Rogue One: Una Historia de Star Wars
| 27 de Diciembre de 2016 | 21:01

Se trata del primer Spin-Off de Star Wars. Esto significa, una película del universo de la saga pero que no sigue necesariamente la idea central de la trama, una extensión. Por ejemplo, esta historia sucedería antes de Episodio IV: Una Nueva Esperanza ya que se cuenta cómo un grupo de rebeldes consiguen los planos secretos de la Estrella de la Muerte que luego Luke Skywalker hará explotar. Esto ya empieza a ser un poco controvertido, porque en Episodio IV se dice que son un grupo de espías y en Rogue One, los protagonistas de espías no tienen nada.
Realmente esperábamos poco del director Gareth Edwards ya que su Godzilla había sido de lo más carente de emoción en una película con tantas escenas de intención épica. Algo de eso se mantiene en Rogue One. Los protagonistas principales Jyn Erso (Felicity Jones), y Cassian (Diego Luna) provocan escasa empatía. No ayudan tampoco sus pobres actuaciones. Los personajes más interesantes son los secundarios. El Robot K-2SO, con los momentos más altos de comedia, y el personaje de Donnie Yen (Ip Man) que es una especie de samurái creyente de La Fuerza, con un compañero entrañable. Pero estas particularidades están ausentes en los 2 personajes principales, tienen muy poco o nada de atractivo, tanto que no se puede justificar que se atraigan entre ellos.
De todas maneras la película no es una desilusión. Aunque seguramente lo fue en algún momento. Parece que los productores vieron estas fallas y mandaron a refilmar nuevas escenas. Tampoco con la edición estuvieron conformes y mandaron a reeditarla. Esto fue lo que ocasionó que se atrase el estreno también. Así, de esta corrección, sobrevivieron fallas de origen. Gareth Edwards parece complicarse a la hora de narrar (es casi imposible de entender el firulete técnico que tienen que hacer los rebeldes en la batalla final). También parece hacérsele difícil la dirección de actores, por eso Felicity Jones y Diego Luna no podrán destacarse. Felicity Jones es un caso especial, parece nunca abrir la boca para que no se le vean sus grandes paletas, y parece ni mosquearse cuando Diego Luna está al borde de la muerte.
El resultado es una película apurada, sin pausas solemnes necesarias propias de la saga. Pocos diálogos significantes, seguramente cercenados en la edición final, achatando a los protagonistas. Apasionantes batallas estelares que siguen funcionando a la perfección, aquellas que George Lucas tuvo que dirigir aunque no figurara en los créditos de El Regreso del Jedi. Polémicas resurrecciones con efectos digitales. Y finalmente, la certeza de que J. J. Abrams hizo muy bien su parte del trabajo en Episodio VII.
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