Toulouse, la "Ciudad Rosa" de Francia
Una gran urbe con alma de pueblo pequeño, que se presta a interminables paseos y excursiones fluviales
| 12 de Diciembre de 2010 | 00:00

Mientras el norte de Francia vivía entre sombrías armaduras y un clima en el que el sol brillaba por su ausencia, la capital del Reino Occitano cantaba odas de amor cortesano e inventaba con los "capitouls" o cónsules, una forma de democracia.
El carácter pacífico de sus gentes y una meteorología benigna ayudaron sin duda a que se implantara en toda la región la alegría de vivir como norma fundamental.
Emblema arquitectónico de esta Edad Media gloriosa en Toulouse, al sur de Francia, entre Montpellier y Burdeos, es la basílica de Saint Sernin que constituye, con su campanario octogonal de cinco pisos, el mayor edificio románico del mundo occidental. De color rosa púrpura, su campanario, que reina sobre todo Toulouse, creó escuela para decenas de iglesias del sur de Francia a las que sirvió de modelo.
Toulouse debe su brillante cultura arquitectónica a los riquísimos mercaderes que, hasta finales del siglo XVI, hicieron fortuna gracias al comercio del pastel. Esta pequeña planta amarilla permitía teñir los tejidos de un especialísimo color azul profundo e indeleble.
Cultivada la planta en el triángulo Toulouse-Albi-Carcasonne, dio nacimiento al mito del Pays de Cocagne (expresión que en castellano podría traducirse como la Tierra de Jauja).
LUJOSAS MANSIONES
Aturdidos por el lujo, los mercaderes tolosanos del pastel se entregaron a una competencia despiadada por ver quien construía la mansión más lujosa y deslumbrante de la villa, la torre más alta o los interiores más ricos.
Gracias a esta desenfrenada carrera, Toulouse cuenta hoy con más de setenta palacetes con unos magníficos patios interiores protegidos del ruido de la ciudad.
Entre ellos merecen citarse los de Assezat (sede de la Fundación Bemberg, con sus colecciones de pinturas y objetos decorativos desde el Renacimiento hasta el siglo XX), Bernuy, du Vieux Raisin, Pierre, May, o Astorg.
Todos ellos están construidos con los famosos ladrillos que han valido a Toulouse el apodo de Ciudad Rosa.
Según la posición del sol, el color de la ciudad pasa del rosa claro al oscuro, del coral al rojo. Y toda esa luz y ese esplendor decorativo se une a esa mezcla de indolencia y exuberancia que compone el encanto de la villa.
RECORRIENDO LA CIUDAD
Aparte de la basílica de Saint-Sernin, que no se puede dejar de visitar, hay otras muchas atracciones en Toulouse para ver y pasear.
La Plaza du Capitole, enorme y rodeada de edificios rojos, es el centro histórico y social de la ciudad. De ella sale la calle Taur. Se trata de una estrecha via flanqueada de antiguos edificios. A lo largo de la misma se encuentra la iglesia de Notre Dame du Taur, del siglo XIV, con una portada ojival custodiada por estatuas de santos, En la esquina de la calle Perigord se levanta la maciza torre Morand, del siglo XII y en el lado opuesto, la fachada del Collage de l'Esquile, del siglo XVI.
Otra calle muy visitada por los turistas es la Ozenne, que se extiende entre antiguos y hermosos palacios entre la amplia plaza des Carmes y el Paseo Jules Guesde.
Otras iglesias muy importantes son las de los Jacobinos, la de Notre Dame de la Dalbade, la de Saint Nicolas, la de Notre Dame de la Daurade y el convento de los Agustinos, del siglo XIV, que incluye un importante museo.
La de los Jacobinos alberga la tumba de Santo Tomás de Aquino. El edificio, de estilo gótico meridional, fue construida por los dominicos entre el siglo XIII y XIV. Merece el visitante no olvidar el amplio claustro y la admirable Sala Capitular de tres naves, apoyadas en elegantes columnas.
