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Inseguridad, hijos y veedores

Inseguridad, hijos y veedores

Inseguridad, hijos y veedores

12 de Junio de 2016 | 02:10

Por | ALEJANDRO CASTAÑEDA

Mail: afcastab@gmail.com

Periodista y crítico de cine

INSEGURIDAD

Lo cierto es que cada vez hay más agentes y cada vez hay más delitos. La oferta y la demanda, como tantas otras cosas, se realimentan en un clima de inflación con buenos modales donde lo único que baja es la temperatura. Anuncian grandes cambios en los cursos de ingreso a las escuelas de policías. Los quieren más jóvenes, más buenos y más preparados. Alargan ciclos y suman materias. Pero ya que estamos, muchachos, ¿no sería bueno darles clases de manejo? Los patrulleros están deshechos. Chocan demasiado contra todo. ¿Persecuciones encarnizadas, vandalismo, descuido? El parque automotor de la Poli acaba siendo la imagen de una seguridad abollada a la que le sobran diagnósticos y le falta sacabollos. Por eso la justicia es parte de la vida de todos los días. Hoy estamos pendientes de la pasarela de Comodoro Py (¿otro Gran Cuñado?) y de la suerte de esos magistrados que buscan desactivar tarifazos. Mientras el elenco justiciero gana pantallas calientes, algunos ministros parecen estar más cerca de la ficción que de la realidad. Uno de ellos, tiempo atrás, habló de “sensación de inseguridad”. Y así le fue. Ahora la ministra del ramo, Patricia Bullrich, dijo que los secuestros han bajado pero es la difusión lo que los hace crecer. Da pena. Aunque en cualquier momento puede aparecer la desmentida. Porque el arrepentido parece ser la impronta oficial de un gobierno que ha convertido a la rectificación en rumbo.

HIJOS 1

Maradona cada tanto da sorpresas. Y se las dan. El encuentro con Pelé, su designación como veedor de FIFA y la aparición en cámaras de un hijo presunto, subrayan el retorno de un astro que nunca deja de encandilar. En esta época de parentelas comprometedoras, arribó un hijo en suspenso al heterogéneo elenco de un programa, como Show Match, donde ya no se distingue quién se disfraza y quién es real, qué es parodia y qué testimonio. Un show que a veces suena a Comodoro Py y otras veces a Gran Hermano. Y que tiene al baile como soporte secundario de unas coreografías con más zancadillas que trucos. Bueno, este Diego Jr. está sospechado de no ser quién dice ser. Pese a que el ADN podría despejar cualquier incógnita, se rumorea que es hijo de su tío y no de su padre y que gracias a esta discutida permuta sueña con herencias, la deportiva y la otra, para poder sacarle jugo a un sobrinazgo en tránsito. Curiosamente tiene prohibido mencionar el padre-tío en un programa donde las menciones son lo que más rinden. Y entre pasos de baile, devoluciones y pellizcos con el jurado aguarda que el nuevo veedor internacional, a orillas del día del Padre, le eche un vistazo a su campaña de hijo errante y sobrino dudoso.

HIJOS 2

Eso de meter a su familia en presupuesto no deja de ser buenos ejemplos de hombres precavidos. Y los despachos oficiales están repletos de parientes que con el asunto del linaje van a buscar allí un pronto pago para asegurar su futuro. Suele ocurrir. Es encomiable el deseo de darles un buen pasar a los suyos. Y de esto trata el tironeo sanguíneo que tiene entretenido al Honorable Tribunal de Cuentas, una repartición que al parecer tiene un presidente que aspira a convertir en honorables al resto de la prole. El hombre decidió sumar cónyuge, hijo y cercanías a un currículum profesional al que siempre falta algún comprobante y le sobra algún pariente. Su cortocircuito con otro vocal del Tribunal ha dejado al descubierto una subtrama de vástagos intercambiables y bien ubicados. Esto sucede justamente en un ámbito que sabe de culpas y excusas y que vigila a las reparticiones para que no falte nada ni sobre nada. Ni gastos ni parientes. Algunos veedores gubernamentales, que se les hace agua la boca por esos sillones, cuestionan la infraestructura moral de un organismo que tiene que auditar los fondos públicos y hoy se la pasa recontando hijos.

Ya rezongaba Fito Páez: “siempre el mismo rollo con los parientes”. La aparición de familiares suele comprometer presentes y torcer destinos: Evo Morales perdió chances por un hijo que no recordaba. Y Keiko Fujimori, por un padre que todos recordaban. Diego Jr. y el Tribunal de Cuentas, aguardan veedores para sus rollos.

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