Buena pesca "vertical" en aguas marplatenses
Una modalidad atrayente y deportiva que gana cada día más adeptos
| 7 de Febrero de 2008 | 01:00

Un fanático de la pesca en Mar del Plata y de la pesca vertical, como Eduardo Gambini, odontólogo de la localidad santafesina de Santa Isabel y guía de pesca de pejerrey en su zona, no deja oportunidad de visitar "La Feliz" para embarcarse con el guía Mariano de la Rúa.
Es una técnica por demás entretenida e interesante; para el caso de los peces de roca, como meros, salmones, besugos, chernias, se utilizan jig de entre 200 a 300 grs. de peso; se los deja caer a fondo sintiendo el contacto con la piedra, luego se tensa un poco la línea y se lo viene arrastrando por sobre el pedregal, se le pueden imprimir unos toques bombeando la caña, para que de esta manera venga rebotando por el fondo, haciéndolo más atractivo para los peces. Esta modalidad se la conoce como pirking.
En su última visita, como siempre, partieron desde el Club Motonáutica de Mar del Plata. Se embarcaron en el Malleo II, de 11,50 metros de eslora, modelo skipper clase A, totalmente equipados para este tipo de pesca y esta navegación en aguas abiertas, que implica recorridos que van de las 15 a las 25 millas náuticas, algo así como 27 a 48 kilómetros de distancias de la costa, que es mucho.
Mariano está capacitando a nuevos capitanes para sus barcos, los cuales aparte de tener los cursos requeridos por Prefectura, aprenden a manejar GPS, ecosondas color y equipos de pesca para las distintas modalidades. Esto habla de la seriedad de formar un equipo muy profesional y que cualquiera de ellos que timonee la embarcación garantice el mismo resultado en la salida de pesca. En esta oportunidad navegaron con Roberto como capitán y Nico como ayudante.
LA SALIDA
Desde la partida tomaron rumbo nordeste, para cubrir una distancia de 25 millas náuticas hasta unas piedras en donde días anteriores habían obtenido muy buenos salmones. El grupo que acompañó a Eduardo en esta salida estaba compuesto por cuatro pescadores de la ciudad de Pergamino, dos de Río Negro y tres de Avellaneda.
La navegación se hizo sin mayores problemas, dado que el mar se encontraba tranquilo, con vientos leves de 9 a 11 kilómetros del sector nordeste.
Nico había ubicado las nueve cañas en los correspondientes posacañas de la embarcación. Los equipos estaban compuestos por cañas de 20.40 lbs, reeles cargados con nailon del 0.60 y línea de fondo de dos anzuelos con plomos cilíndricos de 500 grs. para que bajasen mas rápido y no se enganchasen en los fondos de piedras. Como carnada utilizaron magrú y calamar, además de algún filet de castañeta para tentar a los grandes salmones.
Eduardo se dedicó a la pesca vertical utilizando los famosos jigs. El equipo es totalmente distinto: reeles frontales cargados con multifilamento de 80 lbs. y jigs de 200 a 400 gramos y otro modelo de 160 a 200 gramos.
LOS LANCES
Ubicados sobre el pedregal comenzaron los lances, siempre gareteando por sobre el fondo de piedras. El capitán ubica el barco y da la orden de cañas al agua. Se deja caer el aparejo a fondo: cuando se siente el contacto con la piedra se cierra la salida de nailon y se tensa un poco la línea para poder sentir los piques. Estos no se hacen esperar, dado que la concentración de meros es tan grande y son tan voraces, que atacan todo lo que les pase cerca. Meros de 2 a 4 kilos comenzaron a ser subidos a la embarcación con muchos dobletes, los cuales daban trabajo subir debido a la profundidad en la que estaban pescando, de casi cincuenta metros.
La recomendación de Nico era que dejaran que comieran debido a que los salmones son más lerdos y desconfiados y si se apresuran a cañar se pierden las piezas. Además hay que clavar una sola vez y quedarnos con la caña arriba para percibir la presencia del pez. Si seguimos dando cañazos es muy posible perder la captura porque le rompemos la boca o bien, al aflojar la tensión de la línea, la pieza se desprende sola.
Para que se convencieran los pescadores Nico tomó una caña y en una de las pasadas obtuvo un doblete de mero y un salmón de 6 kilos, en varias notas les comentamos que siempre tomen los consejos de los guías.
No satisfechos con la pesca que estaban realizando cambiaron para una piedra más al sur aun, casi a unas 20 millas de la costa y a muchos más kilómetros del puerto. La sucesión de meros fue increíble, los dobletes de 3 a 4 kilos fueron la sensación de cada pescador, pero la pesca dura poco ya que los enredos son a veces mortales en la pérdida de tiempo.
SALMONES
Un salmón que rondó los 9 kilos armó un lindo enredo entre varias líneas. Siguieron los meros hasta que Tomi, joven de 12 años que estaba haciendo sus primeras armas con los jigs, tuvo un pique violento. El trabajo fue duro y le costó unos cuantos minutos hasta reducir a un hermoso salmón de unos 7 kilos.
Siempre con jig, Eduardo obtuvo meros de portes excelentes y un par de besugos, pero no tuvo la suerte de prender ningún salmón.
Con carnada la pesca estuvo mucho más fácil tanto en tamaño como en cantidad; aquellos que después de Eduardo pescaron varios meros utilizaron Jigs, se les complicó bastante más cuando el viento del este comenzó hacer las suyas.
El mayor de la jornada lo obtuvo un amigo pescador de Avellaneda con carnada natural: pesó 13 kilos y le costó unos 10 minutos de dura pelea izarlo.
