Refutan la teoría que ponía en duda el árbol genealógico de las especies prehistóricas

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En marzo, un estudio publicado en Nature planteó revolucionarios cambios en el conocimiento que tenemos de los dinosaurios. Fueron científicos de la Universidad de Cambridge, liderados por Matthew Baron, quienes sostuvieron la hipótesis de que la cadena evolutiva de los dinosaurios probablemente fue distinta a la que se suponía hasta ahora. Tras analizar en detalle una serie de fósiles, cambiaron de lugar en el árbol genealógico a varias especies, entre ellas el Tiranosuario Rex. En resumen, afirmaban que la tradicional clasificación entre Ornithischia -cadera de ave- y Saurischia -con cadera de lagarto-, debía ser modificada.

El estudio tuvo amplio impacto en la comunidad científica internacional, tanto que muchos pusieron el ojo en esta nueva teoría. Ahora, un grupo de investigadores -entre los que figuran tres argentinos- salieron a refutarla y abrieron el debate sobre si las teorías aceptadas sobre los dinosarios deben ser replanteadas o no.

En el mundo científico, se la denomina “polémica jurásica” a estos contrapuntos sobre la evolución de los dinosaurios.

Según informó ayer el Conicet, los dinosaurios tradicionalmente están clasificados entre los Ornithischia -con cadera de ave, como los dinosaurios herbívoros Stegosaurus, Triceratops, y los Saurischia -con cadera de lagarto- que a su vez se dividen entre Theropoda –carnívoros como el Tyrannosaurus y el Carnotaurus- y los Sauropodomorpha -dinosaurios herbívoros de cuello largo como el Diplodocus y el Argentinosaurus-.

En la nueva hipótesis propuesta por Cambridge, los Ornithischia están más cercanamente emparentados a los Theropoda, formando un grupo llamado Ornithoscelida. Por otra parte, los Sauropodomorpha quedan restringidos a una línea evolutiva separada dentro de los dinosaurios.

En una nueva investigación publicada ayer en Nature, el paleontólogo Max Langer, de la Universidad de San Paulo, rebatió esta hipótesis, junto a un equipo internacional de especialistas del que participaron tres investigadores del CONICET: Martín D. Ezcurra, Fernando Novas y Diego Pol.

Debido a la importancia de la hipótesis que habían planteado los científicos británicos, surgió la necesidad de los paleontólogos del mundo de analizar y poner a prueba esta propuesta. “Era un trabajo importante que nos hacía patear el tablero y reordenar las piezas del ajedrez de otra manera. Sin embargo, cuando observamos la matriz de caracteres analizada, por ejemplo, los iliones de la cadera, observamos que algunos estaban interpretados erróneamente”, explicó Novas, quien detalló que “en el curso de los meses subsiguientes a mayo, empezamos esta réplica y cuando tuvimos la matriz cladística de Baron modificada con nuestras observaciones, la base de datos se corrió y obtuvimos la clasificación clásica”.

“Cuando recodificamos los caracteres y volvimos a analizar esta matriz, nos dió el resultado tradicional, lo cual era congruente con lo que pensamos que iba a pasar, ya que habíamos visto con escepticismo los resultados de Baron”, señaló por su parte Ezcurra, quien agregó que “es importante remarcar que los autores ingleses vieron alrededor del 45 por ciento de los especímenes, en tanto que nosotros entre todo el equipo vimos más del 95 por ciento”.

“Las grandes bases de datos son esenciales para realizar análisis de relaciones evolutivas a gran escala, y trabajos colaborativos como éste son una tendencia creciente dado que las grandes preguntas suelen requerir cantidades de datos que exceden la capacidad de un investigador trabajando de manera aislada”, aportó Diego Pol.

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