“A los 55 me enteré que soy adoptado”

En su último libro que sale a la venta el lunes, el periodista revela sorprendentes detalles de su vida

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La confesión de Jorge Lanata impactó casi de la misma forma en la que lo hicieron sus estruendosas investigaciones, aunque, esta vez, el contenido pasó de política a vida personal: su vida personal.

En un capítulo de “56, cuarenta años de periodismo y algo de vida personal”, su último libro editado por editorial Sudamericana y que saldrá a la venta este lunes, el periodista revela que se enteró, apenas meses atrás, de que los que siempre consideró sus padres biológicos no lo son.

Según los pasajes que trascendieron, el conductor de “Periodismo Para Todos” se enteró de esta noticia en 2015 cuando fue sometido a un transplante cruzado de riñón, y que lo mantuvo en secreto, dentro de su círculo íntimo: sólo “cinco o seis personas” lo sabían, entre ellas, su ex mujer Sara Stewart Brown y su hija mayor, Bárbara.

“Soy adoptado. Lo sé desde hace pocos meses. Tenía cincuenta y cinco años cuando me enteré. Toda mi vida pensé que mi vínculo -¿mi necesidad?- con el periodismo tenía que ver con una enfermedad de mi madre, víctima de un tumor cerebral que lesionó su centro del habla: ella no podía hablar. Mamá no podía responder, yo preguntaba...”, confiesa el también conductor de “Lanata Sin filtro”, por Radio Mitre.

Y agrega: “Ahora sé que ella no era ella, o sí lo era pero de otro modo, y que mis preguntas intuían un secreto que busqué sin proponérmelo, casi toda mi vida. Si ‘ellos’ no eran ellos, yo ¿era yo? La pregunta es idiota”.

En tren de confesiones, Lanata detalla cuáles fueron los pensamientos que lo abordaron apenas se enteró de sus orígenes. “Lo primero que pensé cuando lo supe es que las largas manos de pianista de Bárbara, mi hija mayor, no venían de las manos de mi mamá”, cuenta.

“Tal vez, finalmente, sea yo quien viene de ningún lugar”

Y en tono reflexivo, cierra el tema de su adopción con el siguiente párrafo: “Releo estas líneas y es evidente un tono trágico que no me empeño en darles: ese tono esta noche vive en mí. No sé cómo podría ser para ustedes descubrir, en plena madurez, que muchas de sus respuestas se convierten en preguntas: la mayoría de ustedes saben de dónde vienen; yo me pregunto, ahora, cómo hubiera sido lo que no fue. En mis últimas décadas de periodismo hemos tirado ministros, hemos llevado decenas de casos a la justicia, hemos investigado como muy pocos lo hicieron. Sin embargo, no sé sinceramente si en mi caso vale la pena buscar: la mayoría deben estar muertos. Tal vez, finalmente, sea yo quien viene de ningún lugar, o, para decirlo de otro modo, sea el camino que fui”.

 

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