¿Por qué a hombres y mujeres nos gusta tanto tener sexo?
| 8 de Diciembre de 2012 | 00:00

Aunque parezca mentira, fue necesario realizar una encuesta para saber a ciencia cierta la respuesta a la pregunta ¿porqué nos gusta tanto tener sexo?. Los resultados arrojaron que no se trata únicamente de hacerlo sólo por placer, como podría imaginar un mal pensado. Los veteranos David M. Buss y Cindy M. Meston de la Universidad de Austin (Texas) recuerdan que las razones que nos conducen a practicar sexo es uno de los asuntos que menos han interesado a la psicología, cuando precisamente es de los más relevantes, ya que manifiestan de manera clara las ideas, creencias y actitudes de la persona que lleva a cabo un acto sexual.
Los autores aseguran que una relación sexual no implica solamente a las dos personas que participan en el acto, sino también “un contexto social y cultural mucho más amplio, en el que tiene implicaciones en lo que se refiere al prestigio, estatus y reputación”.
Tampoco nos reproducimos por razones meramente reproductivas. Es más, el ser humano es uno de los animales que menos descendencia tiene en
comparación con el número de sus relaciones sexuales, que en muchos casos puede situarse en una relación de mil a uno.Buss y Meston preguntaron a 404 estudiantes texanos y encontraron 237 razones diferentes para practicar sexo, es decir, casi una diferente por
cada pareja. De servir como solución al aburrimiento a aliviar un dolor de cabeza, entre los más de dos centenares de respuestas había razones para todos los gustos: “estaba cansado de ser virgen”, “mis hormonas estaban fuera de control”, es considerado tabú por la sociedad”, “quería celebrar algo especial”, “estaba borracho”, “fue el resultado de una apuesta”, “quería alardear delante de mis amigos por mi conquista”, “era una forma de cambiar de tema en la conversación”, “era consciente de que no iba a tener una oportunidad semejante” o “quería dar la bienvenida a alguien que volvía a casa”.
Incluso hubo quien llegó a manifestar que una de las razones por las que practicaría sexo sería para transmitirle una enfermedad a una persona que le cayese mal.
La diferencia, hay que recordar, es que la mayor parte de los encuestados eran jóvenes universitarios que, por lo tanto, obedecen a motivaciones distintas que los adultos en sus encuentros sexuales. Como recuerdan los investigadores, según una persona se hace mayor, se muestra más inclinada a dar más importancia a lo afectivo que a lo meramente físico. Pero, en general, ¿qué nos conduce a practicar el acto sexual, y por qué deberíamos hacerlo?
-Placer: Quién lo diría, ¿verdad? El orgasmo con el que concluye (en teoría) toda relación sexual alivia la tensión acumulada durante las llamadas fases de excitación y de meseta, y libera endorfinas que nos hacen sentir un bienestar instantáneo. Otras investigaciones recuerdan que este placer puede ser interpretado en su sentido más amplio, es decir, no sólo desde un punto de vista físico, sino también personal y social, de igual manera que una comida en un restaurante de lujo o un viaje a un destino paradisiaco.
-Reproducción: Hasta que seamos capaces de reproducirnos por esporas o por escisión, algo que no parece plausible en el corto plazo, seguiremos necesitando en la mayor parte de casos practicar sexo para tener descendencia. Salvo, claro, en los casos de inseminación artificial y reproducción asistida.
-La satisfacción del trabajo bien hecho: ¿Tenés baja la autoestima? ¿Sentís que has fracasado en todos los aspectos? Hacé feliz a tu pareja (en la cama) y todo irá automáticamente mucho mejor. En lo que se refiere al refuerzo de la confianza en uno mismo, nada mejor que un encuentro sexual satisfactorio, especialmente si viene acompañado por una retroalimentación positiva de nuestra pareja. De vez en cuando, hemos de recordarnos que somos bueno en algo.
-Para aprender: Una de las motivaciones más comunes entre los adolescentes, que durante los años de su juventud exploran el mundo a través de experiencias de diferente pelaje, entre las que se cuentan, como no podía ser de otra forma, las sexuales. En ese sentido, el sexo jugaría un importante papel socializador y de puesta en práctica de los conocimientos adquiridos, ya que pone a prueba la entrada del joven en el mundo adulto. Con el paso de los años, este carácter exploratorio de la sexualidad comienza a desaparecer a favor de otro tipo de razones más íntimas (comprensión, confianza, seguridad), aunque nunca es tarde para aprender cosas nuevas.
-Necesidad de afecto: El sexo es una de las actividades más íntimas de la vida de cualquier persona, en cuanto que del repertorio de relaciones físicas que podemos mantener con las personas de nuestro entorno, no hay otra que la supere. Por ello mismo, como señaló B.C. Leigh en 1989, se trata de la mejor manera de expresar (y por lo tanto, sentir) el amor por nuestra pareja. Además, el orgasmo compartido alivia la sensación de soledad y desamparo consustancial a todo ser humano.
-Para sentirse cerca de Dios: Así lo aseguraban algunos de los consultados en el estudio. Quizá pueda parecer paradójico desde el punto de vista de la cultura occidental, pero en muchas tradiciones, el orgasmo (o la “petite morte”, como se denomina en francés), es uno de los pocos momentos en los que el pensamiento se libera por completo de contenido -junto, quizá, en la final del Mundial-, por lo que ha sido considerado como uno de los actos que más nos acercan a lo trascendente. No hace falta irse demasiado lejos para establecer dicha relación: las visiones extáticas de Santa Teresa de Jesús han sido interpretadas, en varias ocasiones (como ocurría en la polémica película de Ray Loriga Teresa: el cuerpo de Cristo), como una experiencia tan religiosa como sexual.
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