Kirchner y los intendentes ¿Hora de reconciliación?

Por MARIANO PÉREZ DE EULATE

Tibio y silencioso, acaso porque la admisión del error supone aceptarse equivocado, Néstor Kirchner ha comenzado un proceso de acercamiento, casi una tregua, con el grupo de intendentes del PJ bonaerense a los que él mismo elevó a la categoría de rivales internos luego de las elecciones de junio del año pasado.Con un Gobierno que afronta prioridades económicas delicadas (inflación, canje de deuda, pago de vencimientos con reservas...), se busca cierta tranquilidad en la interna K. Al menos hasta 2011

Hablamos de ese lote de jefes comunales que, a nivel local, logró despegarse de la derrota general del Frente para la Victoria, que llevó al santacruceño como primer candidato a diputado nacional por la Provincia. En persona o a través de terceros, el ex presidente está acercando la promesa de que cesará su embestida vengadora que, en la mayoría de los casos, se tradujo en el súbito corte de asistencia financiera nacional. Con un Gobierno que afronta prioridades económicas delicadas (inflación, canje de deuda, pago de la misma con reservas, etc), se busca cierta tranquilidad en la interna K. Al menos hasta 2011, cuando indefectiblemente se negocien candidaturas, lugares en las listas y alineamientos varios.

Por supuesto que todos esos intendentes aludidos no se conformarán sólo con el cese de las ironías y los comentarios hirientes que suele desplegar Kirchner en las reuniones de rosca oficialista. Ni tampoco con invitaciones a sonreir para la foto con la Presidenta. Ellos sentirán que la promesa se cumple si, efectivamente, se abre el grifo de los fondos ya comprometidos.

ANTECEDENTES

En verdad fueron varios los jefes distritales que el año pasado llegaron a los comicios con la boleta K y, a pesar de eso, lograron cantar victoria en su pago chico. Pero el kirchnerismo, en medio del ataque de furia inicial, pareció focalizarse en tres de ellos, a quienes le colgó el mote de "traidores" o "rebeldes". Son el platense Pablo Bruera, el bahiense Cristian Breitenstein y el joven Sergio Massa, de Tigre, quien fuera además jefe de gabinete de ministros de Cristina Fernández.

En el caso de Bruera, más de una fuente kirchnerista consultada por este diario admitió que, a esta altura, el ex presidente le hizo un favor en términos de opinión pública: su nivel de conocimiento creció mucho fuera de La Plata desde que Kirchner lo elevó varios escalones para torearlo, según sondeos que tienen en el Gobierno. De todos sus colegas es probablemente el que quedó más alejado de la Casa Rosada. Sobre todo luego del acto en Ferro, cuando lanzó, en soledad, una nueva corriente dentro del PJ bonaerense, con espíritu crítico pero no opositor a los K.

Si en aquel acto Bruera no pudo mostrarse con otros colegas fue porque éstos aceptaron la sugerencia kirchnerista de repensar la movida insurgente y confiaron en la promesa de que se venía un tiempo de acercamiento, como efectivamente estaría pasando en estos días. El platense tiene la tesis contraria: hay que pararse en la cancha con porotos propios para luego tener margen de negociación política con un kirchnerismo casi seguro en retirada.

NEGOCIACIONES

Fue el propio Kirchner quien abrió la vía de negociación con Massa y se le atribuye al ministro del Interior, Florencio Randazzo, la tarea de manejar la relación política con Breitenstein. Por otra parte, el bahiense y Bruera han pactado una convivencia pacífica con el gobernador Daniel Scioli, algo que no hubiera sido posible si la Casa Rosada vetaba el acercamiento.

Según fuentes del PJ, otro dato que puso a Kirchner a repensar su reacción inicial luego de junio fue un pedido discreto pero firme que le acercaron algunos intendentes de la Tercera Sección Electoral (sur del conurbano), en el sentido de no forzar a nadie a abandonar el espacio oficialista, dado que los pronósticos electorales para el 2011 no son favorables a los K. "Necesitamos a todos para ganar", habría sido el mensaje. Algunas versiones dicen que fue el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, el encargado de hablar con Kirchner sobre esto y otras cuentan que, en verdad, sólo hablaron con Randazzo y éste fue el canal transmisor.

Si se normalizan las relaciones y se deja atrás lo pasado, más de un dirigente hiperkirchnerista deberá pisar el freno. Es que, por orden de Kirchner, en algunos distritos la presión oficial a los "intendentes rebeldes" incluyó ofensivas territoriales para armar espacios políticos opositores o directamente la ruptura de los bloques oficialistas en los Concejos deliberantes.

UN CASO PARADIGMATICO

La Plata es un caso paradigmático de esto. Allí el ministro Julio Alak encabeza un armado que tributa a Kirchner casi como a una deidad, cuyo objetivo es complicarle la vida a Bruera. Lo acompañan Carlos Castagneto, los hermanos Carlotto, Emilio Pérsico y demás referentes. Fuera de los límites de la Ciudad, en el PJ se comenta que es cada vez más evidente que la llegada de Alak al gabinete nacional sólo se explicó por el encono de Kirchner con el actual intendente platense.

Es más: la semana pasada hubo fuertes versiones -el dato lo aporta una fuente de la Rosada- respecto a que Alak le había presentado la renuncia a la Presidenta. Pero que no se entusiasme el bruerismo. No habría sido como consecuencia del eventual cese de hostilidades contra Bruera. El gesto de Alak, que Cristina habría dejado congelado hasta nuevo aviso, se debió a la revelación de un dato maldito: que mientras presidía Aerolíneas Argentinas, el actual ministro habría sido alertado acerca de los supuestos sobreprecios en la compra de 20 aviones. ¿Cómo? Mediante un e-mail hallado en un peritaje reciente que se hizo en una PC de la empresa. Esa máquina era de un cercano colaborador de Alak en la empresa aérea, hoy trabajando en el ministerio de Justicia y, por supuesto, ex funcionario municipal hasta diciembre de 2007.