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Policiales |El juicio por los 33 muertos en el penal de magdalena

Revelaciones detrás de la mayor tragedia penitenciaria argentina

El estremecedor recuerdo de los testigos, 12 años después. Estrategias, informes y dudas

Revelaciones detrás de la mayor tragedia penitenciaria argentina

Los rastros de la mayor tragedia en la historia penitenciaria argentina. La que ocurrió el 15 de octubre de 2005 en la Unidad Nº 28 de Magdalena. Allí, por causas que ahora se ventilan en un juicio oral en nuestra ciudad, murieron 33 reclusos - ARCHIVO

21 de Agosto de 2017 | 02:47
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A las 23.31 del 15 de octubre de 2005, la cámara de seguridad Nº 2 de la Unidad Nº 28 de Magdalena registró por primera vez el humo saliendo del pabellón 16. Era el comienzo de un incidente que derivó en la mayor tragedia de la historia penitenciaria argentina, con 33 presos muertos y 17 penitenciarios que recién ahora, 12 años después, están sentados en el banquillo del juicio oral que se ventila en los tribunales de La Plata.

Dos de ellos, el por entonces director de la cárcel, Daniel Oscar Tejeda; y el ex jefe de seguridad exterior, Cristian Alberto Núñez, enfrentan cargos por “homicidio culposo agravado por la cantidad de víctimas”. Al resto les imputan la figura de “abandono de persona seguido de muerte”.

El debate arrancó el martes pasado con la declaración de cuatro presos que estaban con otros 51 en el pabellón 16, cuando se desató el infierno. Básicamente, todos coincidieron en decir que los guardias no auxiliaron a las víctimas, pero, ¿cómo empezó la secuencia?

Según la abogada del Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (CIAJ), Analía Carrillo, una de las que representan a los particulares damnificados, “los cuatro contaron que personal del Servicio Penitenciario ingresó a los tiros y escopetazos”.

“Los penitenciarios comenzaron a desalojar el pabellón, sacaron por la fuerza a más de veinte presos mientras algunos se arrojaban al piso para no ser sacados y otros se plegaban al fondo del pabellón, donde comenzaron a prender fuego elementos y partes del colchón para evitar la represión”, precisó Carrillo.

El abogado Darío Saldaño es defensor de seis de los imputados. Según su versión, los incidentes comenzaron con una “pelea entre 3 o cuatro internos que estaban armados con facas”, el SPB interviene y, en su repliegue hacia el fondo, un grupo de presos quema los colchones.

Las posturas chocan a la hora de hablar de la reacción y responsabilidades de los guardias. Carrillo asegura que cuando los detenidos que quedaron en el pabellón “quisieron salir ante la presencia del humo, se encontraron con que la reja estaba cerrada y son los que finalmente mueren”.

Saldaño refiere que los guardias “pudieron sacar a 22 internos, pero no pudieron abrir otras salidas porque los candados se dilataron” por las altísimas temperaturas. Y agregó: “Núñez (uno de sus asistidos) se subió al techo para sacarlos por ahí y le pegaron tanto que casi lo matan”.

En la elevación a juicio que hace 10 años hicieron los fiscales que instruyeron la causa, María Laura D´Gregorio y Sergio Delucis, reflejan que los imputados “aducen que se replegaron para que los internos salgan del interior del pabellón, pero olvidaron un detalle no menor: dejar sus puertas abiertas”.

A criterio de los fiscales, para controlar la reyerta los guardias “efectuaron una desmedida represión” que incluyó “al menos 21 disparos con las escopetas 12/70 con municiones antitumulto” y, después de los focos de incendio, con humo, calor y fuego, “el personal se replegó hacia el exterior, cerrando al menos la segunda puerta ubicada en la parte frontal (del pabellón) y manteniendo cerrada la que comunicaba al patio de recreo”.

Más allá del rol que jugaron los distintos protagonistas, los informes periciales revelaron que “las bocas hidrantes no funcionaban, que el empleo de los matafuegos en el siniestro fue ineficaz, que el pabellón no contaba con puertas de escape contra incendios reglamentarias”, que hubo un “accionar anárquico del personal penitenciario, tanto en las tareas de rescate de personas como en las de combate del fuego y que había colchones de espuma de poliuretano y de estopa” (ver aparte).

“Arrojaban agua en baldes, habiendo efectuado un cordón humano a tales fines, que entre todos comenzaron las tareas de rescate tratando de abrir las puertas que se hallaban cerradas y efectuando boquetes en las paredes”, valiéndose de “matafuegos vacíos, bancos y herramientas varias”.

La mayoría de los cadáveres fueron hallados cerca de las ventanas, en el sector de las rejas y en las dudas. Y los trasladaron en mantas hacia sanidad.

“Lo más terrible es que, sin importar el resultado, cuando termine el juicio no se habrá hecho justicia”, reflexionó Saldaño, porque prescriben “las responsabilidades políticas y administrativas”.

En las primeras audiencias del debate desfilaron ante el tribunal varios testigos, que estremecieron con sus relatos. Uno de ellos es un preso que estaba alojado en la U28 cuando ocurrió la tragedia.

“No sabíamos que estaban muertos, pensábamos que estaban desmayados y cuando los agarrábamos para sacarlos del pabellón nos quedábamos con trozos de piel, se les salía la piel como si fuera un pedazo de ropa”, recordó.

Otros cuatro detenidos que entonces estaban en el pabellón 15 contaron que aquella noche oyeron “gritos” en el pabellón lindero y poco después su propio pabellón “se llenó de humo proveniente del 16”. Había allí 60 hombres, que comenzaron a gritar pidiendo que los saquen: “Nos abrieron la puerta justo, unos minutos más y moríamos todos nosotros”, aseguró.

Personal del Servicio Penitenciario abrió la puerta de auxilio de ese pabellón y los obligaron a tirarse al piso en un sector exterior, desde donde se oían claramente los gritos de pedido de auxilio de los detenidos del pabellón 16, por lo que los recién rescatados comenzaron a reclamar a los agentes que fueran a abrirles la puerta de auxilio. Dicen los testigos que sólo un penitenciario se dirigió a ayudar, mientras que los restantes se fueron, lo que permitió a los detenidos del pabellón 15 también participar de la ayuda de sus compañeros.

Desde las defensas ponen el foco en las secuelas que padecieron los imputados: “Todos están con tratamientos psiquiátricos y sin trabajo”, dijo Saldaño.

“Una investigaciOn que demandO tiempo”

Una de las fiscales del juicio, Florencia Budiño, confirmó que intentarán demostrar que, además “del abandono de persona de algunos imputados hubo una omisión al deber de cuidado que tenían el jefe de la unidad, y el jefe de guardia exterior, por haber no corroborado irregularidades en las redes hidrantes y deficiencias que hubiesen podido paliar la situación de otra manera”. Explicó, además, que llegar a la instancia del juicio oral demandó mucho tiempo de investigación, porque “son muchos los imputados, hay mucha producción de prueba y la causa fue compleja; hubo dictado de sobreseimientos recurridos” y también demandó “ingeniería y logística coordinar las agendas de todas las partes, poner de acuerdo las voluntades de 17 imputados, 11 particulares damnificados, fiscales, defensores y jueces”.

Tensión
El 16 de octubre de 2005 era el Día de la Madre. Después de la tragedia los presos tomaron el penal hasta las 8.30 de la mañana, cuando el SPB recuperó el control. Los familiares entraron a las 11. La U 28 está en el kilómetro 111 de la ruta 11 y fue inaugurado el 4 de marzo de 1956

 

 

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