CRUCERO FLUVIAL
Una manera original de visitar Toulouse, es en un barco por el río Garona, que atraviesa la ciudad. Un crucero por esta vía revela todo el esplendor urbano visto desde el agua; los sombreados muelles de ladrillo, el puerto de la Daurade, la Escuela de Bellas Artes, el Pont Neuf (construido, a pesar de su nombre, en el siglo XVI), el Asilo Saint-Jacques (declarado Patrimonio de la Humanidad) o el Prado de los Filtros.
Otra alternativa fluvial desde Toulouse es hacer una excursión por el Canal du Midi, extraordinaria obra arquitectónica que une la ciudad con el Mediterráneo, y a través del Canal del Garona, a ésta con el Atlántico a través de 360 kilómetros de vías navegables.
RICA GASTRONOMIA
En toda visita turística a Francia, la gastronomía juega un papel importante. En esta región del Languedoc, se suelen comenzar las comidas con un aperitivo denominado Fleur de Gascogne, que combina mosto fresco tinto o blanco con aguardientes de Armagnac procedentes de la misma bodega.
Los reyes de los entrantes son el bloque de foie gras, si es posible, artesanal, y el jamón negro de Bigorre.
A continuación, y en medio de un silencio religioso, llega el cassoulet, compuesto por alubias, fundidas en un confit de oca y salchichas, aderezado con nuez moscada, hierbas diversas y ajo.
El verdadero cassoulet necesita largas horas de cocción antes de servirse en un pequeño cuenco de barro.
En cuanto a la tabla de quesos, no puede ser mas apetitosa. De vaca, cabra u oveja, se pueden degustar el Rocamadour, el Roquefort, el Azul de Causses, el Tomme del Pirineo o el de Laguiole.
Entre los vinos típicos figuran las denominaciones de origen Gaillac, Cahors, Fronton, y Marcillac, entre otras.
INFORMACION COMPLEMENTARIA
Cómo llegar
El aeropuerto de Toulouse está bastante cerca de la ciudad, que además cuenta con una estación de tren importante unida a toda la red ferroviaria de Francia.
Por carretera, Toulouse está unida a Barcelona por autopistas, que también se pueden utilizar desde Madrid, Zaragoza y Huesca.
El carácter pacífico de sus gentes y una meteorología benigna ayudaron sin duda a que se implantara en toda la región la alegría de vivir como norma fundamental.
Emblema arquitectónico de esta Edad Media gloriosa en Toulouse, al sur de Francia, entre Montpellier y Burdeos, es la basílica de Saint Sernin que constituye, con su campanario octogonal de cinco pisos, el mayor edificio románico del mundo occidental. De color rosa púrpura, su campanario, que reina sobre todo Toulouse, creó escuela para decenas de iglesias del sur de Francia a las que sirvió de modelo.
Toulouse debe su brillante cultura arquitectónica a los riquísimos mercaderes que, hasta finales del siglo XVI, hicieron fortuna gracias al comercio del pastel. Esta pequeña planta amarilla permitía teñir los tejidos de un especialísimo color azul profundo e indeleble.
Cultivada la planta en el triángulo Toulouse-Albi-Carcasonne, dio nacimiento al mito del Pays de Cocagne (expresión que en castellano podría traducirse como la Tierra de Jauja).
LUJOSAS MANSIONES
Aturdidos por el lujo, los mercaderes tolosanos del pastel se entregaron a una competencia despiadada por ver quien construía la mansión más lujosa y deslumbrante de la villa, la torre más alta o los interiores más ricos.
Gracias a esta desenfrenada carrera, Toulouse cuenta hoy con más de setenta palacetes con unos magníficos patios interiores protegidos del ruido de la ciudad.
Entre ellos merecen citarse los de Assezat (sede de la Fundación Bemberg, con sus colecciones de pinturas y objetos decorativos desde el Renacimiento hasta el siglo XX), Bernuy, du Vieux Raisin, Pierre, May, o Astorg.
