivo. Las hipoacusias inducidas por el ruido pueden llegar a consecuencias graves. Según explicó la fonoaudióloga Silvia Bermúdez, lo que se dañan son las células ciliadas del oído (órgano de Corti) y ese deterioro es irreversible; tanto es así que si la pérdida de audición es severa el único paliativo es la utilización de audífonos. Pero además de la minusvalía física que representa la disminución de la función auditiva, el hábito de escuchar el volumen alto termina causando otros inconvenientes. "La exposición frecuente a la intensidad sonora provoca también ansiedad, fobias, palpitaciones y trastornos en el sueño. La música de un boliche bailable, por ejemplo, lleva a conductas violentas y también al consumo de bebidas alcohólicas, porque produce sequedad en la boca. Se pueden soportar, sin daños posteriores, 80 decibeles durante 8 horas en ambientes ruidosos y siempre y cuando el sonido no esté pegado al tímpano. Esto lo aclaro porque los adolescentes no saben, por ejemplo, que el MP3 tiene 17 decibeles más que el volumen al que se lo coloca por la cercanía del oído con los auriculares", indicó la especialista. EL CUIDADO DE LA VOZ Del manejo de la voz es lo que se ocupa la fonoaudióloga Nora Dumm. El funcionamiento de las cuerdas vocales está muy vinculado a lo ambiental. En la gama de patologías que observa la especialista, una buena parte de las disfonías son inducidas por los ruidos (otras de las causas -aclaró- son el tabaquismo y el alcoholismo). Mucha gente, reveló la profesional, no sabe siquiera que padece algún trastorno en la voz. "Del último estudio que realizamos con la Comisión se desprendió que el 30 por ciento de las personas que se presentaron a la prueba realizada con dos otorrinolaringólogos padecía alguna enfermedad vocal que desconocía, como nódulos, edemas o pólipos en las cuerdas vocales", contó. La disfonía es un daño a la voz que afecta a todas las personas, remarcó Dumm, porque "lo que afecta es la comunicación". En ese sentido, es una patología que alcanza a todas las edades y a diversas ocupaciones. "Los docentes son quienes más tendencia tienen a perder la voz, pero también los alumnos. Lo grave en el caso de los estudiantes es que a raíz del ruido corre riesgo hasta su aprendizaje, porque terminan no entendiendo lo que se les enseña. Hay varias escuelas de La Plata donde en sus aulas es casi imposible estar por la intensidad de sonido que se genera afuera", precisó. LA FIESTA "TRANQUILA" En estos días, en coincidencia con el Día Mundial de la Voz (que se celebró el 16 de este mes) y con el Día Internacional de la Conciencia del Ruido (al que distintas organizaciones de numerosas ciudades del mundo le dedicarán la jornada del 26 de abril) el Colegio de Fonoaudiólogos de La Plata ha previsto varias actividades que forman parte de la campaña 2006 de la institución para prevenir las consecuencias que traen la intensidad sonora, tanto en el sistema auditivo y las cuerdas vocales como su derivación en otro tipo de trastornos orgánicos y emocionales. Como parte del programa de actividades la semana pasada se ofrecieron charlas a docentes y ayer se siguió con una volanteada en el microcentro platense que sirvió para que las expertas en fonoaudiología brindaran a los transeúntes consejos del cuidado vocal. Hoy y el 8 de mayo se ofrecerá una charla en la Escuela Media Nº 1 (38 esq 9) a los alumnos de polimodal, a quienes se les hablará acerca de los efectos del ruido sobre la salud. El próximo miércoles, de 14 a 18, se realizará en la sede del Colegio de Fonoaudiólogos, 38 esquina 15, un "screening" auditivo a la población de riesgo (los jóvenes). La prueba será gratuita para todos aquellos adolescentes que se presenten. A cada participante se le hará un breve cuestionario y se le entregará un folleto ilustrativo sobre el ruido y la salud. Las jornadas contra la contaminación sonora cerrarán el 12 de mayo con una reunión denominada "Fiesta tranquila" ("Quiet party" en otros países). Será un encuentro abierto al público en general en el que se intentará demostrar que no es necesario el alto volumen musical para divertirse. Se hará en la APL, sede ubicada en 54 y 9, y habrá música que no superará los 80 decibeles, nivel de audio que, coincidieron las fonoaudiólogas Silvia Bermúdez y Nora Dumm, permitirá pasar un momento agradable y también bailar.

23 de Abril de 2006 | 00:00
Los adolescentes escuchan la música cada vez más fuerte y el motivo de este hábito juvenil es que como el volumen elevado genera adicción, crece entre los chicos la necesidad constante de subir los decibeles. Es, según sostienen los especialistas, un círculo vicioso del que si no se sale a tiempo termina en algún grado de sordera. Alertado por lo que advierte en los consultorios, un equipo de fonoaudiólogas que integra la comisión de Ecología del colegio que agrupa a ese sector de profesionales, insiste en abrir la entidad a la comunidad para que se conozcan las consecuencias de la contaminación sonora y el mal uso de la voz. Las profesionales no sólo se basan en su experiencia con pacientes sino también en estudios que vienen practicando sobre distintos grupos. Las conclusiones alarman, porque de la última evaluación resultó que un altísimo porcentaje de jóvenes platenses tiene problemas auditivos.

Este miércoles, que se celebrará el Día Internacional de la Conciencia del Ruido, la comisión del Colegio de Fonoaudiólogas repetirá la sesión de "screening" auditivo (audiometría), abierto y gratuito, en la sede de la entidad. Igual que años anteriores, la tarea se realiza para detectar, en la población de mayor riesgo, que la constituyen los adolescentes, los problemas ocasionados por la contaminación sonora. Para las profesionales, los resultados que suele arrojar el estudio son una muestra significativa de lo que ocurre con los jóvenes, expuestos en forma diaria al volumen alto, que pasa muy por encima los 80 decibeles que el oído humano es capaz de tolerar sin sufrir trastornos serios.

