Otra noche de fiesta para Independiente, que dio vuelta la serie y avanzó a la final

En apenas media hora sacó los dos goles de ventaja que necesitaba para dar vuelta la serie frente a Libertad de Paraguay en Avellaneda

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¡Qué actualidad esta de Independiente! Claro, porque después del golpe que dio el sábado como visitante de Racing, quedándose con el clásico de Avellaneda en el Cilindro, con suplentes, y un expulsado, anoche se clasificó para jugar la final de la Copa Sudamericana contra el ganador de Junior (Colombia)-Flamengo (Brasil), que mañana definirán en Barranquilla la llave que está 2-1 favorable a los cariocas.

La previa en el estadio Libertadores de América fue histórica, por la cantidad de fanáticos que coparon las tribunas, y por el color que esa multitud le aseguró a un escenario que resultó una caldera cuando la pelota comenzó a rodar y el Rojo fue a buscar el triunfo que le permitiera revertir la serie que en el Defensores del Chaco, de Asunción quedó 1-0 a favor de Libertad de Paraguay.

Más allá de los globos que se multiplicaron, de las 20.000 banderas que flamearon, las cartulinas de color rojo y blanco, los fuegos artificiales que levantaron vuelo afuera del estadio, de los gritos, del color y del calor, fue impresionante la dinámica que le impuso al juego el equipo dirigido por Ariel Holan, contra un rival que esperó firme y salió con pases largos que representaron un llamado de atención.

La velocidad para desarrollar cada movimiento de campo le permitió a Independiente sacar ventaja cuando se jugaban 17 minutos, porque Maximiliano Meza apuró un saque lateral, poniendo en juego a Fabricio Bustos, quien se metió al área y fue cruzado abajo por Antolín Alcaráz. Penal, claro, más allá de los reclamos, y Ezequiel Barco se hizo cargo de la ejecución con un derechazo bajo que metió la pelota a la izquierda del arquero.

Aprovechó el envión anímico el Rojo, impulsado desde el sábado por la victoria en el clásico, y con el empuje de un público enardecido, un minuto después aumentó al cabo de una impecable jugada de ataque, que finalizó con un centro cruzado por Maximiliano Meza desde la derecha y aparición justa por el medio de Emanuel Gigliotti, quien dejó sin chance a Rodrigo Muñoz.

Jugados 18 minutos, Independiente ya estaba en la final, porque había sacado los dos goles de ventaja que necesitaba para dar vuelta la serie. Pero... Las emociones le ganaron a la razón, y tanto vértigo le jugó en contra a los 24 minutos, cuando un tiro libre servido desde la derecha, en tres cuartos de cancha, fue conectado de cabeza por tres jugadores de Libertad, adentro del área, y obviamente esto desembocó en un gol que de repente cambiaba el panorama porque el que avanzaba a la final era el conjunto guaraní haciendo valer el peso del gol como visitante.

El descuento lejos estuvo de frenar a Independiente, y en el marco de un partido lleno de matices, con una dinámica poco común, volvió a sacar dos goles de ventaja cuando cambió la zona de ataque a la izquierda, con llegada al fondo de Gastón Silva, quien cruzó al medio para la aparición de Gigliotti.

Cambió la estrategia Libertad para el segundo tiempo, y la idea planteada por el español Fernando Jubero, quien debió armar el equipo para esta revancha sin Oscar Cardozo, expulsado en Asunción, ni Antonio Bareiro, que llegó al límite de tarjetas amarillas, le permitió no solo frenar a Independiente, sino que le significó al “Gumarelo” el protagonismo que le había faltado. Un gol necesitaba, y avanzó en esa dirección.

Los ingresos de Nicolás Domingo y Fernando Amorebieta dieron cuenta del dominio ejercido por el conjunto paraguayo, al que Holan trató de cerrarle los caminos al arco de Martín Campaña. Con regular suceso, porque lo hizo sufrir hasta el final, con un breve paréntesis que significó una entrada de Barco apilando marcadores adentro del área y definiendo sin encontrar el arco.

Libertad empujó cada vez con más fuerza, y generando situaciones de alto riesgo para el sufrimiento de todo Independiente, que al final retomó la fiesta inicial, aquella que empezó en las tribunas y bajó para darle envión a un equipo ganador.

 

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