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Deportes |opinion. Argentina perdió otra final, por penales y contra Chile, y el karma es cada vez más grande

El fracaso de una generación y del exitismo de todo un país

No supo, no pudo y no se animó a jugar el partido. Increíble castigo para un grupo exitoso a nivel mundial

El fracaso de una generación  y del exitismo de todo un país

El desconsuelo de Mercado, Messi, Agüero y Pastore. En sus clubes ganaron todo, en la Selección Mayor nada

27 de Junio de 2016 | 01:15

Por

martin Cabrera

N o hay explicación para esta nueva decepción de la Selección. Algunos lo llaman fracaso, otros mala suerte, unos maleficio. Lo concreto es que Argentina dejó escapar su tercera final en tres años, la más accesible, la más ganable de todas, la que tenía todo a favor para conquistarla.

Esta vez, a diferencia de lo ocurrido hace dos años en Brasil contra Alemania, o doce meses antes contra Chile en su país, anoche la derrota (por penales) generó bronca más que decepción.

La bronca, en buena medida, puede entenderse en el sobrevalorado exitismo que se generó luego de las primeras presentaciones. Las goleadas contra las inexistentes Panamá, Bolivia, Venezuela y Estados Unidos despertaron un vuelo sin alas. Y colocaron a un buen equipo -cargado de temores y ausencias- en un lugar que no le cabe y no lo merece. Principalmente no lo mereció, por la falta de un conductor afuera de la cancha, que no supo en sus dos años como técnico imprimirle un estilo definido al equipo.

Si hay algún jugador del plantel argentino que no merece este fracaso es Lionel Messi. Pero indudablemente no es el líder que pide la gente

Como el año pasado Gerardo Martino volvió a pifiar en su planteo final. O mejor dicho, no tuvo los reflejos necesarios como para cambiar sobre la marcha, ya sea con ingresos, sustituciones o dibujos tácticos. Chile no fue Panamá. Por eso a la Argentina no le alcanzó con alguna genialidad de Lionel Messi para ganar el partido.

Es verdad que todo pudo haber cambiado si Gonzalo Higuaín metía el mano a mano que despilfarró a poco de comenzado el partido, igual al que tiró afuera en el mundial de Brasil. Pero también pudo haber sufrido alguna contra rival en el tiempo suplementario.

Argentina arrancó el partido el partido presionando bien arriba. Pero le duró poco. A los 27 minutos, luego de la expulsión de Marcelo Díaz, el equipo increíblemente regaló el partido. Desaparecieron los referentes, Chile comenzó a controlar a la Argentina, con rigor físico y al árbitro, con sus protestas. De ahí nació la otra expulsión, insólita, la de Marcos Rojo. El brasileño Lopes mostró un cartón colorado sin saber a quién por una falta discutida. Como en un juego de ver quién soplaba más fuerte, se la llevó el argentino. Ni el técnico criollo se dio cuenta.

El segundo tiempo fue muy pobre. Chile respetó su idea de salir prolijo del fondo, de presionar y de saber cuándo enfriar el partido. Argentina resignó a Mascherano (pasó a marcar la punta izquierda) y perdió conductor. No tuvo idea, ni apeló al cómo, adverbio utilizado ligeramente durante la semana.

De todos modos, lo más reprochable de Martino fueron los cambios. Apostó por Ever Banega y Lucas Biglia aun cuando claramente estaban lesionados y el partido le pedía a gritos un jugador con aire y cerebro para jugar, verbo que no conjugó en toda la final. Recién en los últimos diez minutos se decidió a sacar a Banega para hacer entrar a Erik Lamela. Fueron los mejores minutos de la Selección.

Tampoco se entendió por qué jugó Angel Di María, que se había desgarrado y resentido durante la Copa. No estaba para ingresar, igual que Lucas Biglia (que encima pateó un penal). ¿Por qué Martino decidió romper su juego en el último partido, el único verdaderamente exigente de la competencia?

Argentina llegó al final sin animarse a tomar el protagonismo. Como tantas veces le tiró toda la responsabilidad a Messi para que haga algo. Pero este gran jugador, para algunos el mejor del mundo, sin socios ni líderes a su lado fue uno más. Hoy será blanco de todos sus detractores, porque además falló un penal en la definición. Todo es anécdota, porque a pesar de sus copas y conquistas europeas tal vez deje el fútbol sin entender qué le pasó en su país.

Con el de ayer fue la cuarta final consecutiva de Argentina sin marcar goles. Pasaron las definiciones en Venezuela 2007, Mundial de Brasil 2014, Chile 2015 y EE.UU 2016. La última vez que Argentina marcó un gol en una final fue en la de 2004, que luego terminó perdiendo. ¿Será casualidad?

Nueva frustración de la Selección en la Copa América Centenario. Ojalá que el 26 de junio sea recordado como el Día que el fútbol argentino dejó de comprar espejos de colores, selfies y conferencias de prensa. Hasta la próxima final.

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