Estupor por el nuevo asalto al ex futbolista Fernando Cáceres

LA INSEGURIDAD, DE NUEVO. DESDE QUE FUE BALEADO EN 2009 EN UN INTENTO DE ASALTO, EL EX FUTBOLISTA FERNANDO CÁCERES ESTÁ EN SILLA DE RUEDAS. ANTEAYER FUE VÍCTIMA OTRA VEZ DE UN ROBO EN SU CASA

“Mi vida sigue igual que siempre. Si me toca otra vez, tendré que aguantármela y seguir”. Así, con resignación y amargura. Asumiendo la inseguridad como un fantasma caprichoso e ineludible que, de un momento a otro, irrumpe en la vida de las personas y las transforma para siempre. Y contra el que no se puede hacer otra cosa que agachar la cabeza y salir hacia adelante, como se pueda.

“Aguantármela y seguir”, dice el ex futbolista Fernando Cáceres, sentado en la silla de ruedas en la que se moviliza desde que en noviembre de 2009 fue baleado en la cabeza durante un intento de robo, en la localidad bonaerense de Ciudadela. Y que utilizaba anteayer, cuando junto a su familia miraba por televisión un partido de fútbol, en su casa de Ramos Mejía, en el partido de La Matanza, y fueron sorprendidos por una pareja de delincuentes. De repente, la inseguridad se quedaba con un nuevo capítulo en la historia personal del ex futbolista.

“Me tocó, me saqué la lotería”, dijo irónicamente Cáceres, que aún se recupera de las secuelas que le dejó el balazo recibido hace casi cuatro años y por el que estuvo al filo de la muerte (ver recuadro). Por ese hecho, el ex defensor que había corrido en los estadios más importantes del mundo, quedó con movilidad reducida y perdió un ojo.

Jorge Cáceres es hermano del ex jugador del seleccionado argentino de fútbol. Al hablar con la prensa sobre lo ocurrido dijo: “Lo primero que nos dijo mi hermano es que volvió a nacer de vuelta porque no le pegaron un tiro. Ojalá que no se caiga, especialmente por la rehabilitación. No queremos que la deje, queremos que siga adelante como lo estaba haciendo hasta ahora. Espero que anímicamente se levante”.

Y luego le envió un mensaje a los delincuentes que participaron del nuevo golpe: “les pediría a los ladrones -dijo- que no vuelvan más, ya no queda nada”.

Hay detalles que apuntalaron el estupor y la bronca que generó este nuevo episodio de inseguridad. Uno de ellos: el dinero que le robaron a Cáceres era el que utilizaba para pagar su rehabilitación.

“ALGO TENES QUE TENER”

Los asaltantes eran un hombre de unos 30 años y una mujer de 25. Anteayer irrumpieron a la vivienda de la calle Almirante Brown al 200 por el garage, que está conectado con la cocina, donde se encontraba Cáceres junto a su mamá y su cuñada.

“Entraron como en su casa”, relató el ex futbolista, incrédulo, por lo que se investiga si tenían una llave del lugar.

Eran cerca de las 17.15. En la televisión transmitían el partido de fútbol entre el Barcelona y el Atlético Madrid, en España, que Cáceres seguía con interés. La llegada de los ladrones alteró para siempre la calma de la tarde.

Los asaltantes estaban encapuchados y se quedaron alrededor de una hora y media en la casa. Reconocieron enseguida al ex jugador de Argentinos Juniors, Boca y Zaragoza de España, entre otros equipos. “Vos sos Fernando Cáceres”, le dijeron. Y después lo apuraron: “Algo tenés que tener”.

Tras esa amenaza, el ex futbolista les entregó la llave de una caja fuerte, “para que se fueran”.

Sin perder más tiempo, los asaltantes se apoderaron de una suma de dinero, joyas y gran cantidad de ropa, tras lo cual huyeron del lugar.

“Sacaron todo lo que podían y se fueron”, contó el ex defensor de la Selección argentina, quien aclaró que no fueron maltratados por los delincuentes. Y agregó que, en un momento de la odisea, se les escapó que pertenecían a la Villa Los Rusos.

Durante el robo, “mi vieja se desmayó cuatro veces”, agregó Jorge en su relato a la prensa.

En la cuadra hay dos cámaras de seguridad que pudieron haber captado el momento del ingreso a la vivienda. Esas filmaciones ya están en poder de los investigadores de la comisaría de Ramos Mejía, quienes buscan dar con los asaltantes.

Mientras tanto, Cáceres apela a una metáfora futbolera para sintetizar la persistente ofensiva de la inseguridad, que apenas le deja vivir: “Estoy rozando el palo como loco”.