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Wajda y la masacre de Katyn

El regreso del maestro polacoPor AMILCAR MORETTI

Wajda y la masacre de Katyn

Escena del filme

9 de Marzo de 2008 | 01:00
Andrzej Wajda está vivo y en plena creatividad a los 82 años. "Katyn", su última película estrenada, de presentación no prevista en nuestro país, fue una de las cinco que compitió por el Oscar a la mejor producción extranjera. "Katyn" narra por primera vez en el cine mundial la masacre que la ex Unión Soviética cometió en 1940 en los bosques del mismo nombre en Polonia, donde fue asesinado el padre de Wajda, sin que se tuviera nunca noticia de los ejecutados y desaparecidos, 21 mil entre oficiales militares e intelectuales, lo más brillante de su generación para Polonia, con una larga historia de desgarramientos atroces. El genocidio fue descubierto en los bosques de Katyn por los nazis, cuando invadieron en 1943 durante la Segunda Guerra. Los nazis, autores del más grande genocidio de la historia, utilizaron como propaganda anticomunista el descubrimiento de las fosas comunes donde los cuerpos, por la gran acumulación de materia, permanecía como una masa informe de difícil disolución. El mundo poco habló en su momento de la masacre de Katyn, como tampoco lo hizo en demasía, aunque los gobiernos de las potencias sabían, del holocausto perpetrado por el nazismo mientras sucedía. Debieron pasar varias décadas, hasta las proximidades de la del setenta, para que la evidencia fuera asumida y discutida, como demuestran los ensayos de Hannah Arendt, la más grande filósofa sobre el tema. Rusia recién en 1990, derrumbado el comunismo soviético, reconoció la matanza del sistema de Stalin. Estas demoras no son extrañas: España recién en los últimos tres años comenzó a excavar y debatir sobre las fosas comunes en las que los franquistas enterraron después de desaparecer y fusilar al menos 50 mil opositores después de terminada la guerra civil en 1939. Esa flamante y tardía política de la memoria es hoy uno de los grandes problemas de Rodríguez Zapatero. Argentina tiene el privilegio de ser, acaso, el país en el mundo entero que de modo más rápido y efectivo afrontó el ocultamiento de sus 30 mil desaparecidos durante la dictadura militar iniciada en 1976.

Quizás para las generaciones actuales sea difícil ubicar a Andrzej Wajda, de quien no se recuerdan estrenos desde de la década del 80. El polaco es uno de los últimos viejos maestros vivos del cine, apenas acompañado por el francés Resnais y el portugués De Oliveira, muertos hace poco Bergman y Antonioni. Es difícil de explicar la repercusión que las películas de Wajda, junto al nuevo cine polaco de los años 60, tuvieron en el mundo y muy en especial en Argentina, con La Plata como una de las ciudades centrales. Todo eso desapareció, también con miles de personas y valores, y casi no se recuerda. "Kanal" (1957), "Cenizas y diamantes" (1958), "Paisaje después de la batalla" (1970) llenaban salas en nuestra ciudad y Buenos Aires, y se reponían una y otra vez en los extintos ciclos de cine-arte. Wajda filmó dentro de la sólida industria cinematográfica estatal comunista en un período en que la pantalla polaca se convirtió en vanguardia de las producciones del este europeo, junto a la checa, y competía bien con la francesa, italiana e inglesa. Wajda fue el impulsor de un gran actor joven, Zbigniew Cybulski, muerto tempranamente y hoy por completo olvidado, llamado en su época el "James Dean polaco". Dentro del sistema comunista, Wajda nunca fue condescendiente y siempre tuvo problemas con la censura, pero seguía filmando. A diferencia de Polanski, más joven, no se exilió, y en contraposición a Zanussi, autor de las estupendas "La estructura de cristal", "Vida familiar" e "Iluminación", en su critica a la dictadura del modo soviético no se convirtió en un hombre de negocios propagandista mediocre de las posiciones del Vaticano, de gran influencia en Polonia por mayoritariamente católico.

Wajda conserva su independencia creativa y tiene planes para el futuro. Ante la periodista europea Dorota Hartwich anunció que en o junio próximo comenzará el rodaje de su nuevo filme, la adaptación de la novela "Tatarak" de Jaroslaw Iwaszkiewicz, conocido en Polonia. "Después de "Katyn" -un filme políticamente comprometido- quiero volver al cine psicológico, en el cual la mujer es el tema principal. La prosa de Jaroslaw Iwaszkiewicz es una excelente materia para este tipo de cine". En cuanto a "Katyn", referida a la verdad cruel que continua negándose a ser difundida y que es también una historia basada en su propia tragedia familiar -la espera del regreso de su padre desaparecido-, dijo Wajda: "Sí, y es justamente por estas razones que la realización del filme ha llevado varios años. Finalmente, la película está compuesta por escenas elegidas y diálogos tomados de los diarios íntimos, memorias y correspondencias que los oficiales asesinados mantuvieron con sus esposas. ¿A quién dirijo la película? Bueno, las familias cuya historia está ligada a Katyn conocen la verdad. Mi filme va dirigido en particular al joven público polaco que desconoce el tema. Lo dirijo también al público más maduro que, en la época de la República Popular de Polonia, sólo oía mentiras a este respecto. El público joven respondió definitivamente como yo esperaba. La prueba es el largo silencio que sigue al final de la proyección".

A Brian Hanrahan de la BBC Wajda le confesó el temor de que su película pasara a formar parte del debate político cuando su estreno, en octubre pasado, momento en que los mellizos Kaczynsky, ultraderechistas católicos y nacionalistas perdieron la elección frente al liberal europeísta y proestadounidense Donald Tusk, que anunció que permitirá la instalación de un escudo antimisiles de EE.UU., para disgusto de la actual Rusia capitalista. "No me saco ninguna foto con políticos ni doy entrevistas de carácter político. No tomo parte en las elecciones, a parte de como ciudadano, por supuesto. Así que estoy haciendo todo lo posible para que mi película no sea utilizada con fines propagandísticos". Agregó: "Quiero que esta película sea una despedida, un punto final al tema. No quiero que cause ninguna disputa política. Tan sólo quiero acabar con este tema. Aunque fuese un crimen, no creo que deba tener consecuencias en forma de cargos judiciales para las personas responsables. Creo que es muy importante que esta película no se convierta en instrumento para la manipulación política".

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