La fiesta del rock
15 de Febrero de 2008 | 01:00
Durante tres noches inolvidables se presentaron en el Cosquín rock algunas de las bandas más importantes del país, junto a varios invitados internacionales. El mal tiempo no fue un impedimento para las miles de personas que llegaron desde el interior del país para disfrutar de la 8va. emisión de uno de los festivales más importantes de la música, que se llevó a cabo los días 8, 9 y 10 de este mes.
La primer noche brillaron los Catupecu Machu, Attaque 77 y Cafeta Cuba; en la segunda, estalló el escenario con Las Pelotas, Intoxicados y los Ratones Paranóicos; mientras que el broche de oro lo pusieron Los Piojos, que vibraron junto a más de 35 mil espectadores.
El máximo encuentro federal rockero lleva ya 8 ediciones y desde que su fundador, José Palazzo, adquirió el espectacular predio en San Roque al pie de un cerro, el festival adquirió matices de ritual del público del interior de la República.
Se abrió a fuego y barro
Un concierto contundente de Catupecu Machu, la tierna elegancia de Café Tacuba y la potencia destructora de los yankees de Suicidal Tendencies, fueron los puntos más destacados de la primera noche del Cosquín Rock.
Un comienzo en el que el público manifestó su total adhesión a esta ceremonia al disfrutar el barro provocado por la lluvia y evitar que se convirtiera en un impedimento.
A las 14.30 una tormenta torrencial se abatió sobre la zona de las serranías cordobesas pero los chicos llegados de Córdoba, Mendoza, San Luis, Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca, Salta, San Juan y Jujuy, despejaron las dudas al ratificar su presencia enterrando los pies en el barro.
A esta altura del partido, el barro fue parte del juego y jamás un obstáculo, por eso la tierra fue parte del vestuario de las más de 20 mil personas que cubrieron el predio, durante la primer jornada.
Los músicos estuvieron a la altura de lo que sucedía debajo y casi todas las bandas que se presentaron en el escenario principal ofrecieron muy buenos conciertos, como ocurrió con Todos Tus Muertos y Carajo, que embolsados tocaron a pesar de la lluvia.
A las 19 subió al escenario uno de los platos principales, Café Tacuba en su debut en la plaza Prospero Montaña -como suele llamar el Catupecu Fernando Ruiz Díaz- y los mexicanitos se metieron a este público, que casi no los había visto en vivo, en el bolsillo.
Con una inmensa calidad y una calidez abarcadora y sin exclusiones, Cosme, Meme, Quique y Joselo Rangel ofrecieron sus hits mezclados con los mejores momentos de "Sino", su último disco, generando bailes frenéticos entre la gente con "No controles" mezclado con la dulzura de "El palacio de las Flores" y "El Baile y el salón".
En el escenario Nitro, los chicanos de Ozomatli, que dejaron atrás sus tiempos heavies, para darle paso al latinaje, pero no en la mano Manu Chao, sino más bien ciertas influencias de Carlos Santana, mucho spanglish, percusión, vientos y hip hop.
Los Ozomatli navegan en aguas de ese rock latino que llegó hace tiempo y por el que bandas de este estilo luchan para que se quede y no desaparezca, mientras las chicas movían las caderas convirtiendo al barro en un elemento sensual.
Los Arbol subieron al escenario a caballo, vestidos con ponchos y al grito de "Aquí Cosquín Rock" desempolvaron la fórmula de hardcore adolescente, con ciertos toques pop.
Con la oscuridad montada sobre el predio, los Catupecu Machu subieron al escenario con Sebastián Caceres en bajo, su nuevo integrante, pero con una mística y una fuerza que los llevaron a ofrecer el mejor show de la noche.
Con un Fernando Ruiz Díaz demoledor, un Macabre iluminado y un Herrlein ajustado como siempre, Catupecu entrego 15 canciones en un nivel altísimo, sin altibajos.
Así se sucedieron "Y lo que quiero", con ese riff ahora histórico y "Plan B" que no le dieron paz a la embarrada, a merced de una banda que arriesga, innova y experimenta.
Para "Dialecto", Fer se hizo cargo del bajo y Cáceres de la guitarra, un instrumento que luego tomo Cristina Aldana, el líder de El Otro Yo para ofrecer una versión sónica cargada de acoples de "Dale!", que Ruiz Díaz cerró con la frase de la noche:"Hasta la montaña Siempre!".
Los uruguayos de la Vela Puerca también tuvieron una buena noche ya que lograron mezclar su melancolía fiestera con sus canciones de "El Impulso", un álbum de pura impronta uruguayo: triste, meditabundo, pero de impacto seguro.
Sin embargo, los uruguayos pagaron el costo de presentarse después de Catupecu, que siempre deja al público en estado enfervorizado, en llamas, como se dice en la calle.
