Un rito que nada tiene que ver con el catolicismo

CARLOS MANCUSO
Sacerdote

 

Cremar un cuerpo y esparcir sus cenizas es un rito que no está contemplado en la tradición de la Iglesia Católica y está relacionado con costumbres de la cultura contemporánea. Sabemos de mucha gente que arroja las cenizas de sus familiares al mar o a un terreno, pero creo que se trata de un error porque las cenizas no son de fulano o mengano. Quiero decir: las cenizas no representan nuestros restos, algo que sí lo hacen nuestros huesos. Cuando se crema un cuerpo, lo que queda son los huesos, pero la ceniza es algo que nada tiene que ver con la persona porque, sencillamente, las personas no estamos hechas de cenizas. Entiendo que la cultura actual ha difundido esta práctica, pero es algo que nada tiene que ver con la tradición católica. Es más: conozco de muchos casos que tienen las cenizas de sus familiares en una urna dentro de sus casas y han sentido con el tiempo cosas extrañas, difíciles de explicar. Si bien no lo estudié en profundidad, siempre aconsejo no dejar cenizas de personas que ya no están porque no sabemos qué fuerzas estamos invocando con esta modalidad. Históricamente, cada diócesis tenía asignado un cinedario, que no es más que un receptáculo donde dejar las cenizas si es que el familiar no quiere enterrarlas. En nuestra diócesis hay un cinedario en City Bell, pero es verdad que la cultura ha ido extinguiendo esta práctica y, como ya dije, en mi caso he recibido muchas inquietudes de personas que decidieron quedarse con las cenizas de un ser querido. Entiendo que se trata de un error y no es aconsejable, no tanto por cuestiones esotéricas sino, sobre todo, porque ninguno de nosotros está hecho de cenizas.

Carlos Mancuso
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