Gimnasia se demostró a sí mismo que querer es poder
| 12 de Octubre de 2010 | 00:00
A esta altura de las circunstancias, y en pleno temporal futbolístico, la actuación, y el empate (0-0), de ayer de Gimnasia en el Monumental de Núñez, se puede valorar desde la forma y la manera, porque el equipo de Morant supo estar a la altura de las circunstancias y hasta terminó mejor perfilado que los millonarios.
Igualmente el empate se ajustó a lo que sucedió ayer en el reducto riverplatense, que deja muchas más cosas en el haber de Gimnasia que en el de River, más allá que las estadísticas marcan últimamente una gran paridad entre los dos, porque con el de ayer igualaron en los últimos cinco partidos.
El Lobo arrancó con un claro 4-4-1-1, siempre con la firme intención de no dejarlo hacer a River, y alertado por las falencias del rival, intentó forzarlo por los costados, con Encina por derecha y Casco por el otro costado.
La idea táctica de Morant, en el arranque, anduvo a los tropezones, ya que la movilidad del equipo de Cappa le generaba problemas atrás y también en el medio, aunque los maderos del arco de Sessa jugaron claramente a su favor.
La actitud de Cappa de arrancar la segunda etapa con Buonanotte y Affranchino en la cancha en reemplazo de Díaz y Lamela lo aplacó un tanto, perdió aquella intensidad inicial, también claridad, y le permitió a los albiazules a poder sostener, sin tanto agobio y apremio, el cero a cero.
Lo mejor de Gimnasia estuvo en el cierre de ambos períodos. Porque, como expresó su capitán, ayer se dio un baño de entrega y lucha, peleó cada pelota como si fuera la última, y hasta pudo encontrar los espacios para partir en contragolpe, y casi le da un dolor de cabeza a su adversario.
Luego de probar de afuera vía Encina y Rinaudo, en la última jugada del primer tiempo, tras centro de Neira desde la izquierda, encontró solo a Córdoba entrando por el segundo, aunque en off side, y su cabezazo fue atrapado bien por Carrizo.
Y en el cierre del partido, ya parado con un 5-3-1-1, con los agregados de Castro, Landa y Graf, y cuando la impotencia de River chocaba contra el fondo de Gimnasia y la seguridad de Sessa, otra vez Córdoba casi produce el batacazo.
Pero el delantero no estuvo certero, y dilapidó las tres chances que cerraron el cotejo. Primero Carrizo le desvió al córner un derechazo cruzado y alto.
Después mandó por sobre el horizontal un cabezazo, tras centro de Castro desde la derecha, y finalmente, asistido por Graf que llegó libre por izquierda y le puso un pase bajo al primer palo, le entró mal de derecha y el balón se fue casi pegado a ese parante.
Siempre Gimnasia tuvo mejor cierre, y River un arranque prometedor. Los dos cargaron mochilas de imperfecciones y urgencias (los dos están en promoción) y donde el ganar parece algo imposible. Ni hablarle a Gimnasia de contundencia, en donde no ha marcado de visitante, aunque este punto puede dejarle como enseñanza que el querer es poder, y que rebelarse contra la adversidad, tiene que ser una constante de aquí en más.
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