Un Nobel esquivo para los Papas

Desde que se convirtió en Sumo Pontífice, muchas voces se han alzado para pedir el Nobel de la Paz para el papa Francisco. Un premio otorgado por un comité marcadamente contrario al Vaticano y claramente anticatólico, que se lo negó, contra toda evidencia y pese al grito casi unánime de la comunidad internacional a otorgárselo a Juan Pablo II, en particular en el año 2003, por sus esfuerzos para evitar la segunda guerra contra Irak.

Pero, Jorge Bergoglio era el principal candidato para este año porque puso su pontificado al servicio de los conflictos geopolíticos del mundo y salió al encuentro de los refugiados, buscó tender puentes para aliviar la “tercera guerra mundial por partes” que asegura está teniendo lugar y llamó al mundo a salvar el planeta, la casa común, creación que el hombre está depredando.

Jorge Bergoglio era el principal candidato para este año porque puso su pontificado al servicio de los conflictos geopolíticos del mundo

 

Este programa se tradujo en varios hechos relevantes, algunos coronados de éxito, otros que constituyen un primer paso de procesos que llevarán tiempo, pero todos inscriptos en el objetivo mayor de aportar a la resolución pacífica de todos los conflictos, mediante el diálogo, la cooperación y la fraternidad universal.

Entre ellos se destaca su defensa a los refugiados. Desde su primer viaje a Lampedusa hasta el pedido de que cada parroquia italiana cobije a una familia siria o de otra procedencia, pasando por sus continuos llamados por dar auxilio y cobijo a estos nuevos parias del siglo XXI, Francisco no ha cesado de apelar a la conciencia universal. También se destacó su vigilia de oración por la paz en Siria, la invitación a los presidentes de Israel y de la Autoridad Palestina a rezar por la paz en los jardines vaticanos y la mediación entre Cuba y Estados Unidos para el restablecimiento de relaciones tras 54 años de ruptura, y su vigoroso respaldo a la política de distensión emprendida por el presidente estadounidense Barack Obama hacia la isla.

ECOLOGIA Y ECUMENISMO

Otros fuertes mensajes de Francisco fue su defensa del medio ambiente. Por primera vez, una entera encíclica papal, la Laudato Sii, está dedicada al cuidado del clima y la promoción del diálogo interreligioso que tuvo su momento más simbólico en el abrazo de las tres religiones, durante su gira por Tierra Santa, con un rabino y un líder islámico, junto al Muro de los Lamentos. Finalmente, Francisco se ha convertido en el único líder con una autoridad moral y política de tal dimensión que su voz es escuchada mucho más allá de los límites institucionales y confesionales de la Iglesia Católica.

Hace algunos días, Geir Lundestad, quien ha sido durante los últimos 25 años secretario del comité noruego que se encarga de entregar el premio, publicó un libro (Secretario de la Paz) en el que se anima a develar algunos trapos sucios de la Academia, según revela el diario El Mundo de España. Por ejemplo, afirma que a su entender fueron varios los ganadores que en verdad no merecían ese reconocimiento y entre ellos cita a Wangari Muta Maathai, la activista política y ecologista keniana que en 2004 recibió el Nobel por “sus contribuciones al desarrollo sostenible, a la democracia y a la paz”; y particularmente al presidente de Estados Unidos Barack Obama, sobre quien dice: “En retrospectiva, podríamos decir que fue sólo parcialmente correcto”. Sin embargo, una de las claves que da a conocer Lundestad en su libro es la razón por la que un religioso de la Iglesia Católica jamás recibió en Nobel: un ex miembro del comité, el político y religioso luterano Gunnar Stålsett, sería un obstáculo difícil de derribar a la hora de decidir que un Papa cató lico reciba el premio.

Como sucedió con Juan Pablo II, el no otorgamiento del galardón a Francisco no quitará nada a su prestigio.

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