Caballeros negros

Sumando referencias y guiños al tango, al cabaret europeo de entreguerras, a la milonga orillera y al pop más ascético, y multiplicándolas por cierto savoir-faire platense, Malayunta reúne en su debut “largo” discográfico, “Tristes hazañas de un dopado”, un puñado de historias urbanas fatales y trágicas transformadas en canciones.

Comandada por la voz nocturna del guitarrista y cantante Hernán Menard, orbitando entre los planetas Pandolfo y Melingo, la autodenominada “orquestita” (que completan Nahuel Aquino -acordeón y coros-, Diego Peralta -guitarra-, Maxi Mazzeo -trompeta-, Juan Manuel Farías -batería y coros- y Reynaldo Lauboreau -contrabajo) se instala con comodidad en un paisaje de guitarras tremoladas, acordeones y trompetas para arropar las melodías que resuenan, parcas, como martillazos en el casco de un viejo barco o cubos de hielo en un “farol” de escocés.

“Si bien nos movemos dentro del ámbito, siempre noble y amplio, de la canción, hay una lectura tanguera” admite Menard, “el disco es una búsqueda sonora que trata de rescatar un sonido acústico y orquestal, donde las ‘inteciones rockeras’ quedan manifiestas ante todo en el ambiente general”.

La nota tanguera y de “arrabal malformado” resuena ya desde el bautismo del álbum, deudor de “Los Dopados”, esa composición que Menard define como “una historia borgeana de desapariciones y relecturas”. Los once temas de “Tristes hazañas...” se articulan en unos cuarenta minutos, incluyendo dos versiones libres de “Atmosphere” - Joy Division, vía la sociedad entre Ian Curtis y Martin Hannett- y “La ultima copa” -Francisco Canaro-.

Grabado en Garageland Estudios y producido por la banda junto a Ricardo Fernández, el disco que será presentado la semana próxima contó con la participación de Germán Giuliodoro en banjo y varios “amigos de la casa” en la conclusiva “El baldío”.

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