Recuerdos platenses de la guerra

A 26 años del 2 de abril de 1982 aquellos chicos de la guerra que salieron de La Plata casi sin instrucción y con poca información sobre adónde y para qué iban, hoy con canas la mayoría y todos con un gran tramo de la vida transcurrido, sienten que dieron el paso más importante en su historia de Malvinas regresando a la tierra donde pelearon contra las fuerzas británicas. EL DIA reunió a los tres contingentes que viajaron a las islas gracias al convenio celebrado entre la Municipalidad de La Plata y el CECIM y, ya de vuelta en la Ciudad (el cuarto y último grupo del programa está en el archipiélago) los ex combatientes contaron las vivencias que en definitiva les sirven para elaborar un pasado por demás doloroso.

Por el peso de la historia personal a cada uno el regreso le pegó de un modo distinto. Pero hay sentimientos en común que destacaron los doce platenses y que pueden resumirse en emoción, sentido de reconocimiento, y un alivio que sólo ellos experimentan.

El primer grupo del operativo "retorno" salió de La Plata el 15 de marzo y al día siguiente llegaba a Puerto Argentino. Néstor Sáenz, Sergio Juárez, Carlos Luque y Daniel García abordaron el avión en Aeroparque con los nervios y la ansiedad propios de quienes desconocen con qué van a encontrarse. El temor era entendible. No sabían cómo iban a enfrentarse a sus fantasmas ni qué lesiones internas podían reactivarse al ver los lugares donde combatieron, pasaron hambre y frío y vieron caer a sus compañeros.

"Ahora me siento tranquilo, porque veo que todos estos años no fueron en vano", fue la reflexión de Juárez y con la que todos estuvieron de acuerdo. Para García, esa semana en Malvinas, agotadora porque implicó jornadas de varios kilómetros de caminata, resultó "muy buena", y coincidió con Luque en que la sensación fue "reconfortante". Del grupo, Sáenz fue el que encontró su trinchera casi tal cómo la recordaba, hasta con la lata de betún que formaba parte de sus pertenencias. "Es fuerte", dijo.

El cementerio de Darwin es la visita que más anhelan concretar los ex soldados que no han regresado a Malvinas. Volver para homenajear a los caídos argentinos frente a sus sepulturas ha sido para ellos su deseo más caro, y cumplirlo significa, según todos remarcaron, sanar parte de la herida.

Pablo Suárez, Miguel Anderfuhrn, Mario Berens y Fernando Marino, el segundo contingente en viajar en 2008, planeó una evocación especial. Anderfuhrn y Marino conocían de la infancia y la adolescencia a Dante Luis Pereira; eran amigos del joven de Villa Elisa que murió en la guerra. Con dinero de todos, en Punta Arenas -la ciudad chilena en la que recalaron antes de pisar suelo malvinense- compraron un acordeón. Dante era integrante de la banda de música del Regimiento 7 y Miguel -que era su compañero en la agrupación- interpretó el Himno Nacional junto a su tumba. Además, Fernando rodeó la cruz con la medalla de egresado que envió la facultad de Ciencias Veterinarias, donde el platense caído alcanzó a aprobar el curso de ingreso antes de ser reincorporado a las filas del Ejército.

El tercer grupo de ex combatientes que regresó a las islas, integrado por Pedro Pelazzini, Rodolfo Merlino, Oscar Saliture y Horacio Luciano, tuvo la particularidad de viajar junto al hijo de uno de ellos -Francisco Saliture, de 17 años-. El adolescente "fue uno más", según comentó el padre mientras que el resto asintió. "Pancho", que escucha los relatos de la guerra desde que era chico, se conmovió con las visitas casi a la par de los ex combatientes.

Estos viajes son parte de la reivindicación histórica que ha reclamado el CECIM desde que la entidad se conformó pocos meses después de concluido el conflicto armado. Para quienes han cargado con la necesidad de volver al archipiélago ("no todos", aclaró uno de los ex combatientes) esos siete días en la Isla Soledad completan un ciclo, que si bien no termina de cerrar se enriquece con esta visita, que representa parte de "la memoria, la verdad, la justicia y la soberanía que estamos buscando", según definió la experiencia Merlino.

Quedan, igual, cuestiones por saldar y en ese sentido Saliture insistió: "falta que se identifique a todos los caídos y que se revisen a fondo los maltratos que sufrimos". Pero además, para mantener la memoria, el ex soldado cree que es necesario una presencia permanente en las islas. "Hay que volver cada vez que se pueda", reiteró.

La relación cordial con los isleños es también algo que los integrantes del CECIM van a buscar. Según confiaron, los lazos están estrechándose. "Nos tratan con respeto -contó Suárez- y eso es importante porque en el 82 estaban ahí y no podíamos ni hablarles".