El alcohol, presente en la mayoría de los incidentes que se filman
| 27 de Noviembre de 2011 | 00:00

Quiso subirse al auto a los tumbos pero quedó tirado en el piso ni bien abrió la puerta. Allí, desparramado en el suelo, se quedó unos minutos como si buscara algo debajo de la carrocería. No sabía, en realidad, ni qué buscaba. Apenas pudo levantar la cabeza cuando vio que un patrullero se estacionaba al lado y dos policías le pedían que se identificara. El hombre, de unos 40 años, no podía mantenerse en pie y buscaba por todas las formas de resultar creíble. Era imposible. Estaba en diagonal 74 y 46, frente a las oficinas del centro de Monitoreo Público Urbano (Mopu), y la secuencia, registrada hace ta sólo unos meses, se convirtió a los pocos días en uno de los videos más vistos de Youtube. "El borracho que quería manejar y no pudo", se titula el episodio, y es uno de los algo más de 7 mil que las cámaras de seguridad callejera grabaron en nuestra región en lo que va del año. Son choques, peleas, intentos de robos, disturbios con motos o peleas en plena calle. Todos quedaron registrados por el sistema de vigilancia. Y la gran mayoría, se desprende con un simple vistazo, tienen al exceso de alcohol como principal protagonista.
Según Rivademar, "se debe tener en cuenta que se trata de una herramienta de prevención, nada más. Y para que funcione tiene que ir acompañado de otras medidas complementarias, como iluminar bien la zona donde se instalen los dispositivos y podar los árboles cercanos. La visibilidad es algo fundamental, y gracias al aporte de este sistema son muchos los episodios violentos que podemos prevenir".
VIGILANDO
Cuestionadas por algunos sectores y avaladas por otros, las cámaras de vigilancia que funcionan en nuestra región forman parte de una tendencia que se acentúa a nivel mundial. El Reino Unido puede ser en ese sentido el gran ejemplo de la videovigilancia. El Ministerio del Interior de ese país anunció no hace mucho que se iban a instalar cámaras no sólo para vigilar, sino también para que hablen en una veintena de ciudades. Las cámaras se cuentan por millones en Gran Bretaña: allí hay cuatro millones doscientas mil, es decir, una por cada doce ciudadanos.
En nuestra región, los casi 200 ojos electrónicos que vigilan las 24 horas lo que ocurre en la vía pública están distribuidos en la zona del microcentro, en el barrio La Loma, en City Bell, en Villa Elisa, en Gonnet y en los espacios municipales de la terminal de micros, el Pasaje Dardo Rocha y la República de Los Niños. También se instalaron en este último tiempo en Altos de San Lorenzo, Villa Elvira, San Carlos y Los Hornos, entre otros.
OJOS QUE VEN
Todo lo que se observa queda registrado y catalogado por delito en el archivo del centro. Ese archivo de monitoreo, por ejemplo, muestra cómo la semana pasada un oficial terminó muerto de un disparo en 7 y 72. También una pelea en una plaza céntrica entre un grupo de adolescentes o, como el caso del borracho que no pudo subirse al auto y que terminó saliendo en casi todos los noticieros del país, un sinfín de personas alcoholizadas deambulando por la vía pública.
"Es una herramienta ciudadana que poco a poco va contando con el compromiso de los vecinos -sostiene Rivademar-. La mayoría de hechos detectados por este sistema no alcanzan a concretarse, y eso es justamente porque el mecanismo de filmación sirve para hacer prevención de delitos. No decimos que sea la herramienta definitiva para combatir la inseguridad, pero sí un complemento que ayuda mucho".
Lo que dice Rivademar, como se dijo, entra en sintonía con la mirada de muchos investigadores del tratamiento de las señales multimedia en todo el mundo, quienes están convencidos de que nos encontramos en los albores de la era de la videovigilancia, algo así como el efecto Big Brother descrito en el libro 1984 de George Orwell. En ese sentido, dicen, los progresos tecnológicos significativos de los últimos años abren un amplio espectro de perspectivas infinitas.
¿Pero qué ven esos ojos digitales cuando ven? Según explican los propios responsables del MOPU, a través de una pantalla dividida en recuadros que reproducen varias cámaras a la vez, intentan estar atentos a todo movimiento que en apariencias resulte sospechoso, desde una persona que increpa a otra hasta un tumulto alrededor de un auto. Otra de las cosas que también se observan, apuntan, son las patentes de los autos para chequear así si tienen pedido de captura. Y si ven algo, enseguida le dan aviso a la policía.
De acuerdo a lo que se explica, la colocación de las cámaras se instrumenta a partir del mapa del delito y sus zonas más conflictivas, pero también desde las demandas barriales canalizadas a través de reuniones con los vecinos, los foros de seguridad y relevamientos de personal comunal que analiza la situación puntual y fundamenta la ubicación del dispositivo de video.
"No sólo es un recurso preventivo que los vecinos poco a poco empiezan a pedir para sus barrios -sostiene Rivademar-. También se trata de una herramienta de mucha ayuda para la propia policía, quienes en miles de oportunidades logran prevenir delitos luego de que el centro de control, a través de sus cámaras, alerten sobre un movimiento sospechoso".
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