El espía que vino del subdesarrollo

El Festival de Cine Latinoamericano dio su premio principal al documental sobre Bill Gaede, improbable doble agente de inteligencia argentino

La historia comienza con Guillermo Gaede, alias “Bill”, intentando enterrar en los bosques de Ezeiza una serie de VHS y documentos que contenían pruebas de su involucramiento con los servicios de inteligencia cubanos y estadounidenses, además de videocasetes que contenían los secretos del microprocesador Pentium. Pero este experto espía llamó la atención de la policía local, que lo aprehendió sin titubear, comenzando una nueva odisea para Gaede con otro servicio de inteligencia: ahora la SIDE tenía los ojos puestos en él, luego de que fuera amenazado de muerte por los socialistas y huyera de EE UU para intentar vender sus secretos a Irán y China.

¿Mente maestra? Bill Gaede, que pasaría preso 33 meses en Estados Unidos (y se convertiría en prisión en físico teórico) parece a veces un genio del espionaje y otras un idiota con mucha suerte en “El Crazy Che”, el documental de Nicolás Iacouzzi y Pablo Chehebar que el 11º Festival de Cine Latinoamericano de La Plata coronó como su mejor película: una historia delirante que supera la ficción con el relato del espionaje “atado con alambre” de Gaede, quien robó de empresas como Intel o AMD, trabajó para la inteligencia cubana desde Estados Unidos y hasta grabó al FBI con una cámara en un horno.

Gaede sale airoso a pesar de que no parece tomarse en serio ninguna de las repercusiones de su vida de aventuras que le llevaron hasta a coserse grabadores en los calzoncillos. “Para él es un juego”, se ríe su hermano, otro de los personajes de “El Crazy Che”, junto a una preocupona esposa colombiana y una cuñada japonesa, el cuarteto protagónico de este bizarro thriller internacional del fin del mundo.

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