Dos personajes incómodos en el arco político

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Hugo Moyano y Luis Barrionuevo desempolvaron el manual de la conducción sindical para concentrar por un rato la atención política. Ayer debían ponerle fecha a un paro nacional que tendrá lugar en abril, pero finalmente lo harán hoy para mantener el suspenso por unas horas más. Juntos conseguirán que la medida de fuerza se convierta en un mensaje contundente contra el Gobierno.

La unión de la CGT Azopardo y la Azul y Blanca plasmará en el campo sindical un fuerte impacto “contra el ajuste” que Moyano y Barrionuevo adjudican a la administración de Cristina Kirchner. Pero en el terreno político tanto el camionero como el gastronómico se convirtieron en personajes notoriamente incómodos no sólo para la dirigencia oficialista, sino también para la oposición.

El jefe camionero perturba al kirchnerismo porque durante años fue su principal sostén sindical, en la época en la que el modelo económico no exhibía tantos problemas como en la actualidad. A su vez, el líder de los gastronómicos fue de los primeros en apoyar al massismo -como a finales de los 80 lo hizo con el menemismo-, pero su verborragia suma turbulencia antes que sabiduría política.

Por eso su caracterización de Néstor Kirchner como “un chorro” tuvo un inesperado doble efecto: enfureció tanto a la Presidenta como a Sergio Massa. Desde su residencia de El Calafate, en Santa Cruz, Cristina ordenó que salieran a cruzarlo con todo el estilo áspero del kirchnerismo (ver página 4). En tanto que el líder del Frente Renovador no disimuló el enojo en medio de su gira por Estados Unidos.

A tal punto que Massa mandó a su referente gremial, el diputado Héctor Daer, a despegarse de los dichos de Barrionuevo, mientras que los arquitectos de su proyecto presidencial decidieron “enfriar” el impulso de la presentación de la “Mesa sindical” del FR, en la que Barrionuevo no será una cara visible pero en la que aportaría la presencia de muchos dirigentes de su confianza.

Según pudo saber EL DIA, la mesa sindical massista fue pensada básicamente en términos electorales, porque en el comando del FR se considera que los gremios pueden aportar una estructura sólida en todo el país para disputar las PASO y los comicios generales de 2015. En ese aspecto la adhesión de Barrionuevo sería valiosa, admitieron fuentes consultadas por este diario.

Aunque en lo inmediato, el jefe de los gastronómicos es como un “jarrón chino” para el massismo, que no sabe dónde colocarlo para que pase inadvertido. Justamente en esa llaga pone el dedo el kirchnerismo, buscando disimular su propia debilidad en momentos en que a los gremios oficialistas se les hace cada vez más difícil defender al Gobierno por los graves efectos de la inflación.

Moyano juega con esa situación y por eso sale a copar la escena con un paro nacional que descoloca a la CGT Balcarce en pleno desarrollo de las paritarias salariales. De hecho, la Unión Obrera Metalúrgica de Antonio Caló ya tuvo que bajar sus pretensiones a un aumento inferior al 30%, pero los Camioneros se mantendrían inflexibles en el reclamo para superar esa barrera simbólica.

FRACASO ELECTORAL

De todos modos, Moyano no las tiene todas consigo, porque viene de padecer un fiasco electoral junto a Francisco de Narváez en la Provincia que le demostró que una cosa es el poderío sindical y otra bien distinta el político-electoral. Y aunque no resigne protagonismo, sabe que el tiempo que viene tendrá otro corte generacional, más propicio para su hijo Facundo que para él mismo.

Pero tanto Moyano como Barrionuevo tienen el cuero curtido en mil batallas sindicales. Y buscarán pararse en el centro de la escena pese a que la dirigencia política busque correrlos a un costado.

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