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Revista Domingo |CIENCIA

¿Por qué dejaron de volar los pingüinos?

16 de Junio de 2013 | 00:00
¿Por qué dejaron de volar los pingüinos?

Especial para EL DIA de National Geographic

Los pingüinos perdieron su capacidad de volar hace muchísimos años, y finalmente se ha descubierto por qué. En un nuevo estudio se sugiere que elevarse del suelo terminó demandando demasiado esfuerzo a estas aves que se estaban convirtiendo en nadadoras expertas.

El vuelo facilitaría muchos aspectos de la vida del pingüino de la Antártida. La extenuante marcha de los pingüinos emperadores, por ejemplo, tomaría unas pocas horas en lugar de largos días. También escapar de predadores como las focas leopardo sería más fácil si el pingüino pudiera remontar vuelo, por lo que los científicos solían preguntarse por qué y cómo estas aves perdieron la capacidad de volar.

Según una popular teoría de la biomecánica, las alas de estas aves, otrora adaptadas para el vuelo, simplemente se tornaron más eficientes para nadar y finalmente perdieron su capacidad de elevar al pingüino de la tierra.

Por otra parte, al nadar con mayor eficiencia, pudo buscar alimento a mayor profundidad. Un pingüino emperador moderno puede mantener la respiración durante más de 20 minutos y rápidamente llegar a 450 metros de profundidad para alimentarse. El nuevo estudio de costos de energía en aves vivas que vuelan y bucean aporta pruebas críticas para respaldar esta teoría.

“Claramente, la forma limita la función en los animales silvestres, y el movimiento en un medio genera compensaciones con movimientos en un segundo medio”, expresó el coautor del estudio, Kyle Elliott, de la Universidad de Manitoba. “La conclusión es que unas buenas aletas no sirven para volar bien”.

El arao de Brünnich o de pico ancho (Uria lomvia) usa sus alas para nadar como lo hacen los pingüinos pero también vuela. La teoría de los científicos es que su fisiología y el uso que hace de la energía se asemejan mucho a los de los ancestros de últimos pingüinos voladores.

Otras aves que nadan, como los cormoranes pelágicos (Phalacrocorax pelagicus) se impulsan con las patas. Elliott y sus colegas afirman que estas aves pueden ser consideradas modelos biomecánicos del uso de energía de un antiguo antepasado del pingüino que fue el último de la línea que remontó vuelo.

El análisis técnico e isotópico de la forma en que los araos queman energía revela el motivo por el cual los pingüinos de la actualidad no vuelan. Los araos nadan más eficientemente que otras aves voladoras y sólo son superados en nado por los pingüinos, según el estudio. Sin embargo, el vuelo les demanda más energía que a cualquier otra ave y ha sido difícil mantenerlo.

El equipo examinó araos de pico ancho en una colonia en Nunavut, Canadá, y cormoranes pelágicos de la isla de Middleton, en Alaska. Inyectaron a las aves con isótopos estables de oxígeno e hidrógeno para usarlos como marcadores para determinar el costo físico de sus actividades. El equipo también los equipó con dispositivos para estudiar la utilización del tiempo y para rastrear esas actividades y registrar movimientos, velocidades, y otros datos como se haría con un pedómetro.

“Básicamente, las aves sólo hacen tres cosas: se sientan, nadan y vuelan. Así que midiendo a muchas aves y combinando su utilización del tiempo con los costos totales de vivir a partir de las mediciones con isótopos, es posible calcular cuánto cuesta cada componente del presupuesto”, explicó el coautor, John Speakman, que dirige Energetics Research Group en la Universidad de Aberdeen, Escocia.

“Se cree que los pingüinos evolucionaron a partir de un ancestro semejante al pingüino impennis. Esto implicaría una progresiva reducción del tamaño del ala, lo que hace que el nado sea más eficiente y el vuelo, menos. Los huesos de los pingüinos también se engrosaron con el tiempo, y los huesos más livianos que facilitan el vuelo de las aves dieron paso a huesos más densos, que les permitieron no boyar tanto al sumergirse”. Pero Speakman cree que los cambios del ala fueron la adaptación primaria.

“Estos resultados tienen mucho sentido”, dijo Julia Clarke, de la Universidad de Texas en Austin, que estudia la evolución de las aves y cómo pasan de volar a bucear.

“Se investigaron varios escenarios sobre el origen de los pingüinos, pero hay pocos datos relevantes. Estos nuevos descubrimientos sobre otras aves buceadoras ofrecen una explicación elegante de un paso clave en la transición de ala a aleta”.

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