No logra despejarse el panorama fiscal
| 8 de Enero de 2017 | 01:21

El éxito del blanqueo de capitales no sólo le dio oxígeno al Gobierno, sino que genera expectativas como uno de los factores que pueden alentar el rebote económico. Sin embargo, lo cierto es que el déficit fiscal continúa siendo un grave problema que preocupa a las autoridades y que el resultado del blanqueo no logra ocultar.
Según el Ministerio de Hacienda, los recursos obtenidos por AFIP el mes pasado sumaron $ 275.542 millones, lo que implicó una suba de 90% en términos anuales.
Por su parte un informe de la consultora Management & Fit destaca que la recaudación vía exteriorización de capitales explicó alrededor de un tercio del total (casi el doble del IVA), convirtiéndose en el principal recurso del fisco en diciembre.
Como resultado, los ingresos tributarios superaron los dos billones de pesos el año pasado, acumulando un incremento de 35% interanual (7 puntos más que un escenario “sin blanqueo”) y asegurando el cumplimiento de la meta fiscal.
CUADRO DELICADO
Aún así, el informe destaca que el panorama sigue siendo delicado. El recambio de autoridades y otras medidas puntuales evidencian la preocupación oficial de cara a un 2017 signado por la agenda electoral.
El éxito del blanqueo es innegable. De acuerdo a fuentes oficiales, se llevan exteriorizados 97.842 millones de dólares de los cuales 13.715 millones corresponden a bienes en el país (más de la mitad en efectivo) y 84.127 millones de dólares bienes en el exterior (ver gráfico).
Entre las cuentas bancarias declaradas, un 46% se localizaron en los Estados Unidos, un 22% en Uruguay y un 12% en Suiza.
Según el informe, como resultado de las penalidades, los ingresos fiscales suman $106.700 millones, los cuales ya fueron transferidos casi en su totalidad a la ANSeS para el pago previsto del Programa de Reparación Histórica a los jubilados.
La próxima etapa, que finaliza el 31 de marzo próximo, prevé la exteriorización de propiedades inmobiliarias, autos y yates con un cargo del 15%.
Más allá de este ingreso extraordinario, el éxito del blanqueo “derrama” sobre el resto de la economía.
Puntualmente, amplía la base imponible ya que pasó de los 25.000 millones de dólares a más de 110.000 aproximadamente, dinamiza ciertos sectores productivos (construcción, energía, mercado inmobiliario) y facilita el financiamiento del sector público mediante la colocación de títulos.
Aún así, el frente fiscal sigue siendo un factor de preocupación para el Gobierno.
DEFICIT
El déficit primario alcanzó los 300.000 millones de pesos en noviembre (último dato disponible) lo que representa un incremento de 55% respecto al desequilibrio registrado en igual período de 2015.
La escasez de recursos producto de la recesión contrastó sensiblemente con la dinámica de gastos.
En efecto, según la consultora, el Gobierno liberó la “billetera” en la segunda mitad del año, especialmente en las transferencias al sector público y privado (60% interanual y 40% interanual acumulado desde enero, respectivamente).
Las concesiones en materia social, el recorte parcial de subsidios y los acuerdos con provincias respecto a los déficits de cajas previsionales y restitución (gradual) de fondos coparticipables condicionaron la política fiscal.
Sin dudas, la gobernabilidad no fue gratuita para el oficialismo.
En parte, el recambio de ministros pretende avanzar en este frente. Esta semana asumieron las nuevas autoridades en el Ministerio de Hacienda y el flamante Ministerio de Finanzas. El primero asumió con los objetivos de reducir la carga tributaria, aumentar la inversión en infraestructura y achicar el déficit fiscal. Esta aparente contradicción se resolverá en 2017 por el lado más fácil (y lógico). El ministro Dujovne priorizará cumplir con la meta de 4,2% del PBI para generar credibilidad hacia adentro (disciplina fiscal a mediano plazo que ayude con la desinflación) y hacia afuera (disciplina fiscal que permita acceder a financiamiento suficiente a tasas razonables).
La reciente reforma de Ganancias significó “largar desde boxes” una carrera que además estará marcada por las elecciones de medio término. No obstante, el éxito del blanqueo es uno de los principales ítems del lado del haber (dependiendo a qué período se imputen los fondos, se sobrecumpliría la meta de 4,8% del PBI para 2016 y se estaría más cerca del 4,2% del 2017). También se oficializaron algunos cambios que apuntan al mismo objetivo.
Por un lado, se quitó la devolución del 5% a las compras realizadas con tarjeta de débito (estimado en $7.500 millones, cifra similar al costo fiscal extra por la reforma en Ganancias).
Por otro, se postergó el recorte de retenciones a la soja previsto para este año (alrededor de $15.000 millones). En su lugar, se propuso reducir mensualmente un 0,5% la alícuota desde enero de 2018.
Según los lineamientos anunciados por el Banco Central, la asistencia al Tesoro no superará los $150.000 millones en 2017. Esto significa un 75% de lo transferido en términos reales durante todo el año pasado. Bajo este escenario, las necesidades financieras (más de 11% del PBI en términos brutos) deberán cubrirse mayoritariamente con endeudamiento. Si bien todavía hay financiamiento disponible, no es un escenario sencillo. Las emisiones de deuda requeridas para cubrir el agujero son elevadas para una economía emergente, lo que ubicaría al país entre aquellos de mayor colocación de títulos por segundo año consecutivo. Ello en un contexto de mayor incertidumbre, tasas globales en probable ascenso y con una Argentina que ya dejó de ser una novedad para los inversores financieros.
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