Las conclusiones de la última prueba efectuada por las fonoaudiólogas ayudan a entender tal preocupación: el 70 por ciento de adolescentes de entre 15 y 22 años que cursaban el año pasado estudios que requieren de un uso especial de la voz (teatro, locución), presentaba indicios de trauma acústico. Ese porcentaje mostró signos de padecer zumbidos en los oídos en forma esporádica. El 100 por ciento del grupo analizado admitió, a través de una encuesta que completa la evaluación, que disfruta en escuchar la música fuerte.

El volumen de la música en los boliches (calculado en no menos de 130 decibeles), el sonido elevado que se escucha en los cines con la tecnología actual de los equipos de audio, el sistema MP3 cada vez más extendido entre los jóvenes. Todo contribuye a poner en peligro, a edades tempranas, el oído y la voz. La mayoría de los casos de pérdida en la audición y las disfonías se producen en forma frecuente, pero no son permanentes y coinciden con los momentos inmediatos posteriores a los que los chicos han estado expuestos a un sonido ambiente cuyo nivel de ruido es muy superior a lo que soporta el aparato auditivo.

Las hipoacusias inducidas por el ruido pueden llegar a consecuencias graves. Según explicó la fonoaudióloga Silvia Bermúdez, lo que se dañan son las células ciliadas del oído (órgano de Corti) y ese deterioro es irreversible; tanto es así que si la pérdida de audición es severa el único paliativo es la utilización de audífonos. Pero además de la minusvalía física que representa la disminución de la función auditiva, el hábito de escuchar el volumen alto termina causando otros inconvenientes.

"La exposición frecuente a la intensidad sonora provoca también ansiedad, fobias, palpitaciones y trastornos en el sueño. La música de un boliche bailable, por ejemplo, lleva a conductas violentas y también al consumo de bebidas alcohólicas, porque produce sequedad en la boca. Se pueden soportar, sin daños posteriores, 80 decibeles durante 8 horas en ambientes ruidosos y siempre y cuando el sonido no esté pegado al tímpano. Esto lo aclaro porque los adolescentes no saben, por ejemplo, que el MP3 tiene 17 decibeles más que el volumen al que se lo coloca por la cercanía del oído con los auriculares", indicó la especialista.

EL CUIDADO DE LA VOZ

Del manejo de la voz es lo que se ocupa la fonoaudióloga Nora Dumm. El funcionamiento de las cuerdas vocales está muy vinculado a lo ambiental. En la gama de patologías que observa la especialista, una buena parte de las disfonías son inducidas por los ruidos (otras de las causas -aclaró- son el tabaquismo y el alcoholismo). Mucha gente, reveló la profesional, no sabe siquiera que padece algún trastorno en la voz. "Del último estudio que realizamos con la Comisión se desprendió que el 30 por ciento de las personas que se presentaron a la prueba realizada con dos otorrinolaringólogos padecía alguna enfermedad vocal que desconocía, como nódulos, edemas o pólipos en las cuerdas vocales", contó.

La disfonía es un daño a la voz que afecta a todas las personas, remarcó Dumm, porque "lo que afecta es la comunicación". En ese sentido, es una patología que alcanza a todas las edades y a diversas ocupaciones. "Los docentes son quienes más tendencia tienen a perder la voz, pero también los alumnos. Lo grave en el caso de los estudiantes es que a raíz del ruido corre riesgo hasta su aprendizaje, porque terminan no entendiendo lo que se les enseña. Hay varias escuelas de La Plata donde en sus aulas es casi imposible estar por la intensidad de sonido que se genera afuera", precisó.

LA FIESTA "TRANQUILA"

En estos días, en coincidencia con el Día Mundial de la Voz (que se celebró el 16 de este mes) y con el Día Internacional de la Conciencia del Ruido (al que distintas organizaciones de numerosas ciudades del mundo le dedicarán la jornada del 26 de abril) el Colegio de Fonoaudiólogos de La Plata ha previsto varias actividades que forman parte de la campaña 2006 de la institución para prevenir las consecuencias que traen la intensidad sonora, tanto en el sistema auditivo y las cuerdas vocales como su derivación en otro tipo de trastornos orgánicos y emocionales.

Como parte del programa de actividades la semana pasada se ofrecieron charlas a docentes y ayer se siguió con una volanteada en el microcentro platense que sirvió para que las expertas en fonoaudiología brindaran a los transeúntes consejos del cuidado vocal.

Hoy y el 8 de mayo se ofrecerá una charla en la Escuela Media Nº 1 (38 esq 9) a los alumnos de polimodal, a quienes se les hablará acerca de los efectos del ruido sobre la salud. El próximo miércoles, de 14 a 18, se realizará en la sede del Colegio de Fonoaudiólogos, 38 esquina 15, un "screening" auditivo a la población de riesgo (los jóvenes). La prueba será gratuita para todos aquellos adolescentes que se presenten. A cada participante se le hará un breve cuestionario y se le entregará un folleto ilustrativo sobre el ruido y la salud.

Las jornadas contra la contaminación sonora cerrarán el 12 de mayo con una reunión denominada "Fiesta tranquila" ("Quiet party" en otros países). Será un encuentro abierto al público en general en el que se intentará demostrar que no es necesario el alto volumen musical para divertirse. Se hará en la APL, sede ubicada en 54 y 9, y habrá música que no superará los 80 decibeles, nivel de audio que, coincidieron las fonoaudiólogas Silvia Bermúdez y Nora Dumm, permitirá pasar un momento agradable y también bailar.

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