Liberaron al acusado de entrar armado con un hacha en la Parroquia de 66 y 24

Llegó como un peregrino, pero se convirtió en un violento. El domingo a las 07.30 de la mañana empezaron a sonar las campanadas de la Parroquia Nuestra Señora de la Piedad, en 24 y 66. Es lo que ocurre cada día, para avisar del comienzo de la misa.

Los primeros interesados en asistir a la ceremonia ya habían llegado. El que se les sumó fue un joven que no llegaba a los 30 años y que llevaba escondida un hacha debajo de la ropa.

“Entró en una actitud mansa, pero enojado por el ruido de las campanas”, explicó el padre Andrés, rector del seminario que allí funciona.

Otro sacerdote fue quien encaró al muchacho que “aparentemente algo había consumido o tomado”, según supuso Andrés. La otra posibilidad que él vislumbra es “que sufra alguna clase de problema psíquico”.

El cura y unos seminaristas intentaron contenerlo, pero su parsimonia pareció en vano. “Cuanto más tranquilo se le hablaba, más violento se ponía. En un momento sacó el hacha que tenía escondida y siguió increpando. Llegó a pegarle un golpe a una baranda, como una manera de acentuar lo que pedía”, señaló Andrés.

Sorprendidos por demás, los religiosos convocaron a la policía para que se lo llevaran. Según dijeron, no es la actitud que suelen tener: “En general vienen personas a pedir comida y los tratamos de calmar, pero esta vez podía pasar algo con esa hacha”.

Al final, un seminarista le quitó la herramienta al intruso, que terminó siendo demorado por la Policía. Pero horas después recuperó la libertad.

Todo terminó sin heridos y el cura pudo dar la misa como siempre. “Es extraño que se molesten por las campanas, porque suenan sólo tres veces, y hace 80 años”, consideró Andrés.

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