Impunidad y violencia, dos heridas abiertas

La herida de la impunidad volvió a doler esta semana. La de Marita Verón es una de esas historias que estremecen a todos. Se sabe que la secuestraron, hay testimonios que coinciden en que la obligaron a prostituirse y, desde hace diez años, está desaparecida. La lucha de su madre para intentar encontrarla, para averiguar lo que pasó y para encontrar el alivio de la justicia es directamente conmovedora. Ha consagrado a eso su vida, se ha metido en el submundo de la trata de personas y ha logrado, con una formidable dignidad, convertirse en símbolo de la lucha contra ese flagelo social que durante mucho tiempo ha sido ignorado o minimizado. En este contexto, la absolución de los 13 acusados por el caso ha generado indignación. Quizá no haya habido pruebas. Pero lo que es evidente es que después de diez años nadie ha podido determinar quiénes son los responsables de este horror. Y en la Argentina, la impunidad no es una herida que se haya abierto con este caso.

Este ha sido, sin duda, el tema más sensible de la semana. En las páginas siguientes se profundiza sobre el flagelo que el caso ha puesto en primer plano -el de la trata- y sobre las claves de una causa que probablemente nunca llegue al esclarecimiento.

En La Plata, mientras tanto, nuevos crímenes en asaltos han despertado la indignación ciudadana. El caso del estudiante de Odontología asesinado delante de su novia cuando bajaba del micro en Abasto resulta estremecedor. Era un joven lleno de sueños y proyectos. Y se le fue la vida de una puñalada para robarle 100 pesos. Sus vecinos seguían movilizados cuando en otro barrio, Villa Montoro, mataron casi de la misma forma a un vecino que trabajaba de portero en un edificio de 3 y 50. Dos víctimas en una semana. Barrios movilizados para reclamar (foto). La Ciudad convive con el miedo.

La violencia está en todos lados y la ineficacia policial para controlarla a veces genera desconcierto, como ocurrió ayer mismo en el fútbol del ascenso (ver supl. dep.).

No fue, como se ve, una semana fácil de digerir. Pero tuvo, por supuesto, matices y contrastes. Las fiestas de egresados y entregas de diplomas movilizaron a miles de familias e instalaron un clima de emociones festivas que abarcó desde la Universidad hasta la más humilde escuela de barrio.

Esta semana el año ya entra en la cuenta regresiva. Los preparativos para las Fiestas y las despedidas de fin de año marcarán el ritmo. Los muñecos empezarán a copar el paisaje de los barrios y reeditarán una tradición platense que moviliza a grandes y chicos. Habrá que esperar que así se aflojen las tensiones que han dominado la escena pública en las últimas semanas.