Viaje de Olmos a Chaco con una meta solidaria

Un grupo de platenses trabajó durante tres años para dotar de agua potable a comunidades aborígenes que viven en el Impenetrable

Después de tres años de campaña, un grupo de platenses que pertenece al Rotary Club Olmos-Etcheverry recorrió mil kilómetros, soportó temperaturas cercanas a los 48º y superó un sinfín de contratiempos con el objetivo solidario de dotar de agua potable a tres comunidades aborígenes que viven en el Impenetrable chaqueño.

Para cumplir con el cometido se determinó en qué comunidades era imperioso plasmar el Proyecto Agua, se llevaron adelante eventos con los que se consiguieron los fondos y se realizó una alianza con un grupo de personas que hacía viajes solidarios en sus vehículos Land Rover Club 4x4.

Carlos Sarasibar, presidente del Rotary Club Olmos-Etcheverry, señaló que todo pudo concretarse gracias a las donaciones y a la buena predisposición de muchas empresas, "quien nos proveyó los equipos, consultó a su casa matriz en Holanda y nos vendieron los paneles solares más las tres bombas y el tablero de comando al precio de una", aseguró.

Algo similar ocurrió con el presupuesto para la perforación, además de la ayuda de otras empresas que donaron tanques de agua, caños y los repuestos necesarios. Además se trasladó hasta el Norte un tráiler con cuatro cisternas de mil litros, cada una cargadas con cajas de alimentos, ropa, útiles escolares, libros, computadoras e impresoras, entre otros elementos.

Ya en Chaco se hicieron algunas paradas solidarias como por ejemplo en el hospital de Sauzalito donde se entregó una impresora multifunción con cartuchos de repuesto, medicamentos, pañales y otros enseres.

Al llegar a la escuela de Fortín Belgrano en Salta y, bajo un sol difícil de soportar, el grupo se dividió en el equipo de perforadores y quienes instalaron los paneles solares, además hubo que hacer algunos retoques en los soportes e instalar las columnas que los sostendrían.

"Cuando el agua comenzó a salir, estaba aún sucia, pero era dulce y no tenía olor. Nos dimos cuenta que todo había sido un éxito, sólo faltaba que el pozo se limpiara y se instalara la bomba definitiva accionada por paneles solares", señaló Sarasibar.

La instalación logró que la "vertiente" se transformara en una fiesta de "bautismo" para todos y, como si se tratara de un carnaval anticipado, jugaron con el agua sin distinción de edades: "se instaló una canilla donde se cocina, era la primera vez que podían utilizar agua en abundancia para cocinar, beber y limpiar". El maestro Ricardo destacó que "el agua debe ser para toda la comunidad no solo para la escuela", agregó el rotario.

A 30 Km de ese lugar la tarea se repitió en la comunidad wichí de La Esperanza, para beneficiar a unas 50 familias con una carencia similar ya que el río Bermejo, proveedor del agua utilizada para el consumo, se encuentra a dos kilómetros y la población estaba obligada a tomar agua de los "madrejones" -charcos que deja el río cuando desborda-. "Sólo había un pozo con un poco agua marrón, así que se puso manos a la obra y se demostró que con un mínimo de presupuesto se puede solucionar esa carencia de agua en las comunidades dispersas en el monte", contó el rotario que aún recuerda la alegría del cacique Germán jugando con el agua.

El proyecto también se desarrolló en la escuela "El Destierro", a la que asisten unos 70 niños y que está ubicada entre Fortín Belgrano y la comunidad de La Esperanza. "Al principio el agua salía turbia, pero la gente aseguraba que estaba linda y asentada como para usarla para el riego o el aseo personal", agregó Sarasibar.

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