Destacan labor de un profesor ciego en la facultad de Ingeniería

Una historia de lucha con éxito ante una dura adversidad

EL PROFESOR ALEJANDRO PAOLA EN ACCIÓN, EN UNA DE SUS CLASES EN INGENIERÍA

En la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata hay un ejemplo de dar batalla ante la adversidad. Cuando apenas tenía 22 años a Alejandro Paola le dijeron que su caso era irreversible, que padecía una retinitis pigmentaria no típica e iba camino a la ceguera. A pesar de ese diagnóstico llegó a recibirse en la facultad de Exactas y desde hace dos décadas es docente de Física y se ha transformado en uno de los paradigmas a seguir.

“Fue un periodo de angustia importante, uno lo siente como algo terminal. Pensé hay un montón de cosas que ya no serán dables para mi vida y eso inexorablemente deriva en una angustia. Cosas elementales como ya no podré ir al cine, ya no voy a manejar autos, ya no voy a poder disfrutar de los paisajes’”, rememora el profesor de Física.

Pero quizás lo más crucial fue ‘”o ya no podré leer, no voy a poder seguir con mis estudios”. Por ese entonces, corría 1983 y de a poco iba perdiendo el contacto visual con el mundo. En un primer momento, optó por probar todo tipo de tratamientos para retener la poca visión que le quedaba. Pero a los meses abandonó esa carrera contra el tiempo.

“DESISTI DE TODO”

“Desistí de todo tratamiento porque llegaba un punto en el que tenía que cortar todas las actividades de mi vida para darme tres inyecciones, tratar de conseguir una medicación inconseguible, recorrer los laboratorios para que te regalen muestras gratis porque cuando uno es estudiante es la época de máxima escasez”, detalla. En ese momento, su decisión fue poner todo el esfuerzo para prepararse para vivir como ciego, tratando asimismo de tener una vida confortable.

Resuelto y convencido del camino que había elegido, lo más urgente fue intentar seguir con la Facultad a pesar de que el panorama no era alentador. “Fue bastante duro, no había antecedentes de un caso como el mío. Consultaba a otras personas que tenían mi problema y me decían que no era carrera para un ciego. ¿Cómo van a hacer los ciegos para resolver matemáticas si no pueden escribir? Me decían que la mayoría estudiaban carreras humanísticas, como Derecho, Historia, cosas que no requieran de cuestiones técnicas y de alta matemática. Todo indicaba que no se iba a poder”, relata.

Pero una vez más decidió ir contra la corriente guiado por su talento y vocación. “Sentía que podía entender la matemática y me dije voy a hacer un esfuerzo, tratar de desarrollar una línea de trabajo en la que pueda seguir aunque sea lentamente. Y eso fue lo que hice”.

Los comienzos fueron difíciles. Trabajaba con grabaciones en cassette que le hacían sus compañeros, quienes se convirtieron en sus principales asistentes. Ellos le leían cada raya de fracción, cada paréntesis, corchete y símbolo para que Alejandro pudiera representar todo ese esquema en su cabeza, el único pizarrón posible.

MATEMATICA SIN LEER NI ESCRIBIR

Fue así como pudo pensar la matemática sin leerla y escribirla, “un universo raro, una propiedad muy extraña”, asegura. Ese “sexto sentido” se constituyó en su vital herramienta para su profesión. Llegó a procesar grandes trabajos matemáticos, Elaboraba las ideas, seguía los desarrollos; podía hacerlo yendo en el colectivo o en el tren, o antes de dormir.

Tras 13 años de sacrificios se recibió de físico. “La Facultad me dio todo tipo de concesiones en cuanto a lo técnico pero nunca en cuanto a la académico”, precisó.

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