La rebeldía punk adolescente se apoderó del escenario a la medianoche con Attaque 77 como embajadores. Banda festivalera por excelencia, a caballo de sus hits y de lo mejor de Karmagedon -su último álbum-, dejaron a las masas calientes para recibir el hardcore de los Suicidal Tendencies.
Con sus movimientos de boxeador, su histórica bandana azul, Mike Muir y su multiétnico combo desplegaron un hardcore feroz, demoledor, muy esperado.
Músicos de Attaque y otras bandas, amén de muchos heavies se amucharon en el escenario y el backstage para presenciar el show de Muir y sus muchachos, que mostraron par de sus canciones más novedosas junto a los clásicos del repertorio.
La segunda noche negra tampoco desalentó
Las Pelotas, Intoxicados, Gardelitos y Ratones Paranoicos fueron los condimentos artísticos de la segunda jornada del Cosquín Rock, que tuvo otra vez como protagonista a la lluvia torrencial.
La cantidad de agua que cayó, tampoco pudo diezmar a las 25 mil personas presentes que la resistieron hasta que las ropas húmedas dijeron basta.
El sábado tuvo un comienzo soleado y con una alta temperatura, hasta que cuando finalizaba el recital de Las Pelotas, pasadas las 21.30, se largó la lluvia, que pretendió amedrentar a Cristian "Pity" Alvarez y a sus Intoxicados, quienes fieles a su impronta desprejuiciada siguieron tocando como si nada.
El "Reggae para Mirtha" fue el tema elegido para la apertura por Intoxicados, pero el nuevo single "Pila Pila" hizo estallar a la gente que bailó el alocado valsecito ubicado en el medio de la canción.
Para satisfacer a propios y ajenos, Pity eligió el formato de tocar dos rocanroles seguido de dos canciones, de esas que lo han llevado al podio de compositores pop argentinos a partir de trabajos como "No es solo rocanrol" y "Otro día en el planeta tierra".
Es en esas canciones que remiten a Andrés Calamaro, donde relució Felipe Barrozo acompañando a Pity en la guitarra con solos y arreglos, mientras el cantante flota con su poesía y delirio, que le permiten hacer grandes retratos suburbanos como en "Se fue al cielo" o "De la Guitarra".
Cuando la lluvia mojaba el escenario, los plomos corrieron los equipos y a los músicos unos pasos para atrás, pero Pity dio un paso adelante y canto "Nunca quise" y "No tengo ganas", para divertirse un rato después con el bajista Jorge Rossi con dos temas discos a los que el armoniquista le puso sabor tocando el riff de "Harlem Shuffle", de los Rolling Stones.
En "No tengo ganas" los Intoxicados recibieron la sorpresiva visita del vocalista de Las Pelotas, Alejandro Sokol, que abrazó y besó a Pity y se fue sin recitar una estrofa, algo parecido a lo que hizo durante el show de los Ratones Paranoicos, cuando lo invitaron a tocar "Rock del Gato" y patinó en el recitado.
Mientras los asistentes corrían aún más para atrás los equipos y se dudaba del concierto de Gardelitos, aunque la banda tiene un público fiel y más de cinco mil personas trataron de impermeabilizarse con el cobertor del piso y las banderas, porque a esa hora la Comuna de San Roque era Bangladesh y el cielo un mar al que alguien intentaba vaciar de contenido.
Demostrando que lo suyo está a un abismo de distancia artísticamente de la chatura del rock chabón, Eli Suarez Martín y Horacio Ale, el trío Gardelitos se despachó con su rock de neta influencia de las bandas argentinas de los «70 como Vox Dei, Color Humano, Manal y Almendra.
Con barba, pelo largo, funyi y traje rayado, Eli se despachó con clásicos del repertorio de la banda fundada por su padre Korneta Suarez, pero las estrellas de la medianoche fueron los 5.000 leales fans que se quedaron amuchados frente al escenario para disfrutar del concierto de los de Ciudad Oculta.
La noche tuvo un muy buen comienzo con Pelotas que eligieron no cerrar la fecha para poder tocar a las 21 y encontrar a la gente fresca y descansada, una muy buena decisión ya que además tocaron antes del diluvio y con un repaso de su carrera más lo mejor de "Basta" ratificaron su condición de locales en las sierras cordobesas.
El toquecito new wave con "Ya no estás", las muy buenas menciones a "Bombachitas rosas" y "Sin hilo" agitaron a la gente de la mano de Sokol que le cedió el protagonismo a Germán Daffunchio para una explosiva versión de "Esperando el milagro" y "Capitan América".
Con muy buenas canciones y su constante actitud de antidivos del rock star system argentino, Pelotas está en el podio de las mejores bandas locales ratificado en el 2007 con el muy buen disco "Basta".
A las 20, los Ratones Paranoicos ofrecieron un set contundente que permitió ver a una banda veterana, mejorada al haber recuperado a su bajista original Pablo Memi y el mágico groove de sus dedos, como pudo verse en un par de bluses que tocó con un contrabajo eléctrico.
