Tres chicos tienen en jaque a una juguetería

Los dueños de una juguetería del Centro están hartos, preocupados y dispuestos a exigir que los escuchen, porque “nuestro local está justo enfrente del MOPU, una bandita de chicos nos ataca por lo menos tres veces a la semana desde el verano y la última vez que llamamos a la policía tardaron 40 minutos en llegar”, denunció una de las víctimas.

Se trata del comercio Soles, situado en 46 entre 8 y diagonal 74, donde, en apenas 14 días, los mismos menores “ya nos robaron dos veces”, por una suma superior a los 10 mil pesos.

Según las víctimas, se trata de “chicos de entre 12 y 13 años”, que parecen “hermanos porque son muy parecidos”.

“Cuando podemos los sacamos, pero cada vez parecen más dispuestos a todo. Y nos dicen, ‘no nos pueden tocar”, lamentó la dueña de la juguetería.

La comerciante detalló que los menores “se mueven de a tres”, a cualquier hora del día. “Entran, se roban mercadería, escapan corriendo y amenazan con romper la vidriera o la puerta si los denunciamos”, explicó.

El problema empezó durante el verano, aunque -y esto no sólo lo dicen en “Soles”- recrudeció en las últimas semanas.

“El 14 de agosto estaba atendiendo y tenía a mi hijo en la planta alta, con fiebre”, recordó la mujer - que en el mismo diálogo con este diario pidió mantener su identidad en reserva-; “de repente lo escuché gritar y eran estos chicos que habían subido y robado dinero que tenía en la cartera”.

Ella los corrió y llamó al 911, y aunque en ese momento llegaron varios efectivos en muy pocos minutos, no pudieron detener a los menores.

“Los mismos policías me dicen que no los pueden detener porque son chicos y hasta llegaron a sugerirme que si yo los toco me tienen que llevar presa”, cuestionó la damnificada.

Pasaron los días. Y el jueves pasado, a la mañana, los mismos menores volvieron a actuar.

“Entraron dos, subieron a la planta alta y descubrieron dónde estaba el dinero de la recaudación”, comentó la víctima, detallando que el monto que robaron “superaba los 10 mil pesos”.

La mujer pulsó el botón antipánico que alertó al personal de seguridad privada, aunque “el primer patrullero tardó 40 minutos en llegar. Si tenían armas y nos lastimaban, nos moríamos”, ironizó, haciendo hincapié en que “los policías nos preguntaban cómo estaban vestidos o hacia dónde se fueron, en vez de cruzar al centro de monitoreo y fijarse en las filmaciones”.

En la juguetería ya analizan tomar distintas medidas para reforzar la seguridad, como colocar una puerta para evitar que alguien suba a la planta alta y trabajar con portero de apertura, pero “nos da mucha bronca, porque nadie nos resuelve este problema”, dijeron.

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