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Blog Nuevo Cine de Barrio |Sobre Episodio 9, El Ascenso de Skywalker

Star Wars y los Espejos

Argumentos que contradicen las críticas negativas de la última película de la saga.

Star Wars y los Espejos
23 de Diciembre de 2019 | 22:23

 

¿Por qué persistes, incesante espejo?

¿Por qué duplicas, misterioso hermano,

el menor movimiento de mi mano?

¿Por qué en la sombra el súbito reflejo?

“Los Espejos” Jorge Luis Borges

          Pseudocríticos de cine han reseñado negativamente al Episodio IX, El Ascenso de Skywalker por ser un “refrito”. La palabra hace referencia a aquellos programas de TV de fin de año donde se repite todo lo mejor de esa temporada para no trabajar y no gastar plata en hacer un programa nuevo ya que se vienen las vacaciones. Equivale al sabor de comer algo recalentado. Un refrito en el cine también sería hacer una nueva película repitiendo una fórmula, o robándose a sí misma ideas anteriores por ejemplo en una saga. Casi como fallidas nuevas versiones de las primeras películas. Esto podría tener una connotación negativa si es que a los realizadores les pintó la vagancia para no trabajar y han concebido una obra menor. Pero en la saga Star Wars, la gran creación de George Lucas, esa regla no aplica. La repetición, lo circular, lo especular, el anverso y el reverso representan materia esencial de la saga. El crítico que piense que eso es un defecto evidentemente nunca le ha gustado Star Wars o no sabe de qué se trata porque seguramente no ha visto ninguna de sus películas, o las ha olvidado, que es lo mismo.

          Star Wars, Episodio IV, Una Nueva Esperanza (1977), más conocida por nosotros como La Guerra de las Galaxias, ya nace con la idea de repetición, de reflejo. Los tíos de Luke Skywalker no quieren que repita la historia de su padre, no quieren que pase al otro lado del espejo, al lado oscuro. Pese a sus intentos la aventura lo llama y repite la misma historia. Se hace piloto y comienza a aprender sobre los misterios de La Fuerza.

          Ya llegando a El Regreso del Jedi, Episodio VI (1983) y cerrando la primera trilogía también existe una lógica circular y espejada. Aparece nuevamente la estrella de la muerte y hay que destruirla casi de igual manera que en el Episodio IV.

          Si pensamos en la segunda trilogía, el Episodio I (1999) es un espejo y reverso del Episodio IV. En aquel conocíamos a Luke en el desierto de Tatooine y aquí conocemos a Anakin, su padre, en el mismo desierto. Se trata de quien luego será Darth Vader, del que sabíamos que tenía una vida especular, de caminos ya recorridos. En ésta también Anakin es piloto y destruye la estación espacial más importante del enemigo. Es más, el plano final de Episodio I es casi igual al de Episodio IV, donde todos festejan y son condecorados. Así también el Episodio II termina en un emparejamiento gráfico similar al Episodio V. También a Luke le cortan la mano como se lo hacen a su padre y así podríamos seguir años luz.

          Es por eso que Episodio VII (2015) la excelente obra de J. J. Abrams comienza también en el desierto, esta vez con una chica, que empezamos a conocer. Porque se refleja ahora en un espejo de dos caras con Episodio I y Episodio IV.

          Lo cierto es que Star Wars desde su origen y hasta antes de que George Lucas termine de darle forma a las primeras secuelas ya había una historia circular, de espejos. La mismísima característica especular le dio origen a la estética de la saga. La luz y la oscuridad que representaban Luke y Darth Vader son los diferentes lados del espejo, es lo fantástico de Star Wars, es lo fantástico que veía Borges en aquel misterioso objeto. Por eso, no se puede pensar La guerra de las Galaxias sin repeticiones, sin espejos, sin caminos recorridos y sin ruinas circulares. Sin acciones que se repitan y sin destinos que parecen converger pero de todas maneras pueden ser torcidos a la fuerza, como lo hizo Luke con el destino de su padre.

          Por lo tanto, que esta nueva entrega, Episodio IX, El Ascenso de Skywalker pise sobre huellas es en principio correcto. Pero no solo eso, sino que mantiene la esencia de la saga, y emociona al encargarse de tocar nervios necesarios para ese objetivo, nervios como son los recuerdos del ser amado. Además, su director J.J. Abrams hace el trabajo que debería hacer todo gran director de cine. Se detiene en momentos claves, olvida el ritmo frenético que tienen todas las películas de estos días y le da tiempo a las imágenes, al clima visual, para llegar a emocionarnos con la pérdida de algunos de los personajes más queridos. También su cámara danza al compás de las acciones como en el primer enfrentamiento entre Rey y Kylo Ren. Rey espera como en un duelo del viejo oeste el momento exacto para disparar, porque Star Wars también es un western. Planos contemplativos anuncian el enfrentamiento y generan la máxima de las tensiones. Tensión visual e intriga cinematográfica para luego cerrar con una proeza genial donde vemos a Rey saltando y haciendo una mediachilena para herir de muerte a la nave de Kylo Ren-Ben Solo. Y eso es solo el principio de una primera gran batalla.

          Episodio IX termina siendo una gran película de aventuras. Una película emocionante y feliz. Una obra para disfrutar a lo largo de 42 años y para lograr que el cine nos acompañe, siempre. Aunque tanto en esta película como en toda la última trilogía nos despedimos de personajes entrañables, son películas felices porque le dan el mejor de los cierres a la saga, tarea nada fácil. Y a la vez, porque podemos disfrutar y ver por última vez a los pocos amigos que nos quedaban, de pie, y dando la vida por la causa. Triunfo merecido por haber tenido memoria y por haberse tomado la saga en serio. Haber pensado la saga como lo que es, una obra de arte. Y como toda obra de arte también es un reflejo misterioso que sueña despierto y llena de fantasía nuestras vidas.

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Soy Facundo J. Barrionuevo, Profesor en Comunicación Audiovisual y en este espacio vamos a compartir una mirada crítica a los estrenos cinematográficos + caprichos varios.

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