Gimnasia: cada vez más cerca
Edición Impresa | 18 de Abril de 2014 | 00:00
COMENTARIO
Por WALTER EPISCOPO
En un estadio que por momentos fue una caldera por el enojo de la gente de la Academia, el Lobo sumó los tres puntos que le faltaban para llegar al objetivo de los 50 que se había fijado.
Pero más allá de esto, la cuarta victoria consecutiva invita a ilusionarse a todo el “pueblo tripero”, con poder volver a participar en un torneo internacional, ya que la Sudamericana quedó al alcance de la mano.
Racing salió decidido a apurar al Lobo. Presionado por su gente, trató de arrinconarlo al equipo de Pedro Troglio sobre el arco de un muy seguro Fernando Monetti, que no pasó apuros.
Un cabezazo de Valentín Viola que se fue muy cerca, y una contra donde Diego Villar cuyo remate se fue por arriba del travesaño, causaban dolor de cabeza al Lobo, que no podía engranar su juego.
Mendoza por izquierda parecía ser la llave de Gimnasia para llegar hasta Ibáñez. La polenta de Mussis para empujar al equipo, y la justeza del uruguayo Fernández acompañaban para tratar de generar peligro.
Los minutos pasaban y el local desesperaba. Viola desde lejos probó a Monetti, pero ya la Academia no mostraba el ímpetu inicial. Gimnasia estaba bien plantado de atrás hacia adelante.
Y arriba, el colombiano Peralta buscó probar a Ibáñez, que hasta ese entonces no lo habían probado, pero el disparo se fue afuera.
Los dos equivocaban los pases y el juego no era vistoso en la fresca noche en Avellaneda.
MAYOR DECISION
Un remate violento de Gastón Díaz desde afuera del área casi le rompe los guantes a Ibáñez, que contuvo con seguridad.
Pero el Cilindro de Avellaneda quedaría mudo con el gol del Lobo. Centro de Gastón Díaz, y el Flaco Fernández que como ante Olimpo saltó más alto que todos y venció al arquero local, decretando el 1 a 0.
¿Sorpresa? No, porque el equipo de Troglio jugaba muy ordenado, sólo le faltaba ajustar la definición, y una vez que lo hizo, fue imposible entrarle.
La presión desde afuera era insoportable, el arco Tripero empezó a achicarse porque Monetti fue cada vez más grande. Barsottini y Blengio sacaban todo, de manera poco ortodoxa, pero efectiva. La cuestión era sacarla.
Racing era un manojo de nervios, y Gimnasia lo espero muy tranquilo, sabiendo lo que debía hacer y que terminó jugando con mucho oficio.
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