El Lobo da ventajas y regala puntos de manera increíble
| 9 de Mayo de 2016 | 02:00

Por
nicolas nardini
analisis
U na vez más Gimnasia volvió a chocar con la misma piedra. El Lobo de Alfaro parece no haber aprendido la lección tras aquella noche en que un rato de siesta le terminó costando la obtención de la victoria frente a Godoy Cruz. Ayer, ante un frágil Independiente, terminó repartiendo los puntos otra vez, al desperdiciar, por dos veces, la ventaja parcial en el marcador. Y lo más grave de todo es que, en un abrir y cerrar de ojos, dejó derrumbar como un castillo de naipes un 2-0 que asomaba como casi irremontable.
¿Qué le pasó a Gimnasia? Algo parecido a lo que le había ocurrido ante los mendocinos: estando dos goles arriba en el marcador sufrió, de manera insólita, un gol de contragolpe. ¿Qué necesidad tenía el equipo de soltar laterales sin la consiguiente cobertura o relevo? Ninguna, puesto que llevaba dos goles de ventaja ante un rival que estaba a punto de entrar en zona de impotencia.
Sin embargo, tras errar un hipotético 3-0, nadie cubrió las espaldas de Licht y el descuento del Rojo reavivó viejos fantasmas que parecían haber quedado atrás luego de todo lo charlado -y trabajado- en el predio de Estancia Chica.
Más insólita aún resultó las respuesta defensiva en el gol del transitorio 2-2 de los de Avellaneda. El modo de defender el tiro de esquina que derivó en la igualdad se pareció mucho a uno de esos trabajos de sombras que los técnicos suelen hacer en los entrenamientos, cuando un equipo sólo debe ocupar espacios para dar referencias aunque sin la potestad de intervenir activamente. Esto fue igual, pero con la diferencia de que se trató de un partido por los porotos, donde esa inmovilidad de todos los que estaban defendiendo la pelota parada le dejó servido el empate a Vera, que definió a placer en la más absoluta soledad.
Luego, el Lobo siguió buscando hasta ponerse otra vez al frente. Pero el mismo equipo que buscaba con una determinación elocuente la victoria, volvería a mostrar una gran contradicción en la labor defensiva, donde, otra vez, le faltó orden e intensidad para meterse la victoria en el bolsillo. Se le escapó una vez más el triunfo. Gimnasia tendrá que saber que de nada sirve buscar con esmero la ventaja, si esa misma mentalidad no se impone para sostenerla en el arco propio. Alfaro, de seguro, abandonó el estadio del Bosque preocupado. Nadie más que él, un técnico abonado al orden y la disciplina táctica, debe haber sufrido el 3-3 con sabor a poco alcanzado por el Lobo.
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