Una niebla inesperada no permitió pasar por el banco Patria de regreso para tentar algunos limones. Una llovizna persistente los acompañó todo el viaje, pero la pericia del capitán con los instrumentos dio a todos una total tranquilidad. Para más datos y reservas: 0223-15-400-1335/4923007, aquareef@infovia.com.ar.
Es una técnica por demás entretenida e interesante; para el caso de los peces de roca, como meros, salmones, besugos, chernias, se utilizan jig de entre 200 a 300 grs. de peso; se los deja caer a fondo sintiendo el contacto con la piedra, luego se tensa un poco la línea y se lo viene arrastrando por sobre el pedregal, se le pueden imprimir unos toques bombeando la caña, para que de esta manera venga rebotando por el fondo, haciéndolo más atractivo para los peces. Esta modalidad se la conoce como pirking.
En su última visita, como siempre, partieron desde el Club Motonáutica de Mar del Plata. Se embarcaron en el Malleo II, de 11,50 metros de eslora, modelo skipper clase A, totalmente equipados para este tipo de pesca y esta navegación en aguas abiertas, que implica recorridos que van de las 15 a las 25 millas náuticas, algo así como 27 a 48 kilómetros de distancias de la costa, que es mucho.
Mariano está capacitando a nuevos capitanes para sus barcos, los cuales aparte de tener los cursos requeridos por Prefectura, aprenden a manejar GPS, ecosondas color y equipos de pesca para las distintas modalidades. Esto habla de la seriedad de formar un equipo muy profesional y que cualquiera de ellos que timonee la embarcación garantice el mismo resultado en la salida de pesca. En esta oportunidad navegaron con Roberto como capitán y Nico como ayudante.
LA SALIDA
Desde la partida tomaron rumbo nordeste, para cubrir una distancia de 25 millas náuticas hasta unas piedras en donde días anteriores habían obtenido muy buenos salmones. El grupo que acompañó a Eduardo en esta salida estaba compuesto por cuatro pescadores de la ciudad de Pergamino, dos de Río Negro y tres de Avellaneda.
La navegación se hizo sin mayores problemas, dado que el mar se encontraba tranquilo, con vientos leves de 9 a 11 kilómetros del sector nordeste.
Nico había ubicado las nueve cañas en los correspondientes posacañas de la embarcación. Los equipos estaban compuestos por cañas de 20.40 lbs, reeles cargados con nailon del 0.60 y línea de fondo de dos anzuelos con plomos cilíndricos de 500 grs. para que bajasen mas rápido y no se enganchasen en los fondos de piedras. Como carnada utilizaron magrú y calamar, además de algún filet de castañeta para tentar a los grandes salmones.
Eduardo se dedicó a la pesca vertical utilizando los famosos jigs. El equipo es totalmente distinto: reeles frontales cargados con multifilamento de 80 lbs. y jigs de 200 a 400 gramos y otro modelo de 160 a 200 gramos.
LOS LANCES
Ubicados sobre el pedregal comenzaron los lances, siempre gareteando por sobre el fondo de piedras. El capitán ubica el barco y da la orden de cañas al agua. Se deja caer el aparejo a fondo: cuando se siente el contacto con la piedra se cierra la salida de nailon y se tensa un poco la línea para poder sentir los piques. Estos no se hacen esperar, dado que la concentración de meros es tan grande y son tan voraces, que atacan todo lo que les pase cerca. Meros de 2 a 4 kilos comenzaron a ser subidos a la embarcación con muchos dobletes, los cuales daban trabajo subir debido a la profundidad en la que estaban pescando, de casi cincuenta metros.
La recomendación de Nico era que dejaran que comieran debido a que los salmones son más lerdos y desconfiados y si se apresuran a cañar se pierden las piezas. Además hay que clavar una sola vez y quedarnos con la caña arriba para percibir la presencia del pez. Si seguimos dando cañazos es muy posible perder la captura porque le rompemos la boca o bien, al aflojar la tensión de la línea, la pieza se desprende sola.
Para que se convencieran los pescadores Nico tomó una caña y en una de las pasadas obtuvo un doblete de mero y un salmón de 6 kilos, en varias notas les comentamos que siempre tomen los consejos de los guías.
No satisfechos con la pesca que estaban realizando cambiaron para una piedra más al sur aun, casi a unas 20 millas de la costa y a muchos más kilómetros del puerto. La sucesión de meros fue increíble, los dobletes de 3 a 4 kilos fueron la sensación de cada pescador, pero la pesca dura poco ya que los enredos son a veces mortales en la pérdida de tiempo.
SALMONES
Un salmón que rondó los 9 kilos armó un lindo enredo entre varias líneas. Siguieron los meros hasta que Tomi, joven de 12 años que estaba haciendo sus primeras armas con los jigs, tuvo un pique violento. El trabajo fue duro y le costó unos cuantos minutos hasta reducir a un hermoso salmón de unos 7 kilos.
Siempre con jig, Eduardo obtuvo meros de portes excelentes y un par de besugos, pero no tuvo la suerte de prender ningún salmón.
Con carnada la pesca estuvo mucho más fácil tanto en tamaño como en cantidad; aquellos que después de Eduardo pescaron varios meros utilizaron Jigs, se les complicó bastante más cuando el viento del este comenzó hacer las suyas.
El mayor de la jornada lo obtuvo un amigo pescador de Avellaneda con carnada natural: pesó 13 kilos y le costó unos 10 minutos de dura pelea izarlo.
Una niebla inesperada no permitió pasar por el banco Patria de regreso para tentar algunos limones. Una llovizna persistente los acompañó todo el viaje, pero la pericia del capitán con los instrumentos dio a todos una total tranquilidad. Para más datos y reservas: 0223-15-400-1335/4923007, aquareef@infovia.com.ar.
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