Justificado reclamo por el estado de la avenida 7 de vecinos del sudeste platense

El reclamo planteado por pobladores de Villa Garibaldi y Parque Sicardi por el hecho de que la avenida 7 resulta muy angosta y que virtualmente colapsa por el crecido flujo de vehículos que la transita a toda hora, no hace sino coincidir con la conclusión de muchos urbanistas que vienen hablando sobre la creciente necesidad de que La Plata cuente con vías camineras más solventes y, fundamentalmente, con una red de anillos perimetrales y de accesos capaces de absorber y ordenar el desplazamiento de los automotores.

Los pobladores pusieron de relieve que toda la zona sudeste de la Ciudad viene creciendo desde hace años a ritmo sostenido, pero que la avenida 7 resulta muy estrecha e incapaz de atender a un tránsito cada vez mayor y más complejo. Según se detalló en este diario, a partir de la calle 90 y hasta su fin, en el cruce con la 659, se vuelve angosta, de un solo carril por sentido y no alcanza para satisfacer las necesidades viales de la zona. En las horas centrales, coinciden los vecinos y comerciantes de Parque Sicardi, el camino colapsa, pues el volumen vehicular supera por mucho su capacidad vial.

Detallaron, asimismo, que además de su estrechez, falta una debida señalización vial; la cinta asfáltica carece de las líneas demarcatorias de las banquinas y mitad de la calzada, en tanto que algunos lomos de burro tampoco cuentan con la señal indicadora correspondiente que alerte a los conductores.

Hace ya mucho tiempo que los especialistas bregan por la adopción de políticas urbanistas eficaces, como una manera de mantener a nuestra ciudad a la altura de su tradición vanguardista, prolongándose de esa forma el impulso creativo de los fundadores que, a finales del siglo XIX, gestaron una ciudad nueva que maravilló al mundo.

Ese impulso, lamentablemente, se perdió y es ahora la fuerza de la necesidad la que está reclamando la concreción de mejoras que aparecen como prioritarias. Porque lo cierto es que La Plata se encuentra al borde del colapso, tanto en materia de tránsito como en su diagrama de comunicaciones viales o férreas. De todos modos, por la magnitud de las obras, aquí siempre resultará imprescindible la participación de la Provincia.

Resulta ya demasiado evidente que el crecimiento demográfico y del parque automotor vuelve imprescindible una renovación integral de las vías camineras que sirven a la región y el tendido de accesos nuevos, como por ejemplo del tramo que enlace a la zona del Puerto local con la ruta 6 a través de la calle 90.

Pero hace falta también cambiar el sistema de transporte público y resolver el cada vez más grave problema del estacionamiento, entre muchos otros de los aspectos que la Ciudad deberá enfrentar con la planificación de fondo que, más temprano que tarde, debería encararse.

Ello no impide que -mientras se planifican y acuerdan las obras que atiendan a una reformulación urbanística integral- se encaren obras de mantenimiento y de eventual remodelación, como la que, con sobrados fundamentos, están reclamando para la avenida 7 los moradores de Villa Garibaldi y de Parque Sicardi.