El Cristo del Corcovado en Brasil

Reproducida hasta el cansancio en postales, toallas y ceniceros, el Cristo Redentor del Corcovado, la estatua de hormigón del tamaño de un edificio de 13 pisos que domina la ciudad de Río de Janeiro, cumplió 70 años en octubre pasado. "Es un Cristo muy brasileño: un descomunal monumento a la hospitalidad y la redención de los pecadores", señaló el arquitecto Jorge Semenovith, autor del libro "Corcovado: La conquista de la montaña de Dios". En 2005, 630.000 personas subieron en tren o por carretera los 226 peldaños hasta la cima del cerro Corcovado, donde está el Cristo.

La idea de levantar un Cristo en la cima del Corcovado, un cerro de 710 metros de altura visible desde casi toda la ciudad, surgió a mediados del siglo XIX. Sin embargo, la estatua de 40 metros y 1.145 toneladas de peso fue inaugurada el 12 de octubre de 1931, en el período de entreguerras que popularizó en todo el mundo el culto al Corazón de Jesús. El proyecto debió vencer por el camino la resistencia de la Escuela de Bellas Artes y políticos que querían el monumento en la cumbre de otro cerro, el Pan de Azúcar.

Las obras duraron cinco años y costaron 10 millones de dólares en valor actual. "Llegaron donaciones de todos los rincones de Brasil, lo que le da un gran simbolismo enorme: fue financiada por el pueblo", dijo el arquitecto Semenovith. Los bocetos originales proponían un inmenso Cristo de metal cargando un globo terráqueo y una cruz. "Apenas vieron la maqueta, los cariocas empezaron a bromear y decir que sería un Cristo futbolista", cuenta el arquitecto. "Al arzobispo no le gustó el chiste". Entonces, el ingeniero Heitor Silva proyectó una figura de brazos abiertos hecha de piedra, pues, dicen, temía que en caso de guerra el Cristo fuera fundido para fabricar cañones. La cabeza y las manos fueron esculpidas en Francia por Paul Landowski, que despachó los moldes de yeso por barco y jamás puso los pies en Río de Janeiro para ver su creación.

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