La "leyenda" de Pedro y el Lobo tuvo un capítulo más

Con la vuelta de Troglio el Bosque volvió a ser una gran fiestaPor WALTER EPÍSCOPO

Desde el jueves por la tardecita cuando por fin llegó el "sí", empezó a escribirse un nuevo capítulo de esta gran historia de amor, sentimiento y pasión, que empezó allá por enero del 97 cuando llegó para incorporarse como jugador. A partir de ahí surgió la filial del Barrio Mondongo que lleva su nombre y que ayer desplegó una gran bandera con un dibujo de la cara del técnico. Y hay muchas imágenes de ese gran amor, sus corridas por el andarivel derecho con el Viejo Griguol manejando los hilos. Aquel golazo en Mar del Plata ante Estudiantes que fue el que más gritó un verano.

En abril de 2005 volvió como técnico para salvarlo del descenso. Lo logró, y al torneo siguiente salió subcampeón y al final de la temporada lo terminó de clasificar a las Copas Sudamericana y Libertadores. Llegaron momentos difíciles, esa goleada ante Estudiantes ("es una espina que llevo clavada adentro", dijo el jueves cuando dio su primera conferencia de prensa). Y en abril 2007 se terminó yendo. Pero jamás se olvidó de su querido Lobo. Varias veces estuvo por volver, pero no se dio.

Y cuando más lo necesitaba Gimnasia volvió. Dejó de lado propuestas en Primera División y en el exterior, para volver al Bosque. "Sabía que iba a volver", dijo en los últimos días, los cuales fueron intensos. Se emocionó al reencontrarse con "su" gente en Abasto y el sábado se emocionó cuando los hinchas fueron a ver la práctica. Y otra vez la cena en la Casona. La concentración. "Me siento en mi casa", dijo.

La ansiedad lo comió en las últimas horas en la previa y no veía la hora de subirse al micro para enfilar para su querido Bosque.

EL GRITO SAGRADO

Su sonrisa nunca desapareció de su cara en ese trayecto cuando bajó del micro y se metió en el vestuario local. Muchos abrazos y el deseo de "suerte" de todos. Y exactamente a las 13:53 cuando pisó el campo de juego volvió a escuchar ese grito sagrado: "Olé, olé, olé olé, Pedro, Pedro...." La gente lo venía cantando en los últimos partidos de Ingrao, pero ahora era diferente. Pedro estaba ahí. Vestido con una camisa gris, jeans y zapatillas blancas levantó sus manos y saludó.

El pueblo tripero explotó, la platea techada de pie lo recibió. Se metió en el banco, pero ante el gran griterío debió salir de nuevo a saludar a la tribuna del Bosque y "La 22" que lo esperaba. A los plateístas que entienden que otra vez viene en un momento difícil. Y lo vivió intensamente. Jamás se sentó. Caminó dentro de su corralito. Gritó. Se puso las manos en los bolsillos. Se peinó. Hizo mil gestos. protestó ante algunos fallos. El mismo Pedro sanguíneo de siempre.

Explotó con el gol del Turbo Vargas y se abrazó con su cuerpo técnico gritando con la boca bien abierta y mirando al cielo. Sufrió en esos últimos minutos cuando lo expulsaron a Vittor y la visita apuraba. Allí prácticamente se metió dentro del campo de juego.

La gente desde afuera gritó con todas sus fuerzas. El Bosque volvió a ser ese Bosque que tiempo atrás tenia más alegrías que tristezas. "Porque al Lobo lo vengo a alentar, en las buenas y en las malas mucho más" gritaban los habitantes de la tribuna y Pedro sintió lo mismo desde el banco.

Levantó su puño cuando el árbitro decretó el final. Se abrazó de nuevo con sus colaboradores y enfiló para el túnel. Levantando los brazos, tirando besos y señalando su corazón. Se fue envuelto en un griterío. El Bosque volvió a ser una fiesta. La gente volvió a ser feliz. Y la "leyenda" de Pedro y el Lobo, tuvo un nuevo capítulo.

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