Hijo de tigresa

Conocido en el mundo editorial como el hijo de Susan Sontag, el ensayista, periodista y crítico Rieff demuestra que es mucho más que un portador de estirpe narrativa y acaba de lanzar “El oprobio del hambre”, un soberbio libro sobre la pobreza y la ineficacia de los organismos dedicados a erradicarla

La primera referencia que sitúa al norteamericano David Rieff en la escena intelectual es su parentesco con la célebre ensayista Susan Sontag, aunque su experiencia como periodista y crítico cultural trasciende la relación con su madre y acredita aportes singulares como “El oprobio del hambre”, un libro que acaba de lanzar -y presentar en nuestro país- sobre la pobreza y la ineficacia de los organismos dedicados a erradicarla.

Hijo de la autora de “Contra la interpretación” y del sociólogo Philip Rieff, este hombre nacido hace 64 años en Boston ha estado en los principales escenarios de conflicto como corresponsal de guerra y se ha dedicado a radiografiar los modos del malestar contemporáneo tomando como punto de partida las crisis de los derechos humanos, los movimientos inmigratorios o las condiciones extremas de supervivencia en territorios donde escasea el agua y la comida.

La pobreza es precisamente el núcleo de su último libro, “El oprobio del hambre” (Taurus), donde analiza la hambruna que en 2007 provocó un aumento del costo de los alimentos básicos a nivel global y delinea un escenario dramático que refuta el optimismo de los organismos internacionales, fundaciones y ONG que aspiran a combatir la desnutrición con deficientes programas de ayuda al desarrollo.

Rieff critica también el rol de los filantrocapitalistas como el magnate informático Bill Gates y minimiza los aportes del progreso tecnológico, porque para reducir la cantidad de gente desnutrida o malnutrida en el mundo -dice- “no hay que apostar a la tecnología sino a la política y a la presencia del Estado por sobre el sector privado”.

Hace unos años, este historiador egresado de la Universidad de Princeton hizo un alto en la agenda social para entregar un descarnado texto autobiográfico que bajo el título “Un mar de muerte” retrata los últimos meses con su madre, que falleció de cáncer en 2004.

El optimismo sin claudicaciones que Sontag mantiene hasta al final de su vida, incluso bajo las penosas condiciones que le impone la agonía, parece contrastar con la mirada escéptica que Rieff proyecta en su indagación sobre el hambre y las consecuencias de la desigualdad.

“Aquí en la Argentina les encanta apelar a la psicología para explicar muchos fenómenos. A mí, en cambio, no me interesa mucho analizar la vida en términos psicoanalíticos. Por eso diría que si mi madre y yo somos tan diferentes respecto a la percepción del mundo es porque hemos visto cosas muy diferentes a lo largo de la vida”, destaca el periodista.

“Después de todo, tampoco creo que mi madre haya sido tan optimista como muchos suponen -vacila Rieff-. Si fue una persona optimista lo fue en términos de la famosa frase de Gramsci, ‘pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad’. Para ella el optimismo siempre fue un acto de voluntad. Por eso en el fondo no veo tanta diferencia entre ella y yo”, explica.

¿Hay algún resquicio para la esperanza en el trabajo de este notable intelectual? “Hay una diferencia esencial entre la esperanza y el optimismo -se encarga de aclarar él-: la esperanza es una categoría moral pero el optimismo depende de conclusiones empíricas. Y frente a eso veo razones para esperar o desear en la línea de lo que alienta la esperanza, pero no para ser optimista. El optimismo es, de hecho, la doctrina oficial de mi país, pese al avance del candidato republicano Donald Trump en las encuestas”.

El oprobio del hambre
Autor: David Rieff Editorial: Taurus Páginas: 432
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