La tragedia del avión y el debate sobre cómo detectar el “burnout”

El caso de Andreas Lubitz, quien habría decidido estrellar su avión, vuelve la mirada sobre las chances de advertir a tiempo los rasgos de quienes sufren estrés y depresión profunda

Hablaba poco. Sonreía lo necesario, casi forzando el gesto. Evitaba las reuniones sociales. Y se pasaba mucho, mucho tiempo solo. Algunos de los rasgos de Andreas Lubitz, el piloto que habría estrellado el avión en los alpes franceses y cuya personalidad se asegura estaba quebrada por el llamado síndrome de burnout, sirvieron para encender una alarma en el universo de psicólogos y psiquiatras y reavivar una vieja pregunta para la cual no existe una sola respuesta: ¿es posible detectar a tiempo un caso de este tipo? ¿Se puede advertir la depresión o el estrés en personas que incluso tratan de ocultarlo?

“Por lo general el trastorno es consecuencia de un estrés laboral crónico -apunta la psiquiatra Rosa Magallón-, y se caracteriza por un estado de agotamiento emocional, una actitud cínica o distante frente al trabajo y una sensación de ineficacia y despersonalización ante nuestras propias tareas”.

Aunque se viene hablando de este síndrome desde hace más de 20 años y se lo asocia siempre al mundo de los trabajadores de la salud, se trata de un campo de investigación reciente y aún más amplio. Y las consecuencias del burnout se resumen en un malestar generalizado de la persona, expresado en el cambio de hábitos alimenticios, de descanso y de actividades recreativas. Muchas personas abandonan incluso sus rutinas físicas, ya que el malestar laboral se traslada a otros ámbitos de la vida personal. Entre los síntomas más comunes de quienes sufren este estrés laboral aparecen cansancio o agotamiento emocional, despersonalización y un abandono paulatino de la realización personal. Esto se manifiesta en una pérdida de ideales y, fundamentalmente, un creciente apartamiento de actividades familiares, sociales y recreativas, creando una especie de autorreclusión y aislamiento.

“No es difícil detectarlo pero tampoco es algo tan sencillo”, se apunta. Según Magallón, incluso, “pese a estas manifestaciones psicosomáticas tan evidentes, el problema más acuciante se centra actualmente en la falta de autodiagnóstico y en la prevención de este tipo de patologías, lo cual supone un riesgo tanto para la salud del profesional como para la del paciente o, incluso, la de sus compañeros”.

Uno de los últimos estudios sobre el tema, realizado por la Unidad de Investigación de Aragón, demostró recientemente la existencia de varios subtipos de burnout: “frenético”, “sin desafíos” y “desgastado”.

El perfil “frenético” viene caracterizado por la inversión de una gran cantidad de tiempo en el trabajo y es propio de personas muy implicadas, ambiciosas, y sobrecargadas, que sacrifican la salud y la vida personal por atender las demandas del trabajo. El perfil “sin desafíos” está determinado por el tipo de ocupación, y presente en personas indiferentes y aburridas que no se desarrollan personalmente en el trabajo.

El perfil ”desgastado”, por último, viene influido por la rigidez de la estructura organizativa dentro de la cual trabaja, se caracteriza por la sensación de falta de control sobre los resultados, falta de reconocimiento de los propios esfuerzos y el abandono de las responsabilidades.

Este estudio sobre el burnout, basado en una muestra de cerca de 500 profesionales de distintos centros de salud, servirá a partir de ahora como un referente a la hora de tratar el trastorno, dado que, según sus hacedores, si bien se lo encuadra en el universo de los trabajadores de salud o en quienes realizan tareas muy estresantes “se trata en realidad de una patología que puede afectar a cualquier trabajador”.

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