El Cañón Arco Iris Un bello sector del Parque Talampaya

Coloridos cerros, dunas rojas que mueve el viento y ríos que van cambiando sus cursos, son los principales atractivos turísticos del lugar

Montañas con coloridos estratos de hasta 250 millones de años, ríos secos que varían su curso con las lluvias y dunas rojas que se mueven con los vientos hasta formar un laberinto en un desierto sólo apto para baquianos y cultores del turismo aventura, son los principales atractivos del Cañón del Arco Iris, una zona espectacular ubicada en el centro oeste de La Rioja.

Estas no son las únicas particularidades de este circuito del Parque Nacional Talampaya, ya que también tiene un río que corre “a contramano” de los otros de la región y estratos que, empujados por fuertes cataclismos de la prehistoria, quedaron verticales o hasta invertirlos respecto de su orden original.

Para visitar esta zona lo mejor es alojarse en la localidad sanjuanina de San Agustín del Valle Fértil, que es la más cercana (138 kilómetros) y desde donde también se puede llegar con facilidad al Parque Provincial Ischigualasto.

El recorrido, que se hace siempre con guía y en vehículo, consta de dos partes: los cerros con sus franjas de colores y el acceso previo, a lo largo de 24 kilómetros por lechos secos de ríos.

La entrada es un camino de ripio que surge hacia el norte en el kilómetro 133,5 de la Ruta Nacional 76, sobre amplias “planchas” -canto rodado desparramado por los desbordes de ríos durante las lluvias y piedras partidas por la amplitud térmica- también llamadas “pavimento del desierto”.

Es un trayecto para conocedores, ya que se transita sobre huellas y cauces secos, entre matorrales y arbustos bajos y espinosos que hacen que todos los rumbos posibles parezcan iguales.

Allí llueve unas 10 horas al año y no más de 200 milímetros, pero la fuerza del agua forma abanicos fluviales y desvía los cursos de los ríos, en tanto las dunas se mueven por los fuertes vientos, en especial el zonda, y el recorrido parece un juego interactivo con rutas y paisajes cambiantes .

Con guias

Por eso, los turistas sólo p ueden ser llevados por choferes habilitados de la Cooperativa Talampaya de Guías, como Ariel Bergara y Camilo Ormeño, quienes además saben cómo actuar cuando lluvias imprevistas llenan en segundos los cauces con aguas correntosas.

Los guías muestran la tierra escamada sobre la que se transita y comentan que la arcilla se reseca sobre el suelo y cuando llueve se vuelve impermeable, el agua no la penetra y corre muchos kilómetros, y cuando pasa la lluvia todo queda igual de seco que antes.

Hacia el sur, más allá de la ruta ya invisible tras dunas y matorrales, se ven la Sierras Moradas que separan Talampaya de Ischigualasto (Valle de la Luna), ubicado ya en territorio de San Juan.

Existe un río de la zona que corre de sur a norte, a diferencia de los otros que van desde el lado del Valle de la Luna, por eso se llama “Río Mañero”.

Luego se entra al río Ontiveros, hasta donde se angosta y grandes bloques desmoronados cierran el paso, por lo que hay que apearse junto a montañas de estratos sedimentarios de variados colores que justifican el nombre de A rco Iris.

Este sector poco frecuentado del Parque Talampaya se llama Cañón Arco Iris por la multiplicidad de colores que se pueden ver. El verde es óxido de cobre, el amarillo de azufre, el rojo de hierro, el gris o negro es ceniza volcánica o carbón de vegetales quemados por volcanes y mezclado con sedimentos y el azulado es azufre con cenizas, y también se advierten unas finas vetas blanquecinas a causa del yeso.

Respecto del rojo -que es predominante en el parque- se aclaró que su tonalidad varía si la oxidación del hierro fue en superficie o bajo el agua, cuando la zona era lago o mar, y además están los “conglomerados”, unas vetas de lava con todo tipo de mineral.

Dos altos paredones bordean la estrecha garganta donde se debe caminar entre grandes piedras de formas suaves o bordes filosos, y sobre gruesas arenas rojizas y planchas de piedra tan lisas que parecen lustradas.

Los paredones son desparejos, con aristas como de cristal quebrado, y sus estratos multicolores no están apilados horizontalmente como en muchos otros cañones, sino inclinados o hasta verticales.

Geoformas

También se ven geoformas a las que el i maginario les dio nombres como “lobo marino”, “tortuga”, “sapo”, “pan dulce” o “patas de elefante”.

Tras unos mil metros de caminata de baja dificultad, las paredes son corrugadas, de un tono marrón en el que muchos ven chocolate en ramas, y el piso es cada vez más escarpado hasta culminar en un callejón sin salida donde una pared marca el fin de la excursión. Pero el callejón tiene una salida unos 10 metros arriba, porque es un canal por donde llega el agua de lluvia en aluvión desde tierras elevadas e inunda el sendero hasta convertirlo en un río.

Flora y Fauna

Los arb ustos y matorrales del desierto riojano parecen todos iguales a primera vista en el circuito del Cañón del Arco Iris, pero la variedad es amplia, en tanto la fauna es escurridiza y por lo tanto muy apreciada por los cazadores fotográficos y turistas en general.

Desde el camino que conduce al cañón, se pueden ver las plantas achaparradas y de hojas pequeñas, típicas del clima desértico, entre ellas las jarillas, retama, cachiyuyo, sampa, crucita, sanalotodo o muña muña, cola de quirquincho, tusca, suncho y bailabién.

Algunas de ellas, según los lugareños, tienen propiedades curativas, y aseguran que lo mejor para inflamación y dolor de pies es introducirlos cinco minutos en agua caliente tras hervirla con una rama de jarilla y sal.

En cuanto a la fauna, desde el lecho del río seco convertido en camino se pueden ver guanacos, maras, zorros, quirquinchos y ñandúes, además de huellas de pumas.

En la altura de las piedras se ven chinchillas, entre los matorrales algunas copetonas y en las copas de los árboles los nidos de coperotos, hechos totalmente de espinas, en tanto el cielo es dominado por rapaces, entre los que pueden aparecer cóndores que anidan en el cañón del Talampaya a pocos kilómetros.

datos utiles
Alojamiento El costo de una habitación doble de hotel, con el desayuno incluido, en San Agustín del Valle Fértil arranca desde los 360 pesos por día. La tarifa de una cabaña para cuatro personas tiene un costo mínimo de 480 pesos por día. Excursiones Si bien las excursiones se pueden contratar en el acceso al Parque, lo mejor es contar con una reserva de día y hota, para lo cual se debe llamar por teléfono a la Cooperativa de Transporte Talampaya, (03825) 15-512367 y (03825) 47-0356.

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