Reiterados cortes de calles generan injustos trastornos a automovilistas y peatones

Una vez más volvieron a hacerse ver y sentir los cortes de calles en la Ciudad, en esta oportunidad los concretados anteayer sobre la calle 7 –que fue vallada con rejas entre la 51 y la 53- y también sobre la calle 6 entre las mismas calles, en ambos casos para preservar a la Legislatura y a la Casa de Gobierno bonaerenses de distintos tipos de protestas. Esto significa que el centro más significativo del casco urbano se vio profundamente alterado, viéndose obligados miles de conductores, entre ellos los de los medios de transporte, a buscar vías alternativas para completar sus recorridos.

Tal como informó la crónica realizada por este diario, a primeras horas de la mañana se colocaron las rejas para impedir el tránsito sobre avenida 7. Quienes se desplazaban hacia la plaza Rocha debieron doblar por 50 y retomar el sentido de circulación por la calle 8, aún cuando comenzaron a presentarse embotellamientos en esas y en las calles aledañas. El corte obedeció a la instalación frente a la Legislatura de un campamento de productores frutihortícolas, acompañados por integrantes de una corriente política. También se sumarían a esos contingentes los conformados por movimientos indígenas y personal de Astilleros Río Santiago.

A su vez, a una cuadra de allí, la calle 6 fue cortada por un acampe realizado por sectores que demandaban un bono para los trabajadores ocupados, desocupados y jubilados, mientras otros sectores reclamaban beneficios por los daños causados por el temporal del mes de diciembre pasado. De modo que todo el entorno que rodea a la plaza San Martín y a los dos palacios gubernativos –es decir, el microcentro platense- estuvo profundamente perturbado por estas manifestaciones que, además, habían partido desde distintos puntos de la Ciudad cortando las calles a su paso.

Los recorridos tortuosos y lentos, los bocinazos y las incomodidades -como ocurre en cada oportunidad en la que se cortan calles- estuvieron a la orden del día. En esta ocasión, sin embargo, la situación se vio agravada por haber sido el centro mismo el escenario de las protestas y cortes, cuyas consecuencias se derivaron hacia numerosas calles aledañas.

Se ha señalado reiteradamente en esta columna que cada vez son más los sectores que de continuo apelan a la práctica de cortar calles, invocando distintas reivindicaciones. En ocasiones, como se sabe, han sido alumnos, apenas adolescentes, los que han cortado calles para plantear alguna demanda de naturaleza escolar. En cada una de esas ocasiones, se ha enfatizado acerca de la necesidad de que las autoridades adopten medidas que apunten a evitar la repetición casi cotidiana de una metodología de expresión, que se traduce en perjuicios para la población en general.

También se ha insistido en que no se trata de cuestionar un derecho tan básico como es el de peticionar, imprescindible para garantizar la existencia de un sistema democrático. Pero ese derecho debe ser ejercido, como es natural, en el marco de las reglas de convivencia.

Así como está contemplado en la Constitución el derecho de peticionar ante las autoridades, también se encuentra establecido el mandato de hacer respetar la libre circulación y el debido uso de los espacios públicos. Los funcionarios municipales, provinciales y nacionales -entre ellos los jueces y fiscales- están, por consiguiente, obligados a evitar que, la repetición casi cotidiana de una metodología de expresión, se traduzca en injustas restricciones y perjuicios, así como en crear factores de riesgo para la población en general.

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