Método para recuperar en 10 años especies ictícolas de pesca
| 7 de Mayo de 2016 | 23:40

Especial para EL DIA
de National Geographic
Tras décadas de decadencia, la mayoría de las poblaciones de peces del mundo podrían recuperarse en apenas diez años, a la vez que las pesqueras ganen más dinero, según afirma en un estudio. La solución radica en que más naciones adopten sistemas para compartir los derechos de captura de peces, que han resultado efectivos en varios países, entre ellos EE.UU. y Belice.
“He pasado toda mi carrera trabajando en temas de pesca y no esperaba un descubrimiento tan importante”, dice Amanda Leland, coautora del estudio y científica especializada en la industria pesquera que trabaja en el Fondo de Defensa Ambiental de Estados Unidos y llevó a cabo el estudio con científicos de la Universidad de California y la Universidad de Washington.
El equipo realizó simulaciones en una gran base de datos de 4.713 pesquerías que representan aproximadamente el 78 por ciento de la actividad pesquera mundial. Para el año 20150 las poblaciones mundiales de peces podrían duplicarse si todos los países implementaran mejores prácticas de gestión. El porcentaje de compañías pesqueras consideradas biológicamente saludables hoy es de aproximadamente 47 por ciento y en diez años podría llegar al 77 por ciento.
Asegurándose de que haya más peces en el océano se mejoraría la seguridad alimentaria de los 3.000 millones de personas del mundo cuya principal fuente de proteína son los frutos de mar. A su vez, los pescadores ganarían 53.000 millones de dólares más al año (por encima del valor actual de 270.000 millones para las pesqueras globales, que emplean a 260 millones de personas). Eso implica un crecimiento de 204% para 2050.
Leland considera que esa predicción es un triple triunfo: para los peces, para la seguridad alimentaria humana, y para los trabajadores.
Daniel Pauly, científico especializado en pesquería de la Universidad de British Columbia que no participó de la investigación, opina que el trabajo es “excelente y metódicamente sensato”. La mayoría de los análisis previos sólo contemplaban unos pocos cientos de pesqueras, así que la escala de este trabajo le suma mucho peso”, observa.
“La mayoría de las compañías pesqueras del mundo están en mala situación y se encaminan a un colapso de todos los stocks en pocos años”, dice Pauly, para quien la diferencia entre recuperar o agotar stocks de peces es simple: un sistema de cuotas que se cumpla. Eso es algo que falta en la mayoría de las pesqueras pero que ahora funciona en algunos casos. En los sistemas tradicionales de manejo de la actividad, los pescadores pueden atrapar todo lo que quieran en áreas específicas, o durante períodos de tiempo específicos. Pero eso significa que “todos tratan de competir entre sí, dando lugar a una carrera hacia el fondo”, explica Leland. Como resultado, se sacan más peces de los que se pueden reponer.
Una cuota puede evitar la sobrepesca. Dándole a cada pescador un tope, puede haber una relación de adversario con los reguladores. Los pescadores presionan para obtener las mayores cuotas posibles, a veces esquivando las normas, y tienen menos incentivos para mejorar la salud general del ecosistema.
A la inversa, en un sistema de pesca compartida (también llamado sistema de derechos de pesca), cada pescador tiene derecho a un porcentaje de la pesca total asignada. La cantidad a extraer es fijada por científicos en base a las pruebas del momento. Si aumenta el número de peces del océano, se puede revisar rápidamente el número que se puede pescar. Eso les da a todos los pescadores un incentivo para emplear las mejores prácticas y controlar sus propias aguas, dice Leland, y aumenta el tamaño de la porción de la torta que le corresponderá a cada uno.
En los últimos años el sistema se ha puesto en práctica en más de 200 casos en Australia, Belice, Chile, Dinamarca, Namibia y EE.UU. y los resultados son alentadores, agrega Leland.
En EE.UU. desde el año 2000 ha habido una disminución de 70% en el número de especies víctimas de la sobrepesca. El número de peces con poblaciones reconstruidas pasó de 0 a 39. Al mismo tiempo, los empleos del sector aumentaron 31% en los últimos tres años y las ganancias subieron 44%.
“Eso demuestra que podemos tener más peces y comerlos también”, añade Leland.
En Belice, que tiene una pequeña industria pesquera artesanal, los pescadores pasaron de competir entre sí a pedir más zonas protegidas para que los peces puedan reproducirse mejor. Denuncian la pesca ilegal ante las autoridades y trabajan para reducir la captura accidental.
En suma, los pescadores de Belice están manejando mejor su recurso. El hecho de que podrán pasarles a sus hijos su cuota de pesca les da un incentivo mayor para asegurarse más peces para el futuro, dice Leland.
No obstante, Pauly advierte que no hay que concentrarse demasiado en las cuotas. “A los peces no les importa quién los atrape, lo que importa es que se cumpla la cuota. La técnica exacta que se emplee para limitar la captura debería depender del país y de lo que es políticamente aceptable”.
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