Todos ellos están construidos con los famosos ladrillos que han valido a Toulouse el apodo de Ciudad Rosa.
Según la posición del sol, el color de la ciudad pasa del rosa claro al oscuro, del coral al rojo. Y toda esa luz y ese esplendor decorativo se une a esa mezcla de indolencia y exuberancia que compone el encanto de la villa.
RECORRIENDO LA CIUDAD
Aparte de la basílica de Saint-Sernin, que no se puede dejar de visitar, hay otras muchas atracciones en Toulouse para ver y pasear.
La Plaza du Capitole, enorme y rodeada de edificios rojos, es el centro histórico y social de la ciudad. De ella sale la calle Taur. Se trata de una estrecha via flanqueada de antiguos edificios. A lo largo de la misma se encuentra la iglesia de Notre Dame du Taur, del siglo XIV, con una portada ojival custodiada por estatuas de santos, En la esquina de la calle Perigord se levanta la maciza torre Morand, del siglo XII y en el lado opuesto, la fachada del Collage de l'Esquile, del siglo XVI.
Otra calle muy visitada por los turistas es la Ozenne, que se extiende entre antiguos y hermosos palacios entre la amplia plaza des Carmes y el Paseo Jules Guesde.
Otras iglesias muy importantes son las de los Jacobinos, la de Notre Dame de la Dalbade, la de Saint Nicolas, la de Notre Dame de la Daurade y el convento de los Agustinos, del siglo XIV, que incluye un importante museo.
La de los Jacobinos alberga la tumba de Santo Tomás de Aquino. El edificio, de estilo gótico meridional, fue construida por los dominicos entre el siglo XIII y XIV. Merece el visitante no olvidar el amplio claustro y la admirable Sala Capitular de tres naves, apoyadas en elegantes columnas.
CRUCERO FLUVIAL
Una manera original de visitar Toulouse, es en un barco por el río Garona, que atraviesa la ciudad. Un crucero por esta vía revela todo el esplendor urbano visto desde el agua; los sombreados muelles de ladrillo, el puerto de la Daurade, la Escuela de Bellas Artes, el Pont Neuf (construido, a pesar de su nombre, en el siglo XVI), el Asilo Saint-Jacques (declarado Patrimonio de la Humanidad) o el Prado de los Filtros.
Otra alternativa fluvial desde Toulouse es hacer una excursión por el Canal du Midi, extraordinaria obra arquitectónica que une la ciudad con el Mediterráneo, y a través del Canal del Garona, a ésta con el Atlántico a través de 360 kilómetros de vías navegables.
RICA GASTRONOMIA
En toda visita turística a Francia, la gastronomía juega un papel importante. En esta región del Languedoc, se suelen comenzar las comidas con un aperitivo denominado Fleur de Gascogne, que combina mosto fresco tinto o blanco con aguardientes de Armagnac procedentes de la misma bodega.
Los reyes de los entrantes son el bloque de foie gras, si es posible, artesanal, y el jamón negro de Bigorre.
A continuación, y en medio de un silencio religioso, llega el cassoulet, compuesto por alubias, fundidas en un confit de oca y salchichas, aderezado con nuez moscada, hierbas diversas y ajo.
El verdadero cassoulet necesita largas horas de cocción antes de servirse en un pequeño cuenco de barro.
En cuanto a la tabla de quesos, no puede ser mas apetitosa. De vaca, cabra u oveja, se pueden degustar el Rocamadour, el Roquefort, el Azul de Causses, el Tomme del Pirineo o el de Laguiole.
Entre los vinos típicos figuran las denominaciones de origen Gaillac, Cahors, Fronton, y Marcillac, entre otras.
INFORMACION COMPLEMENTARIA
Cómo llegar
El aeropuerto de Toulouse está bastante cerca de la ciudad, que además cuenta con una estación de tren importante unida a toda la red ferroviaria de Francia.
Por carretera, Toulouse está unida a Barcelona por autopistas, que también se pueden utilizar desde Madrid, Zaragoza y Huesca.
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