Hay aves “inteligentes” que saben atrapar el alimento con un cordón

Especial para EL DIA
de National Geographic

Una persona va cruzando un puente y ve una “tarta” colgando de un cordón.

Parece deliciosa, pero habrá que esforzarse para conseguirla. ¿Tiramos del cordón?

No es la consigna de un nuevo reality.

Es una prueba que hace tiempo se usa para analizar la inteligencia animal.

Las aves son las más tentadas, los canguros, los perros, las ratas los lemures y los gorilas todos han sido tentados, pero “siguieron de largo”.

Un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista científica PLOS One, determinó que hay otras dos especies que logran ejecutar la tarea: el comeñames ( Loxigilla barbadensis)y el zanate caribeño o tordo negro (Quiscalus lugubris fortirostris), ambos de Barbados.

Estas especies de aves ya han demostrado una gran capacidad para resolver problemas, explica el director del estudio, Jean-Nicolas Audet, un biólogo de la Universidad McGill de Montreal, Canadá.

En el año 2015, Audet descubrió que los comeñames urbanos resuelven los problemas de alimentación más rápido que los comeñames rurales.

Más de 160 especies de mamíferos y aves han sido sometidas a alguna variación de esta prueba del cordón.

Se la considera una tarea bastante compleja dado que un animal no es inmediatamente recompensado por cada acción sino que debe tirar varias veces, sosteniendo la cuerda, para lograr su objetivo.

En los experimentos en el laboratorio, dieciocho de los cuarenta y dos comeñames consiguieron su comida predilecta -en esta caso, semillas para aves- tirando de una cuerda.

Solamente dos de los treinta y un zanates caribeños se las ingeniaron para obtener su recompensa, un gránulo de alimento para perros.

Aunque pueda parecer poco, que dos individuos completen la tarea resulta importante, se indica en el estudio, porque eso demuestra que la especie tiene la capacidad de resolver el problema.

LA PRUEBA

Audet y sus colegas usaron comeñames para su seguimiento: determinar si las aves que consiguieron el alimento también se destacaban en otras tareas cognitivas avanzadas, como superar la timidez, responder a nuevos objetos y desarrollar asociaciones.

Sorprendentemente, el estudio no encontró una relevancia estadística entre las aves que completaban una tarea y las que completaban otra.

En otras palabras, lograr tirar de un cordón no implicaba que las aves fueran más capaces de levantar una tapa para conseguir comida o aprendieran que los cilindros de determinado color siempre contenían alimento, ambas cosas indicadoras de un nivel cognitivo superior.

Podría estar relacionado con la experiencia, según Audet.

En Barbados, los comeñames urbanos roban sobres de azúcar de los restaurantes, abren las tapas de los potes de crema e incluso roban comida de los supermercados.

Como todos los especímenes del estudio fueron atrapados en su medio ambiente, quizás algunos ya tuvieran un conocimiento de tareas similares.

Pero Audet observó esa diferencia de resultados en aves de la misma especie criadas en el laboratorio, animales que deberían tener más o menos el mismo nivel de experiencia.

Así que, según el científico que comandó las pruebas realizadas, los resultados podrían revelar algo sobre la naturaleza de la inteligencia de esas aves y que consiste en que las aptitudes pueden variar de una especie a otra e incluso entre ejemplares de la misma especie.

Por ejemplo, “algunas personas son buenas para resolver problemas mecánicos en el auto y otras para el ajedrez”, puntualizó Audet pero seguidamente puso de relieve que “ambas tareas supuestamente requieren un nivel alto de inteligencia, pero distintos tipos de inteligencia”.

COMPARACIONES

La ecóloga conductual Anne Elllison demostró que el buitre de cabeza colorada puede realizar la tarea aunque con una estrategia completamente diferente: esta ave usa su lengua para tirar del cordel y pasarlo por el pico.

Ellison, que no participó del nuevo trabajo científico, añade que este tipo de estudios es importante no sólo para comprender la inteligencia de otras especies.

“Sucede que la gente parece relacionarse mejor con los animales que de algún modo demuestran que pueden llegar a ser inteligentes como nosotros”, sostiene Ellison.

La investigadora considera también que “demostrar que los animales son inteligentes en formas que nos sorprenden y resultan novedosas es importante para los esfuerzos de conservación”.

“Cuando podemos humanizar un poco a los animales, nos vemos más inclinados a protegerlos”, destaca la científica.

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