Escuchar "Sucia Estrella" o "Enlace" tocadas por un verdadero bajista y por quien las grabó originalmente le sirve a los Paranoicos para mirar esperanzados el futuro y encarar la grabación del nuevo material, ya que Memi garantiza un despliegue al que Fabián Quintiero no podía ni asomarse.
Casi sobre el final del show de paranoicos, en el escenario temático, Pil Trafa y sus Violadores se despacharon con un emotivo repaso de las grandes canciones de la banda icono del punk local que incluyó una versión de "Anarquía en el Reino Unido" de los Sex Pistols.
Una mención merece le potente y radiable hard rock de El Bordo, otra banda de veinteañeros que salió a escena sin poder probar sonido y a caballito de las canciones de "Yacanto" y de sus anterior álbumes domó al potro y recibió el reconocimiento de la gente.
Más de 35 mil personas en el cierre piojoso
Los Piojos le pusieron el moño al darle al Cosquín Rock 2008 un cierre a fuerza de rocanrol con un concierto ante más de 35 mil personas, en lo que fue la jornada con mayor asistencia de público.
Como fiel reflejo de su poder de convocatoria, el escenario principal estuvo armado a la altura de la banda liderada por Andrés Ciro y parte de la grilla se confeccionó con amigos de la banda de El Palomar como Kapanga y León Gieco.
Con la batería, los teclados y la percusión ubicados en una tarima a 4 metros del piso y pantallas sobre todo el tablado, Los Piojos abrió con el video de presentación de "Civilización", su último álbum.
A poco del inicio del show, Andrés Ciro tomo su guitarra Telecaster para "Te Diría", y demostró sus dotes de gran "frontman" del rock local en potentes versiones de "Taxi Boy" y "Labios de seda".
En varias canciones, la iluminación generaba climas y las pantallas mostraban a los integrantes vestidos con máscaras antiguas como manda el arte de tapa del más reciente cd.
"Maradó" volvió a elevar el voltaje, más allá del repetido homenaje a los botines del 10, pero Ciro y el bajista Micky Rodríguez se lucieron en "Tan solo", en la que el cantante dejó ver una remera con la imagen de la Virgen de Guadalupe, regalo de Alex Lora, líder de El Tri.
Luego, el pequeño Micky tomó el escenario para interpretar la cancioncita folkie serrana cordobesa "Fijate" y "Un buen día" y Ciro brilló de nuevo en "Fantasma".
La hermosa "Ruleta", de "Verde paisaje del infierno", y "El Farolito" provocaron nuevamente la celebración de saltos y empujones, mientras Chuky de Ipola tuvo sus minutos de protagonismo con un solo de piano.
El segmento de invitados tuvo como encargado de la apertura a Vitico en bajo con una versión caliente de "Mi viejo", en la que Gustavo Kupinski se lució con un solo de Gibson Les Paul. Para que la celebración no decayera, Los Piojos sumaron a los Kapanga con quienes compartieron una encendida versión de "Verano del 92".
En la despedida, Ciro y sus amigos se asomaron al clásico de Moris "El mendigo de Dock Sud" y, enseguida, "Finale" permitió la lectura de banderas y el baile murguero de los asistentes del grupo sobre el escenario.
Un rato antes, León Gieco demostró que se está poniendo en ritmo para telonear a Bob Dylan al ofrecer el costado más conocido por la comunidad rockera local, el de cultor del folk-rock.
Kubero Díaz bluseó en la guitarra para "Hombres de hierro" y luego León entregó una bonita versión de sus clásicos "Todos los caballos blancos" y "La mamá de Jimmy".
La prédica antiprivatista de "De igual a igual" demostró no haber perdido vigencia al igual que la bluseada versión de "Bandidos rurales".
Para destacar fue el importante poder de convocatoria de la escena reggae que ocupó el escenario temático y del cual más de 3.000 personas no se movieron ni siquiera cuando Los Piojos ocupó el tablado principal y disfrutaron de la cadencia de Dancing Mood, que dejó al público bien entonado para el momento de Resistencia Suburbana y Nonpalidece.
Estas tres bandas sumadas a Fidel Nadal demostraron el excelente momento que atraviesa la escena reggae argentina y la promesa de un esperanzador futuro.
Esta edición del Cosquín superó las inclemencias del tiempo puso a prueba a una organización que se sacó un aprobado y, además, estuvo en un muy buen nivel artístico, porque esta vez casi no hubo fallas en la programación de la grilla.
La gente ratificó que el de Cosquín es un encuentro rockero federal para apreciar a artistas que casi no visitan sus pueblos y, por ello, volvió a dar muestras de tolerancia y casi de comunidad fraternal. En pocas palabras, esta edición garantiza que la 2009 puede ser aún mejor.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
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