La burocracia volvió a izar la bandera de victoria, esta vez en el IOMA

Pese a lo que se supone y dice, la burocracia es muy imaginativa: siempre se las ingenia para convertir en difíciles y complejos para la gente muchos trámites que debieran ser extremadamente fáciles.

En este sentido, podría afirmarse que los burócratas no descansan jamás, porque, ciertamente, hace falta poner mucho empeño y hasta un raro talento para complicar lo simple. Una reciente prueba de esta conclusión acaba de presentarse en una sede del IOMA en donde miles de personas de edad avanzada -es decir, los jubilados- debieron hacer filas de hasta casi cuatro horas para poder acceder a la nueva credencial magnética.

Algunas de esas personas mayores se instalaron a partir de las 5 ante las puertas de la sede asistencial de la Provincia, a pesar de que el horario de atención empezaba a las 8. Los años no pasan en vano y la gente gana en experiencia. Lo cierto es que se nuclearon en esa mañana del sábado unos 1.700 jubilados, muchos de los cuales tardaron hasta cuatro horas en desandar las cuatro cuadras de la fila y acceder al mostrador en donde los atendían.

Tal como se informó, el operativo de distribución, paradójicamente, había sido fijado un sábado para atenuar el colapso previsible para un día de semana, cuando en las oficinas de 7 entre 41 y 42 se realizan los trámites habituales de la obra social. Sin embargo, la convocatoria “superó las expectativas de la institución” reconocieron desde IOMA, y a través de un comunicado pidieron disculpas “a quienes, a raíz de esta situación, debieron atravesar un incómodo momento”.

El trámite a realizar consistía, básicamente, en el cambio de la vieja credencial y en la recepción de las nuevas, con banda magnética que -según se asegura- permitirán utilizar un sistema de validación de prácticas y consultas médicas, mediante la incorporación de un programa integral informático, previsto para que funcione a mediados del próximo año.

Lo cierto es que para concretar esa simple gestión los jubilados debieron transitar un verdadero calvario previo, auxiliados en ocasiones por vecinos piadosos que les ofrecían pasar a los baños de sus casas o que les daban un vaso de agua o un refresco para renovar sus alicaídas fuerzas.

No hace falta entrar en más detalles. Tal como se señaló en este diario “lo que ocurrió ayer en las oficinas de esa obra social en 7 entre 41 y 42 es, lamentablemente, una muestra de cómo la torpeza burocrática le complica la vida a la gente de manera innecesaria”.

Se dijo también: “Si para retirar una nueva credencial de IOMA un jubilado tuvo que hacer ayer cuatro horas de cola parado a la intemperie, ¿qué le espera a la hora de tramitar -por ejemplo- el reintegro de una prótesis de cadera en esa misma obra social? Habría que apuntar, por último, que la nueva credencial está pensada -supuestamente- para agilizar y simplificar los trámites. Si es así, no tuvo un debut feliz. En el comienzo, al menos, vino a sumar complicaciones y torturas a afiliados que de eso ya conocen bastante”.

Colas ante casi todos los mostradores. Colas para pagar impuestos o para extraer plata en los cajeros. Colas para obtener algún documento registral. Colas porque no y porque sí.

Ahora, de manera casi imprevista y sorpresiva para la mayoría, hay que tramitar un DNI nuevo. No hay respiro para la población: se le va buena parte de la vida a la gente haciendo trámites costosos, estériles y martirizantes ante diferentes dependencias.

Hace ya muchos años que la población protesta contra este tipo de deficiencias o excesos burocráticos. Por toda respuesta y en el mejor de las hipótesis, las administraciones habilitan un libro de quejas u ofrecen numeritos, para que se inicie un reclamo por otra ventanilla.

La burocracia acaba de ganar una nueva batalla, esta vez en el IOMA. ¿Dónde librará la próxima en su infatigable combate contra el público? Frente a ese panorama, sólo cabe esperar que las autoridades accionen, de modo que los responsables de organizar los trámites entiendan que deben pensar en la gente y cambiar el rumbo, de una vez por todas.